《Santi》kookmin.
La vida le enseñó que todo era causa y efecto, que siempre existió la dualidad. La vida de Park Jimin se ve atropellada y manchada constantemente, dejándolo a la deriva en un mundo controlado por el mal.
Un mal de cabello castaño y d...
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/Narrador/
Las decoraciones de Halloween se apreciaban en los estantes, en las apresuradas casas del barrio en el que vivía. El ambiente era realmente alegre a pesar de la próxima festividad que se acercaba, como era de esperarse, Jimin aquel año tampoco participaría de su recolecta de caramelos y de nuevas bromas.
Su madre no se lo permitiría, ni mucho menos durante la visita de sus primos durante ese tiempo, añadiendo, claro, la presencia de un frío inmenso en aquella época del año.
Uno que singularmente había traído nieve para el séptimo cumpleaños de Park Jimin.
-¿Tengo que usarlo?-Preguntó el pequeño albino mientras cargaba unas cuantas cosas dentro de su cuarto, cosas que resultaron ser sus juguetes que tenía por allí esparcidos.
-Sí Jimin, debemos limpiar el cuarto, pondré la cama de Yoongi aquí junto a la tuya -Susurró la mujer de cabello castaño, sus manos se movían de un sitio a otro mientras intentaba acomodar las ropas dentro del gran closet de su hijo.
El joven Jimin meció sus piernas desde la altura de su cama y sonrió -Me gusta que vengan por mi cumpleaños, siempre vienen mis tíos con grandes regalos.
La mujer sonrió y besó la cabeza de su retoño - Siempre dices lo mismo cada vez que vienen, vamos a tomar un baño antes de cenar, llegarán todos pronto.
Las horas pasaron y con ello la llegada de su otra familia no se hizo esperar.
Lara era una mujer de magníficos treinta y seis años, la hermana mayor de Sara, la madre de Jimin, quien era menor por tan solo dos años de su hermana, ambas parecían ser el calco de la otra, por lo que generalmente se tendía a decir que ellas eran gemelas, solo que no lo admitían por pena. La verdad solo era conocida por aquella reducida familia, que apenas alcanzaba a contar con siete miembros en total.
Para un niño de siete años todo resulta ser conmovedor mágico, cada pequeño detalle era el más maravilloso descubrimiento que su cotidianeidad no podía asumir del todo. Todos los años se festejaban fiestas, sobre todo en los cumpleaños de Yoongi y Jimin, quienes un par de veces viajaban, claro, ninguna de las dos hermanas olvidaba aquellos días en el calendario.
Esta visita fue tres días antes de su cumpleaños, era 10 de octubre y sus pies un poco pequeños no podía apresurarse del todo para ir en busca de su primo más grande y alto, sí, Namjoon era el hermano mayor que siempre añoró en el fondo de su corazón.
Como acostumbraban cenaron juntos entre charlas y risas infantiles, sobre todo del festejado que estaba más emocionado de lo usual, su inusual logro de cruzar por la calle solo se había hecho realidad hace apenas un par de días atrás, donde había dejado marcas de sus pisadas en la nieve.
-¿Ahora eres un chico grande? -Preguntó su tío Ben a un pequeño de cabello claro y de delicada apariencia -Vaya, Jimin está creciendo tan rápido, no puedo esperar para verlo como todo un hombre ya.
