♠️[8]Balas perdidas♠️

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—¿Que harás qué? —Preguntó atónito. 

—Ryan, ¿Estás sordo? —Reí. —Te comportas como un cobarde, ¿Tanto miedo le tienes?

—No es miedo, el imbécil está más blindado que el mismísimo presidente, ¿Lo entiendes?, ir tú solo, es un riesgo. 

Dramático.

—Entonces ven conmigo. —Volvió a abrir los ojos como platos, ¿Que no le duelen los ojos de tanto hacer eso?

—Es un suicidio. —Se pasó las manos por la cara. —¿Sabes qué?, haz lo que quieras, pero no me incluyas, yo no quiero morir aún. —Y sin más, se retiró de la habitación. Sólo pensé dos cosas, uno, que en verdad era un jodido cobarde, y dos, ¿Tanto miedo le tiene a ese tipo?

Tiene razón al decir que era peligroso ir solo, pero no para mí, es más, sería mucho mejor. Menos personas, menos problemas. Pero había un pequeño detalle, que lo necesitaba para que mi coartada fuera creíble. 

—¡Ryan! —Lo llamé entrando a la cocina. Estaba hurgando en el refrigerador. 

—Ya te dije que no pienso ir. —Mordió una pera. —¿Como te llenas con sólo frutas? 

—Dos cosas. Uno o vas, o yo seré el que te haga pasar un mal rato. Dos, ¿Acaso no sabes cocinar? —Río sarcásticamente. 

—Dylan no quiero ir, ¿De acuerdo?, he visto y he presenciado lo que esos mal nacidos les hacen a los que los traicionan, no quiero ser uno de esos desafortunados casos. —En sus ojos había miedo, y mucho.

—¿Y quién crees que soy yo?, te diré lo que haremos y lo ejecutaremos. —Asintió. 

Le expliqué todo lo que debía hacer y decir hasta que yo entrara, el plan de acabar con el Ruso, entraría en marcha en el momento en que pisáramos su propiedad. Estaba completamente consciente de que el hombre era peligroso, pero no me importó. También sabía que sería una muerte "Rápida" o dentro del tiempo prolongado, nada podía salir mal, o ambos, acabaríamos fusilados. 

Tomé las armas y coloqué sólo una en mi cintura, sabía que me iban a revisar al entrar, en cambio, Ryan si podía entrar armado. Lo revisarían pero confían en él, por esa razón, no le quitarán las armas, él es la mano derecha del jefe. 

Luego de armarse, Ryan y yo entramos en su auto camino a la residencia Belov. Estaba perfectamente consciente de la reputación que tenía pero no le temía. Era totalmente increíble el respeto que le guardaban y el miedo, lo cual no entendía el por qué, no era el puto Pablo Escobar. 

                           
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Ryan cruzó la última calle para llegar y sus manos temblaban en el agarre del volante. En realidad, no era tan grande como lo esperaba, es decir, donde vive o habita temporalmente.

—Estoy jodido. —Replicó deteniendo el auto, y pasándose las manos por el rostro.

—No estás jodido, simplemente te estás arriesgando a que te dejen como una red de pesca, pero no estás muerto, ¿O si?

—Que reconfortante. —Respondió en tono sarcástico. —¿Que harás cuando entremos?

—Ya te lo expliqué, yo no repito las cosas.

Y sin más, estacionamos el auto y bajamos de él. Ryan fue el primero en entrar, como lo esperaba, me revisaron y me quitaron mi arma. Subimos unos escalones hasta llegar a una habitación de puerta blanca. La casa era muy linda y cómoda, no lo negaré.

La puerta se abrió y justo frente a nosotros estaba un hombre robusto, pero yo soy más alto y más guapo. Entramos y ahí estaba, mi próxima víctima, sentado en un escritorio de madera que parecía tener más de diez años sin mover de ese lugar, papeles, dinero y una botella de Vodka Ruso lo cubrían.

Muertes Placenteras © [✔] (Libro #1)Where stories live. Discover now