Capítulo 13 "Soldado caído"

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La bala salió disparada y atravesó la cabeza de Nicolas y al instante el señor Feraud falleció.

Todos comenzaron a salir de sus habitaciones, asustados por aquel disparo que, al llegar a la escena, los residentes se horrorizaron por tal tragedia.

Triana escuchó el balazo, por lo que fue a investigar de que se trataba.

Salió de su habitación con preocupación y notó que al final del pasillo había un grupo de personas. Se acercó, y lo que veían sus ojos hizo que aullara de horror.

— ¡Padre! —gritó.

Se abrió camino empujando al tumulto de personas, y cuando estuvo cerca se tiró al suelo y lloró, lloró a gritos.

Arthur llegó al escuchar el bullicio, se acercó a la habitación donde estába su amigo y soltó un gritó ahogado.

Luego llegó Isac, quien rápidamente se acercó a Triana, se puso a su altura y la abrazó.

Con sus manos temblando, Triana, abrazo con fuerza al muchacho, y lloró en su hombro. Lloro y gritó con odio y agonía, con pesar dolor. Había quedado huérfana.

El señor Bradley pidió que se retiraran ya que toda esa gente era un estorbo.

— Hijo, llevala a su habitación y pídele a Adelina que pase la noche con ella— pidió el hombre.

Isac asintió y ayudó a la muchacha a reincorporarse. La soltó para ir por la doncella, pero para su sorpresa Triana lo tomó de la muñeca.

— N-no... —murmuró con un hilo de voz—, quédate...

Ante esto el señor Bradley se sorprendió. Él iba a decir algo, pero prefirió no decir nada.

La joven no quería despegarse de su padre, no entendía por qué lo habían hecho, ¿qué había hecho mal? ¿Había algo que ella no sabia?

Su corazón estaba totalmente roto, en pequeños pedazos. Era como si le hubieran arrancado el corazón y lo retorcieran dentro de su pecho.

Se prometió a si misma llegar al fondo de todo, aunque eso le costara la vida.

...

Las calles de Transilvania eran un bonito paisaje. Hacía frío, pero el sol calentaba y alegraba el día.

Era la mañana y Frederick estába en un parque, sentado en una banca. Él tomaba un café que el mismo se había preparado, y estaba orgulloso de ello, era profesional haciéndolo.

Había una gran maleza, árboles de todos los colores, flores, y lo más bonito, los castillos. Era una gran vista a decir verdad.

— Fréderick —llamó alguien de lejos—. Frederick.

El joven de anteojos negros se dio la vuelta para encontrarse con un hombre de galera azul marino, quien traía un sonrisa en.

— ¡Henry! —exclamó el chico. Fréderick le señaló para que se sentara a su lado, algo que el hombre hizo—. Que bueno que haz podido venir. Lamento si te he hecho cambiar de planes.

— No es molestia —replicó con una sonrisa Henry—. Según tu carta dices que nesecitas ayuda, ¿verdad? Dices que nesecitas vampiros. ¿Por qué?

— Hace unos meses un sujeto ha estado asesinando personas inocentes, y ya se nos está saliendo de control.

Henry enmarcó una ceja.

— ¿Han vuelto? —inquirió el hombre.

— Más que antes, querido amigo. Mucho más que antes...

Asesinatos en Terraburgo  [SdS 1] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora