*dos

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segunda semana de cuarentena

Seguí tirándole palos a Mauro, pero como era de esperar seguía sin pillarlos.

Cada vez me tenía más loco, y tenerlo conmigo las 24 horas del día, era magnífico, podía admirar su belleza siempre que quería.

Él sigue siendo igual de seco que siempre, de vez en cuando, mostraba algo de amor o ternura.

¿Por qué me tenía que gustar él? Justo él, mi mejor amigo, todo empeora, todo mal.

Es clave, no te puede gustar tú mejor amigo si él no siente lo mismo; tú sales lastimado y si se lo decís, lo más seguro es que se arruine la amistad.

Con ese miedo llevo desde hace dos años.

Sí, dos años sin mirar a nadie más solo él, dos años sin entar con alguien, dos años sin un simple beso, dos años sintiéndome completamente mal, solo.

Removí mi cabeza intentando sacar esos malos pensamientos de mi cabeza.

Me encontraba viendo un película junto a Mauro, como no, él estaba alejado de mí, como siempre.

Mi meta en esta cuarentena es conseguir que Mauro me de bola, lo sé, imposible.

Pero mucho tiempo he perdido ya.

- Tengo frío - dije alzando los brazos, iba a conseguir lo que quería.

- ¿Querés que traiga una frazada? - dale Mauro, ¿no sabés lo que quiero?

- No, quiero que me abraces - dije y frunció el ceño - Dale, ¿qué te cuesta?

- Bueno, vení - dijo palmeando a su lado.

Sonreí victorioso, me acerqué a él y pasó su brazo por mis hombros, abrazándome.

- ¿Por qué querés que te abrace?

- Ya te dije, tengo frío.

- Dale, eso no te lo crees ni vos - mierda, me descubrió.

- Solo quiero un abrazo tuyo, ¿qué tiene de malo?

- No se, es...

- ¿Qué?

- No, nada - dijo y apoyó su cabeza en mi hombro. ¿Mauro estaba haciendo eso o me lo había imaginado?

Cualquier mínima muestra de amor de Mauro era extraña, casi nunca lo hacía.

Era lindo estar así, pero tampoco quería que se sintiese incómodo o algo.

- No tenés por qué hacerlo, Mauro.

- ¿El qué?

- Abrazarme.

- Vamos, Matías, es solo un abrazo.

- Si, pero... es que no se.

- ¿Qué pasa?

- Nada nada, es que no sueles hacerlo mucho, y me gusta - demasiado obvio Matías.

- Bueno, lo haré más seguido Matías - dijo y asentí, intentaba no parecer muy feliz, porque realmente lo estaba. Iba a recibir más abrazos de Mauro, como no iba a estarlo - ¿Falta mucho para irnos a dormir?

- Se acaba la película y vamos, no falta mucho, porfa - dije haciendo puchero, Mauro volvió su vista a la televisión, me lo tomé como un sí.

Minutos después la película acabó, Mauro se había quedado dormido, en mi hombro.

Me frené un momento para poder observar su bella cara, Mauro es demasiado, que pibe. Tiene esos ojos que me tienen loco, esos labios pequeños pero carnosos, el piercing en la nariz le quedaba tan bien y ese pelo, dios, que obra maestra.

- Me seguís mirando así y no duermo con vos - dijo Mauro haciendo que me tense.

- Oh, emm p-perdón - dije rascando mi  nuca.

- ¿Vamos a dormir? Dormir en el sofá es incómodo.

- Sí, dale - dije aún exaltado, me había pillado mirándolo, que vergüenza deos.

Me agarró de la mano y subimos a mi habitación.

No se que le pasa hoy a Mauro, pero está cariñoso, eso pasa una vez al siglo, pero lo iba a disfrutar.

Me acosté en mi cama y después Mauro hizo lo mismo.

- Vení Mauro - dijo para que me acerque a él, si seguía así me iba a dar algo - No muerdo ¿sabés? - dijo al ver que no reaccionaba.

Me acerqué y me abrazó, esta vez por la cintura, que sensación más linda.

Mauro, me tenés re loco chabon.

cuerentena / litckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora