Capítulo XXVIII

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El lugar donde se quedan Paula y Camila me resulta bastante acogedor para dos personas.

Me recuerda mucho a mis días de soltero, donde un apartamento mediano era suficiente para mi. Este apartamento monoambiente se ve perfecto para dos personas en Capital. En especial personas como ellas.

Felipe y yo estamos sentados al lado del otro, frente a mi se encuentra Paula y a mi otro lado, el amor de mi vida.

Todos mantenemos una conversación armoniosa, risas simultáneas y una felicidad que acoge el lugar.

—¿Ya volvieron Auroras y Ceci de donde tus suegros? —Pregunto sintiendo que la ausencia de ambas ha sido notoriamente larga.

—Si, volvieron hoy. Ambas estaban totalmente cansadas. Les dejé preparada comida. Les ofrecí venir pero con lo agotadas que se encontraron sabía que no aceptarían.

—Yo también estuviera agotada si tuviera que volver a convivir con vos, Feli. —Bromea Cami haciendo soltar pequeñas carcajadas al resto de la mesa.

—Preocupado estaría yo de tener que convivir con Benjamín. —Responde Felipe pícaro.

—Para, ¿Por qué te la agarras conmigo si la broma fue de ella?

—Son los dos la misma cosa, siempre lo fueron. —Concluye, tomando el refresco de la mesa y sirviendose en un vaso.

El pequeño comentario de Felipe hace que Camila y yo nos sonrojemos levemente. Paso mi mano debajo de la mesa entrelazando mi mano con la de ella, permitiendome sentir su piel con la mía.

El diminuto tormento que sentía estos días por lo culpable que me sentía sobre Martina ahora lo siento bastante lejano. Camila me acompaña todos los días a ver a Rita, y eso me llena totalmente el alma. Son las dos mujeres que más he amado en mi vida, y cuando las tengo cerca la vida luce perfecta.

—Como que le hace falta algo a esta cena. —Masculla Felipe riendose. Y los otros tres participantes de la cena lo volteamos a ver con curiosidad. Expectantes a su respuesta.

—¡Vino! —Grito entendiendo a lo que se refiere Felipe. Hciendolos a todos dar un pequeño brinquillo por el volumen de mi voz. Felipe afirma con la cabeza y deja ver una sonrisa.

—Bueno, vayamos a comprarlo. —Dice Cami. —Ustedes quedense, vamos Paula y yo. —Ella me mira. Yo acepto, mientras le doy un pequeño beso en los labios.

—Si, a ustedes les toca limpiar y lavar los platos. —Afirma Paula levantandose de la mesa, firme.

Felipe y yo reímos aceptado su condición, y ambas prosiguen a retirarse del lugar.

Felipe se para del lugar y se dirige a la cocina, y yo empiezo a recoger las cosas de la mesa. Siento la mirada de el quemarme el cuello. Volteo a verlo.

—¿Que pasa? —Pregunto arrugando mi frente.

El se encoge de hombros.

—Ese brillito en esos ojos azules que dan miedo no lo veía hace mucho. —Comenta mientras le pasa a cada plato un trapo.

Yo río, porque se qué es cierto y sé cual es la razón tras mi felicidad.

—Es porque brillan por ella. —Digo y puedo sentir como la sangre sube a mi rostro.

Se escucha un sielncio y luego a Felipe lanzar una carcajada.

Yo volteo y lo miro de mala gana.

—Bueno Pablo Nerúda, ponete a limpiar mejor. —Bromea mientras me tira dos de los trapos de la cocina a la cabeza.

Uno cae sobre una de las mochilas que está en uno de los muebles, haciendola caer.

—Ves que sos tarado. —Exclamo mientras me acerco a recoger las cosas. —Como si a vos no te pasara lo mismo con Ceci. —Agrego.

Escucho a Felipe suspirar sonoramente.

—Honestamente no sé como viviste tantos años sin quien dices que es el amor de tu vida, yo no hubiera podido. —Su voz suena apagada.

—Porque todas eran el amor de tu vida Feli, que decís. —Hablo devolviendole la broma.

—La siguiente ves será un tenedor lo que caerá sobre tu cabeza. —Me responde a la defensiva, y ambos reímos.

Tomo la mochila del suelo, veo varios papeles tirados, pero uno en particular logra captar mi total atención.

Es un papel escrito con tinta negra, y reconozco la letra de Camila como si fuera mi propia. Leo las primeras dos oraciones, y siento mi corazón hacerse pequeño.

Creo que las dudas planteadas todo este tiempo respecto a Benjamín ahora se han ido. Le amo profundamente, sin dudas y sin condiciones. Sin embargo algo me persigue y es el hecho que sigue manteniendo eso; el dejar todo por mi bajo el nombre del amor, ¿Realmente es eso amar tanto a otra persona o solamente es la sensación de que algo quedó inconcluso conmigo?  Porque me aterra la idea de cargar con la culpa constante de que esto, algo que la vida me ha gritado de mil formas que no funciona, vuelva a fracasar. Esta vez el habrá dejado todo por una persona no grata, ni suficiente.

Esa teoría de las almas gemelas siempre me mantienen escéptica, y es que no pido ser eso. Sé que para el y ante sus ojos soy lo demasiado para él, pero es que si pudiera hacerlo ver desde mi perspectiva se diera cuenta que no valgo lo que él. Que sus sueños para mi son inalcanzables, pero no puedo soportar la idea de él renunciando a todo, porque no sé si lo valgo.

Mi miedo más grande siempre ha sido no ser lo que el busca, su par. Sé que Martina haría todo por él, lo demostró. No sé si yo soy capaz de lo mismo. No sé si lo merezo, solo sé que lo amo, pero eso nunca ha sido suficiente, no para la Camila de la cual sentía que estaba orgullosa.

Paso mi mano por mi nariz, tratando de asimilar todo lo leído. Dejo la carta sobre el lugar, Me siento fuera de mí mismo, y un sonido que se mantiene constante empieza a aturdirme completamente, luego solo hay silencio, pero no es paz.

Tengo un golpe a la realidad, donde distingo el silbido de Felipe armoneoso en la cocina. Pero si cabeza se mantiene en todo lo que acabo de leer, y cuando creo comprender todo lo escrito siento un martillazo en mi corazón.

Porque es Camila como siempre y nuevamente, a punto de dejarme.

El Último Adiós de un Gran Amor.Where stories live. Discover now