CAPÍTULO 34.

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—¿Está todo listo para el vuelo? —le pregunto al piloto cuando llegamos a la pista intentando ocultar mi mal humor.

No he podido dormir en toda la noche pensando en cómo solucionar esto. Lo más fácil sería dejarla en el prostíbulo en el que esta, pero existen tres grandes problemas; el primero es que terminará muerta antes de cumplir el mes por no seguir las reglas (conociéndola solo dará problemas, Dónovan fue muy considerado con ella al consentirle y pasarle por alto tantas cosas que en ese lugar no le perdonaran). El siguiente problemas es que tarde o temprano pueden encontrarla los rusos, así que meterá a mi familia en una pelea completamente ajena a ellos y mi padre no dudara en matarla él mismo... y el último gran problema es que se lo prometí.

Y eso es lo que no me ha dejado dormir, eso y estar todo el tiempo soñando con Elena. Cada vez que lograba apaciguar mis pensamientos hasta el punto en donde me permitieran dejarme llevar por el sueño ella venía a mi mente. Voraz, deseosa de atención, pero de la forma más cruel, recordándome su muerte, recordándome que no fui capaz de hacer nada por protegerla, que el hecho de que ella este muerta es mi culpa. Y en otros escenarios no era ella quien moría, sino la chica de ojos gris verdosos, pero siempre por mi culpa. La verdad es que esos sueños eran tolerables, en cambio, el que se encargó de mantenerme despierto fue el de Elena hablándome, diciéndome que su muerte no había sido mi culpa, que aun podía enmendar las cosa, cambiarlas, que Romina no tenía que morir, que en mis manos estaba evitarlo.

<<¿Aún no lo entiendes verdad amor?

¿Qué tengo que entender?

Qué no era mi destino quedarme contigo. Tu destino es ella. Todo esto tenía que pasar para que ella llegara a ti. Mi ausencia, tu desesperación, tu odio, todo esto era necesario para que ustedes dos se encontraran. Tienes que dejarme ir, no puedes perderla a ella. No dejes que nada le pase.

¿Por qué me dices todo esto? A la única a la que quiero a mi lado es a ti.

Pero yo ya no estoy... y ahora ya me tengo que ir. Tenía que decirte todo esto porque no lo estas entendiendo por ti mismo... y le estás haciendo daño, la estas poniendo en riesgo. Pero Edward, entiende una cosa, si la pierdes a ella te habrás perdido a ti mismo también. Las cosas tenían que pasar así, no ganas nada cuestionándole al destino por que fue tan hijo de puta contigo. Tengo que irme amor, ya casi vas a despertar. >>

El hombre se limita a responder un "sí señor", antes de dirigirse a la cabina y eso me regresa al presente.

Abordo el jet privado y tomo asiento en uno de los sofás mientras veo a mi hermana entrar y decidir donde sentarse, al final se sienta frente a mí. Miro la hora en mi teléfono, son las siete con cinco de la noche, el vuelo se demoró más por todas las cosas que Sam quiso hacer antes... por eso y porque yo quise llevarla de compras. La realidad es que solo estaba postergando lo inevitable.

—Estaremos en Chicago en hora quince minutos, aproximadamente. Con el tráfico y el viaje en auto tardaríamos cerca de dos horas para llegar a Lago San W. a la casa de seguridad —le explico mientras que nos abrochamos los cinturones.

—Ya lo había calculado. Pospondremos la visita hasta mañana.

—De acuerdo —respondo intentando no sonar tan aliviado, y casi enseguida el sentimiento de culpa hace que me duela el pecho.

¿Qué estoy haciendo?

El piloto comienza a hablar por los altavoces del avión dándonos las indicaciones a seguir durante el vuelo y proto comenzamos a movernos.

Cicatrices [Saga Clandestinos]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora