15-. Ya no sé qué decir.

20 4 1
                                    

Dedicado a mis padres, con rencor, y a la gente que les dice cómo vivir.

Cuchillos que se clavan en mi almohada;
palabras que suenan a puñaladas.

«No eres suficiente, nunca lo fuiste»
es ese pensamiento en el que mi mente insiste.

Todo comenzó por un sueño,
de aquellas cosas que querrías aunque no puedan ser si estás despierto.
Mi madre tuvo el sueño de cambiar el suelo
porque no quería pensar que su vida era una pesadilla envuelta en cuento.

No solo quiso cambiarlo con ganas, sino que tuvo el desatino
de sugerírmelo como si fuera un inevitable (y deseable) destino.
Ni siquiera puedo poner en palabras qué reacción visceral
surgió de mi ego al imaginarme cambiando
(y, por lo tanto, despreciándolo, negándome, imposibilitando)
un recuerdo que para mí es de lo más valioso, por ser, aun sin verlo, real.
Fue una idea que me horrorizó,
tanto, que mi boca, egoístamente, por cuenta propia y sin mesura habló,
y dijo algo que todo este desastre provocó.

Cuando se trata de esos recuerdos (y de la casa donde sucedieron)
soy como una leona en estado de celo.
No puede pedírseme que sea razonable
cuando, en mi vida, su visita es lo único que me hace ser amable.

¿Tan difícil es, os lo ruego,
entender que esa que tenía
hasta hace dos días
es la vida que prefiero?
Solo quiero poder ser yo misma
empero,
intentan que sea normal, perfecta, alguien indiferente y no artista.

No me acuerdo bien de qué dije exactamente entonces
(lo siento, los recuerdos dolorosos, en mi mente se borran veloces)
pero lo que puedo asegurar es que mi sufrimiento,
la discusión que aun hoy me causa miedo, recelo, rencor y tormento
se mantuvo durante varias horas atroces
y que estuve despierta llorando por la pérdida buena parte de la noche.

«¡Yo jamás seré como mi madre!»
grité con lágrimas de ira y desesperación esa misma tarde.
Entendedme, mi madre lleva una vida que no viviré por nada
dejándolo todo por los demás, siendo una Géminis refrenada;
ella siempre me educó para que me pusiera a mí misma primero
¡Mira, mal hecho, eso ha desatado este infierno!

Yo le tengo respeto a todas las personas
pero lo pierdo muy rápido
es decir, ahora.
Mi vida se fundamenta en ser extremadamente sensible
y en restringir los actos para intentar ser indestructible.

¿Qué si me creo mejor que tú,
con derecho para ordenarte hacer cualquier cosa?
¿Que si creo que tengo la culpa de la vida en esta casa?
Voy a decirte la pura (con r, aunque querría que fuese con t) verdad:
No.

No, no, no. ¡NO!

Creo que habéis sido muy tontos,
al no ver cuál es el mayor tesoro.
Puede que yo también sea una gran idiota,
pero al menos sé que puedo vivir así sin miedo a ser algo que no importa.

Me duelen vuestras acusaciones.
No son verdad pero traen a la vista ocultos temores.

En realidad, tenéis todo el poder de hacerme daño,
y me detesto por ser frágil y dejar mi autoestima en vuestras manos.

Llevo casi tres años, desde que nos mudamos,
tratando de minimizar la influencia que tenéis sobre mi estado.

Pero aún hoy sois los únicos que podéis hundirme en la miseria
¿No entendéis que rezo por indulto y misericordia?

Ni siquiera sé por qué me molesta
que nunca vayáis a permitirme ser completa
que no quisierais aceptarme tal y como era
¡Pues vaya la que os espera!

Maldición
no mires por encima de mi hombro
sí estoy haciendo lo que me has ordenado,
les estoy escribiendo a mis lectores por qué no sigo a su lado.

La sangre me hierve cuando me permito pensar
que ahora tan solo puedo internet, mi móvil o tableta utilizar
para aprender un maldito idioma que de aquí no me va a sacar
o para, cito textualmente, "escribir algo que se pueda publicar".

Ojalá pudierais iros a tomar por ahí algunos días
pero, como os encargáis de repetir, yo no soy como las otras chicas
necesito más cosas para vivir
que lo que mi discapacidad me va a permitir.
Sé que esto es para toda la vida,
y sería un paraíso si estuvierais dispuestos a vivirla.

Las cadenas las ponéis vosotros, no yo.
Yo solamente me niego a cambiar mi modo.

Y me negaré todos los minutos,
porque quiero que mi existencia dé mis propios frutos.

Os odié, realmente os odié anteayer
cuando me di cuenta de que no podría escribir fanfiction ni ello leer
y que eran nulas las posibilidades de la Comic-Con ver.

Pide algo blanco con agua en el desierto
y el resultado asegurado
por el destino
no será un oasis, ni tan siquiera una mujer con un cuenco de líquido,
por experiencia te lo advierto,
si eres impreciso en tu pedido
lo que te encontrarás
será
un WC en medio del desierto.

Y lo que nunca te han contado;
podrías estar lo suficientemente desesperado
para beberte el agua del excusado
pero es tóxica, te has envenenado
y si consigues vomitar
(lo cual permíteme dudar)
estarías todavía más deshidratado
que al comenzar.
Y si por el contrario te sientas a esperar
a que tu vejiga decida evacuar
(si es que lo hace, debo mencionar),
a que las cosas pasen y te puedas retractar,
das tiempo a los restos, los recuerdos del odioso veneno acumulado
para matarte lentamente entre dolores inhumanos.

Esa es la lección;
nunca pidas nada para mejorar
si no es desde el corazón,
porque no solo estarás peor que al empezar
sino que toda tu existencia de odio y rencor
te habrá, al final, acabado matando.



Siempre es una mejor opción escoger el amor
pero a veces, como el once de julio del año en curso
nuestra insatisfacción egoísta no nos deja otra elección.


Ya no sé qué decir para que me recibir aceptación y amor, para ser suficiente.
¡Soy lo bastante sensible para que nada me resulte indiferente!
Vivo en mi mundo interior, no voy a ser normal y estar vacía internamente.
Digáis lo que digáis seguiré siendo yo, presente dentro de mi mente...
porque estoy orgullosa de ser una fanficker con una sensibilidad diferente.

SensibilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora