• Capítulo XXIII • Divinas de verdad

20 2 9
                                    

El miércoles me levanto con sueño por haberme acostado a las dos de la madrugada pasadas haciendo videollamada con Cleo y además siento un fuerte dolor en las piernas al moverlas fruto de mi penosa interpretación de las posturas probablemente salidas de un Kamasutra extremo.

Una buena forma de empezar un día.

Si existe la reencarnación, recordadme que no tenga como tradición hacer "yoga" de madrugada mientras le chillo preguntas de examen a mi mejor amiga a través de una videollamada con 0 unidades de calidad, gracias.

Lo bueno es que, aunque llegue un poco tarde, el profesor me lo perdona porque le caigo bien y que vamos a pasar la mayoría del día sentados en una cómoda butaca del auditorio porque tenemos una charla sobre orientación para la universidad, así que no es como si tuviese la oportunidad de sufrir mucho las agujetas.

—¿Pero no se dan cuenta de que jamás iremos a la uni si nos pasamos tres horas en una charla la semana de antes de los exámenes finales? —Cleo se queja en un susurro cuando ya llevamos un buen rato allí, apoyándose en mi hombro como si fuese posible dormirse con los pitidos que suelta el micrófono cada vez que la estúpida de la orientadora se pasea por el estrado.

—Bueno, ahora para ilustraros con ejemplos llamaremos a varios voluntarios de entre vosotros —anuncia la señora.

Absolutamente nadie en todo el curso muestra el más mínimo interés en participar, de hecho noto que todos al rededor de agachan y clavan las manos en su regazo para pasar desapercibidos.

El profesor de Inglés se acerca a Cleo, que desafortunadamente está al lado del pasillo y la "invita agradablemente" a subir al estrado.

—Ayuda... —susurra Cleo al verse forzada a levantarse.

—Disculpa es que mi amiga... —me quedo completamente en blanco— es muda —digo finalmente.

—No lo creo, la he escuchado hablar en mi clase más de una vez —el profesor me mira incrédulo— De hecho más bien diría que no calla.

—Ya ya... lo que digo es que está muda hoy, ¿sabe? —dioses, ¿cómo se me puede dar tan mal esto?— Afónica, eso es.

—Ah, bueno —el profesor finalmente se da por vencido... con ella— ¿Y qué me dices de ti?

—Yo también soy muda —suleto en un momento de tensión.

¿Ves por qué no puedo salir? Voy a decir alguna estupidez, explotaré y lo llenaré todo de vísceras y sangre... Dios mío la ciencia perdería mucho con mi muerte así que si la NASA quiere poder contratarme algún día... por favor que me ayude.

—Mire, señorito, no sé qué pretende, pero venga ya, que no tenemos todo el día —me ordena el profesor— No pasa nada por colaborar un poco, ¿eh?

Oh sí, no pasa nada por ponerse en ridículo delante de todos, claro.

—Tranquilo Drama Queen, que tienes pinta de que te vas a morir —una voz conocida que no llego a identificar por la presión del momento llega a mis oídos— ¿Puedo salir yo, señor Root? —añade dirigiéndose al profesor y, al verlo levantarse de su asiento después de que él acceda me doy cuenta de que es nada más y nada menos que Eld.

Le tomo la mano agradecido y murmuro algo sobre construirle un monumento y fundar una secta que vaya a rezarle.

—Te tomo la palabra —él me guiña el ojo y camina bien diva hacia el estrado.

—Ese chico te ama —dice Cleo emocionada cuando Eld se aleja.

—Solo es un buen amigo —niego con la cabeza intentando no ponerme rojo porque ella lo tomaría como que "me he delatado". Realmente estoy viviendo al límite juju.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora