CAPÍTULO 03

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Había sido la declaración más extraña del mundo, normalmente era yo la que se declaraba a alguien, sí lo sé, era patética, además que era la primera vez que alguien me decía abiertamente que le gustaba; en ese momento me quedé de piedra con lo que había escuchado, miré a Darien en silencio y él solo me sonrió.

—Es mejor que entres para que descanses, salgamos a pasear mañana, ¿qué te parece? —preguntó, alejando su cuerpo del mío.

La única respuesta que obtuvo de mí, fue un asentimiento de cabeza, Darien tomó las llaves de mis manos frías, me hizo a un costado con mucha delicadeza y procedió a abrir la puerta, me hizo girar, colocó una mano en mi cintura y me empujó suavemente hacia el interior de mi departamento, puso las llaves entre mis dedos y antes de cerrar la puerta dijo:

—Vendré por ti a las diez de la mañana, daremos un paseo y comeremos por ahí, adiós, princesa.

Me quedé parada varios minutos en el lugar en el que me había dejado, asimilando lo que había pasado, me comencé a preguntar en qué momento ocurrió el hecho de que Darien se hubiera fijado en mí.

Tras salir de mi estupor, me fui a mi recámara para tratar de descansar, aunque lo veía poco probable debido a mi conmoción aún latente.

A la mañana siguiente, recibí la llamada de Rei muy temprano, al parecer ella si había descansando lo suficiente al lado de Jedaite, en cambio yo, no había pegado ojo hasta muchas horas después de que Darien se fuera.

—¿Qué pasa, Rei? —pregunté en un gruñido.

—¿Me parece o no te dejaron dormir? —interrogó ella, burlesca.

—¿De quién hablas? —pregunté de nuevo, recordando la noche anterior.

—¡Vamos! No te hagas la tonta, Serena, sabes muy bien de quién hablo, el bello moreno que estuvo contigo toda la noche de ayer desde que te desapareciste —aclaró ella, muy jovial.

—¡Ah! Hablas de Darien, pues no pasó nada con él —dije, fingiendo desinterés—. Me trajo y se fue, nada más, aunque... —Dudé antes de continuar, no podía decirle a ella lo qué Darien me había dicho.

—Aunque qué, Serena, ¡habla! —exigió mi amiga.

—Aunque me invitó a salir el día de hoy —confesé finalmente.

—¡Wow! Sí es así, entonces no todo está perdido, espero que para esta noche me llames diciendo que te comiste a semejante bombón —declaró ella, muy entusiasmada.

—Rei, por favor, deja de hablar tonterías, no puedo ir por ahí acostándome con cualquiera, apenas y lo he tratado, han sido contadas las veces que hemos hablado —expliqué, sentándome en la cama.

—No son tonterías, Serena, por lo que pude ver anoche, tú a ese hombre le gustas y nada quita que te puedas dar un buen revolcón, tampoco te estoy diciendo que te cases con él a la primera —expuso ella, muy seria.

—Está bien, tendré en cuenta tu buen ojo —dije—, será mejor que me levante, Darien estará aquí a las diez, así que mejor dejo arreglando mi casa antes de salir, nos vemos pronto, Rei —concluí.

—Adiós, Serena y ya sabes, me llamas a contar los detalles de tu salida de hoy —pidió mi amiga, cortando la llamada.

Me levanté de la cama a hacer lo que dije; cerca de las diez de la mañana, el nerviosismo me ganó que me costaba escoger un vestido para la salida; con la toalla alrededor de mi cuerpo, miré la pila de ropa sobre mi cama y al final me decidí por un vestido de algodón hasta la rodilla en color vino con motas blancas con unas sandalias negras, dejé mi pelo suelto y cuando terminaba de maquillarme el timbre sonó, me paré frente a la puerta y antes de abrir tomé aire para calmar mi agitado corazón.

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