¡Hinata!

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-Joven Naruto -llamó Yamamoto.

El chico entreabrió los ojos y los volvió a cerrar.

-¿Qué pasa?

Yamamoto estrujo su mano dentro de la otra en signo de preocupación.

-Recibí un mensaje de Hinata. Me ha pedido que vaya por mis nietas a la Academia Ninja.

Naruto se frotó los ojos con ambos puños.

-Tengo un mal presentimiento -terminó.

Naruto le puso atención y Yamamoto le explicó la dirección que la chica tomó una vez que el kunai llegó al suelo.

-Pude ver su largo cabello irse hacia el sureste.

Naruto dejó el futón con rapidez, logrando un mareo que duró unos pocos segundos.

-No te preocupes, viejo. Iré a ver qué pasa. Tu ocúpate de tus nietas. Volveremos.

Naruto se colocó su chamarra negra y las sandalias. Yamamoto se aferró al marco de la puerta de la habitación con un nudo en su garganta. La actitud de la chica fue inapropiada, a su parecer, pues su personalidad en esos momentos no se vinculaba de forma positiva. Ella nunca dejaría a Nigiri, ni por el lugar en el que se encontraba, ni con las personas que la rodeaban. Algo sucedía o iba a suceder en los próximos minutos.

Naruto saltó a la pared de los terrenos del clan Uchiha, ahí ubicó el sureste y pudo ver los colores de los techos de las diversas casas que pertenecían a los muchos clanes. El más próximo era el complejo Hyuga. Una explosión sucedió en esa dirección. El humo se alzó en señal de alerta y Naruto frunció el ceño.

El presentimiento de Yamamoto ahí estaba. Y seguramente Hinata también.

Shino se asomó por la ventana para ver que era eso que se desprendía de la tierra.

¡Hinata!

Los niños se levantaron de sus asientos y se apilaron a cada lado sobre la ventana para ver. Nadie entendía nada, excepto Shino y Hasami.

La explosión también llegó a Sasuke, Shikamaru y Kiba, deteniéndolos en medio de su búsqueda.

-¡Hinata! -gritaron al mismo tiempo.

En el hospital, Sakura y los demás ninja médico dejaron a sus pacientes para atender el sonido ensordecedor. Todos se preguntaron que era lo que sucedía.

Ino y Sai en la florería. Ten Ten y Rock Lee en los campos de entrenamiento. Chōji con Karui en la barbacoa. Todos salieron. Todos se preguntaron. Todos emprendieron hacia el complejo Hyuga.

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El chico que atrapó en su primer Misión como ANBU, tenía el nombre de Aku Ko. El tiempo que pasó vigilandolo se dio cuenta de su gran capacidad de manejo de chakra, las agujas senbon, del elemento agua y de su soledad. El joven vivió en una casucha apartada de la pequeña aldea que se encontraba cerca de la costa Este, antes del límite entre el País del Fuego y el País del Agua. Todos los del pueblo desconfiaban de él por los recientes asesinatos de las tres mujeres, principalmente porque el rastro de sangre de su última víctima se dirigía al área que habitaba. Donde nadie llegaba.

Hinata encontró los cuerpos de las chicas a espaldas de la casucha, escondidos entre las hierbas crecientes, la humedad, la suciedad, la putrefacción y el frío. Hinata estuvo a punto de vomitar, sintiendo el hedor de la sangre seca y los cuerpos tiesos.

Aku Ko salió de casa unos minutos después y Hinata pudo alejarse de aquel lugar de muerte y atrapar al asesino. Aku no se lo esperaba, creía que nadie sospechaba de él.

Ojos sin pupila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora