Antes de avanzar

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No habrá historia que se compare con nuestros sentimientos y no habrá chica que se iguale a mí, pero existiría un corazón que te ame más que yo.

Valeria.



Marzo/2020

Tardaron mucho en advertirles. Cuando llegó a la ciudad la mitad de la población se vio infectada. No pasó ni dos semanas para que la tasa de infectados se duplicara.

En el resto del mundo sucedía lo mismo, y algunos parecían hacer lo imposible para salvar a la humanidad. El gobierno no tuvo más opción que decretar toque de queda y cuarentena que los ciudadanos deberían mantener distancia y cumplir con el protocolo de desinfección.

Daniel debía cumplir tres reglas: cuidar a sus padres, proteger a Valeria y mantenerse sano hasta la boda. Sonaba fácil, pero debía atravesar muchas cosas, entre ellas estaba la ciudad desolada, el hospital repleto de paciente-cercano a la casa de su novia- y no besarla. Cada fin de semana se marchaba-según su digito de cedula podía salir- e iba a visitarla para que no se sintiera sola en su angosto departamento.

Y cuatro después cuando todo parecía calmarse y el gobierno pensaba retomar su habitual rutina... una segunda oleada de infectados se manifestó.

Daniel no tuvo tiempo de comprar comida para su casa y debía esperar cinco días para volver al mercado.

Esa noche Valeria lo llamó. Sonaba asustada y a punto de quebrar en llanto.

—Debes buscarme y llevarme al hospital —se escuchaba agitada y paranoica—¿recuerdas a la pequeña rubia que me visitaba mientras tú estabas en casa?

—Sí, la hija de los Cruz —respondió mientras tomaba las llaves del auto. Se detuvo en medio de la sala y se percató que aún era muy temprano para salir a la ciudad y si algún policía lo veía no dudaría en arrestarlo por desobedecer las leyes impuestas ante la crisis.

—Ayer dio positivo.

En la boca del infierno, sin retorno.

Valeria había muerto en las manos de Daniel. Recibió miles de llamada y nunca se dignó en contestar y nadie parecía entenderlo hasta que lo tomaron como un desinterés por el fallecimiento de su novia, cuando era todo lo contrario.

Daniel entro a la boca de la depresión, luego, ataques de ansiedad por el encierro y a continuación la delgadez por su poca preocupación de comer.

Una situación constérnate.

A mediados del año, ya cuando la situación estaba en un punto de acabar, él tuvo un decaimiento físico: alteraciones en su presión debido a la depresión que sufría.

Su madre no sabía ya que hacer. Amaba a su hijo, pero verlo en ese estado demacrado le rompía su corazón y su padre por otro lado intentaba de todo para animarlo.

Aun así nada funcionaba, por la sencilla razón que él no ponía de su parte.

Todos querían ayudarlo, pero él no quería la compasión y necesidad de nadie.

Cuando Valeria estaba por cumplir su quinto mes, justo esa noche se rindió en su cama y hundido entre sus sabanas sintió como su alma se alejaba de todo, de su cuerpo y del mundo, se consideraba un cascaron vacío y las medicinas que debía tomar no ayudaban, solo lo embriagaban y eso apenas servía para hacerle olvidar.

Con el poco dinero, huyo a un refugio, el lugar donde acudían los necesitados, aquellos que desesperadamente querían abandonar la soledad o un vacío por placer y después de eso...algo pequeño se formó en su interior. Una piedra pesada.

Había roto la promesa que le juro a Dios, hizo pedazos sus planes de buena vida y las posibilidad de cambiar por el...por Valeria.

Después de cada mujer, él se rendía en su cama y dejaba que la culpa llegara.


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Hola, dime mi amorWhere stories live. Discover now