• Capítulo XXVII • La fiesta, segunda parte

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Eld parece tardar más que yo en comprender que Liv va a besarlo, lo cual es bastante ridículo, pero cuando lo entiende aparta a la chica extrañado e incluso un poco molesto:

—¿Qué estás haciendo? Te veo casi como a una hermana menor... somos amigos, Liv, pero esto es abusar de mi confianza... —intento ignorar mi sensación de triunfo ante las palabras de Eld, aunque no es que me esfuerce en sentir pena por Olivia, a pesar de que su expresión dolida parece bastante genuina.

—¿Acaso te gusta otra persona? —pregunta ella— Llevo queriéndote desde hace años... ¡no me digas que es por ese idiota, por Dios!

—Julian no es ningún idiota —me sonrojo completamente al escuchar como me defiende— Y si me gusta o me deja de gustar es cosa mía.

—Si no te gusta, ¿por qué has dado por sentado que me refería a él? —Liv se cruza de brazos, aprovechando que Eld la ha soltado después de que ella se lanzara a sus labios.

—Creo que soy bastante mayorcito para hacer una simple deducción lógica —replica él—, pero sigo sin tener que darte ninguna explicación, de todos modos. Ah, y para que lo sepas, no te rechazo por nadie más: no hay forma de que te quisiera así. Y, si fueses un poco más sincera contigo misma, verías que tú tampoco estás enamorada de mí.

—¿Qué sabrás tú de lo que siento? —espeta Liv, entre enfadada y decepcionada, antes de largarse por una puerta que hay bajo las escaleras dando un portazo.

Después de la salida dramática de la anfitriona, la fiesta queda literalmente paralizada: los músicos dejan de tocar, todos en la pista de baile se detienen y es como si la sala entera contuviera el aliento. La mayoría esperamos que otro Lewis tome el mando de la fiesta, pero Adán está desaparecido y Viv tiene más pinta de ir a dormirse que de ir a tomar el toro por los cuernos. Después de unos minutos, viendo que el señor Green tampoco se ha presentado a echarnos, un valiente cualquiera entre la multitud interviene:

—¿Por qué paráis? —pregunta, no sé bien si a los músicos o a todo el mundo.

Sin embargo, los músicos lo toman como una orden y continúan tocando y la gente sigue como si tal cosa, dispersándose de la pista de baile hacia la comida o los asientos y dejando solo a algunas parejas empalagosas en el centro de la sala, bailando.

—¿Me presentas a tu Club? —sugiere Cleo y, como no sé qué hacer si no, la llevo del brazo hacia la zona de asientos donde la mayoría se han reunido.

Pasamos cerca de varios grupos que charlan animadamente sobre sus hipótesis de por qué la anfitriona se ha ido tan repentinamente de su propia fiesta, pero ni Cleo ni yo estamos de humor para detenernos a contar lo que hemos visto y oído.

 —Gente, esta es Cleo —señalo al cículo deforme formado por Alex, Lyn, Karan, Sam y Eld— Cleo, gente.

—¡¿"Gente"?! —Eld alza una ceja un poco indignado y yo me encojo de hombros, como si no fuese perfectamente consciente de que ha sido una presentación terrible.

—Julian, eres terrible —me informa Sam.

—¿Así que tú eres Cleo? ¡Julian nos ha hablado bastante de ti, ¿verdad, Lyn?! —Karan le da un codazo a la chica, probablemente tratando de animarla.

—Eeeh... sí, así es —Lyn alza la vista hacia Cleo y le sonríe— Aunque no de esa manera.

—Es demasiado gay para eso —Cleo sonríe, haciendo reír a todos con su comentario. Así es ella, la gente se le da realmente bien.

Eld tira un poco de mi brazo y me hace sentarme a su lado, en el suelo junto a la silla de Lyn, a quién de vez en cuando le hace alguna caricia de consuelo.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora