10-. Desvarío del amorío loco que me sabe a poco. 30 de abril por la noche.

24 4 5
                                    


(Un desvarío nocturno loco porque necesitaba desesperadamente expresarme, contar mis secretos, y ¿acaso no es la poesía para eso?
No está hecho para ser leído, recomiendo que lo paséis de largo. Hablo en serio. No representa la imagen que quiero dar ni lo que amo, sino mis fantasías nocturnas.

Por favor, no penséis peor de mí; esta también soy yo, pero no toda yo).


Estaba, hermosa mujer,
entre sus espinas.
No era otro que él,
con sus mentiras
que en un acto de fe le fueron creídas,
pensando, ingenuamente, que me las devolvería.

Era, cándida muchacha,
alguien a quien todos despachan,
alma cristalina,
necesitada de amor,
de piel tostada fina,
y buen corazón.
Había creído, contra la razón,
que su alma gemela existía, ¡qué emoción!
no pensaba en eso,
los polos opuestos,
hasta que él, sin tiento (aunque no violento),
le demostró lo que era la palabra atracción.

Chica PAS, emotiva,
muy, muy perceptiva,
a sus atenciones era receptiva.
Con él se tornó afectiva,
pues ella sabía,
que en el lugar de donde provenía,
nadie valoraba toda su inventiva.
Era impresionable,
tremendamente influenciable.
Ambos susceptibles
(yo de sus caricias,
él daba a todo importancia),
más compatibles
de lo que se pudiera pensar.
Él la veía sensitiva, abierta y positiva,
(y de verdad así solía actuar);
sin ninguna expectativa.
en realidad ella necesitaba afecto,
y si lo hallaba en él, más que perfecto.
Por contrarrestar, y por lo que era normal,
al principio fue sentimental.
Él era un criminal,
alguien inventivo a un nivel genial.
Por resumir miles, en algo general,
eran adolescentes,
de los más rebeldes,
cambió a ser del todo sensual.
Ella lo pedía,
sabía lo que hacía,
Era consentido,
él de dedos delicados.
Ella no tenía, ninguna experiencia,
él, experimentado, tuvo tanta paciencia.
Él la comprendía.
Era un bastardo,
como un príncipe criado,
cuando al nacer de su padre
heredó un reino, y hielo por sangre.
Ella le adoraba.
Lo que él representaba,
ella lo veneraba.
Entendía todo, su gusto por el oro,
sus ansias de poder.
Tal vez en otra vida rivales hubieran podido ser.
Pero en esta, ahora, querían ser amados.
Solo valoraban,
a quienes les apreciaban
y sus talentos cultivaban.
Los únicos con los que fueron tratados,
quienes les hacían ser escuchados.
Solamente atendían
a quien les asistía.
Ella comprendía
a la perfección
la ambivalente peculiaridad
de que le gustase la magia y la soledad
lo que se sentía
sin ser alguien más del montón.
Él amor por ella no sentía,
ambos este hecho conocían,
y sin embargo estaba intrigado
de que un ser nacido para ser gobernado
pudiera, en lugar de odiar o temer,
sentir deseo de a su rey pertenecer.

Anna no entendía
por qué la complacía, qué querría, por qué a su llamada acudía.
Alguien poderoso,
nada bondadoso,
ojos verdes hermosos,
y cabello negro,
negro como el cielo, el ala de un cuervo,
ella le brindó protección,
hasta que un día, una noche fría,
supo que era seducción.
En de mayo noche,
él se metió bajo su edredón.

Si tan solo hubiera
dicho "eres bella"
sin rastro de pasión
ella quizá hubiera salido
corriendo en otra dirección.
Él la atormentaba,
pese a que odiaba
las tormentas sin trabas.
Su nombre era corto,
son de cuatro letras
que presagia problemas.
El de ella conciso,
palíndromo y preciso:
bendecida por lo divino.
Era una ironía
que esa fuera la fuente de todo lo que ocurría.

Pero él no lo susurró,
pues era tan obvio que no tenía punto.
Solamente señaló
que ella era perfecta,
suave y delicada,
que no le importaba que no pudiera ser.

Entonces sonrió,
y ella perdió
toda su intención.

Sus caras enmarcadas
por las manos del otro,
resultaron unidas
en un beso tras otro.

Anna no era atractiva,
salvo para él,
Un asesino era maldito, debía perecer,
para todos excepto esa boca adictiva.

Todo se fue oscureciendo,
y las resistencias de ambos decayendo,
hasta que se rindieron y,
rey mago del reino frío
inocente joven ardiente que conocía su destino,
andaron juntos por el camino impuro.
Hasta que se fusionaron en solo uno.





Sus responsabilidades riman en el nuevo idioma con "error".
Sin embargo, su cuerpo se define como adicción.
Es un tramposo,
de pelo largo cual caballo lustroso.
Se trata de alguien que engaña,
y aun así siempre me derrite con su maña.
Hace toda clase de fechorías:
nadie en su sano juicio le admiraría.

Sabe sin dudar exactamente cómo hacer
para que ansíe juntarme más con su piel.
Nadie le cree:
miente y roba cuando no se le ve.
Y sin embargo aun así es digno de ser. Porque su atractivo es a más de un nivel.
Tal vez todos le detesten.
Nadie comprende ¡ellos se lo pierden!

Sus labios me besan, hacen presión.
Sus nudillos recorren mi cuello con pasión.
Solamente cuando suspiro y me abro
primer beso, fogoso y basto, diestro,                                                                                                                            me acaricia el rostro con el pulgar,

sus ojos me miran con ganas de jugar.

Solamente cuando profundiza,
y cierro los ojos, aprendiza,
se permite tocarme donde nace el pelo.
En ese momento, subo al séptimo cielo.
A sus labios no les importa mi inexperiencia,
guían el beso, me excita su presencia.
Se detiene y me deja tiempo.
Le beso yo, así lo siento.
Su lengua me explora con detenimiento,
Y yo deseo llegar hasta el final, pienso.

Sé que todo fue por propia elección.
Aún estoy dominada por la pasión;
ojalá pueda mantener mi salvación,                                                                                                                                       aunque sea una indecente fascinación.

Acepto que es una completa obsesión.
Pido que el dios de las travesuras,
con dedos largos en divinas manos,
sus labios intensos e insanos,
su lengua de mis fantasías impuras,
y su pasión en mi cuerpo con locura,
no sea mi perdición.

SensibilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora