Cap. 4: No llores hermoso emperador
Nos encontramos la noche de tormentas
Ahora que eres fuerte, puedes comprender tu pasado
Ahora que eres hombre, puedes acercarte un poco más a mí
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— Nuestra ciudad no tienen futuro con ese emperador, si tan sólo llegase su muerte pronto ¿Podríamos hacer algo?
— No lo pienses, seremos castigados... si la muerte traemos a esa persona.
— ¿El equilibrio? ¿Acaso es un castigo pagar con desgracia a quién ha hecho desgraciados a tantos?
— No podemos castigarle...
— Mientras nadie se entere cualquier situación será bien recibida — Concluyó el ministro mayor, todos aceptaron, porque la gracia que los dioses otorgaban a su emperador no brillaba como debería de brillar, decidieron castigar de una forma sutil y "justa". Hubo un engaño para el emperador inexperto. Un engaño disfrazado de justicia.
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— El pueblo se reunió en una asamblea, sus súbditos están tan lastimados; temen tanto al emperador, dicen que usted no les ama como un emperador debe de amar a su pueblo, piden se le ponga a prueba a usted, yo no pienso de ese modo — El hombre río entre dientes al ver la cara de preocupación que el emperador tenia, tan inocente y tan bello, pensó el súbdito — Pero ellos quieren ponerle a prueba... no sé qué aconsejar en este momento, su alteza real...
Ling estaba temeroso, temía por Wei, su amigo, abrazaba fervientemente el cuerpo inmóvil de su súbdito.
— Ellos desean que por lo que le sucedió al joven que tiene entre brazos, sea a cautivado. Están dudando de su comunicación con los dioses... si usted ha perdido el contacto con ellos, no podría ser un emperador, por supuesto. —Inquirió otro de los ministros y suspiró hondo — Esta es una prueba difícil alteza, pero estoy seguro que después de esto el pueblo le amará, y por ese joven, no se preocupe, yo me encargaré de cuidarle personalmente.
— Entonces, voy a hacerlo.
— Emperador... tan gloriosa gracia la suya — Murmuró el ministro mayor, dos hombres con el uniforme del ejército entraron y obligaron al emperador a ponerse de pie, Ling jamás había sido tocado... de aquella forma, salieron del palacio, nadie se atrevió a salir de las comunidades aún y a pesar de todo Ling era temido, fue su carroza de siempre la que le esperaba fuera de su templo; cubrieron los ojos del emperador y ayudaron a adentrarse en el carro.
El emperador desterrado... por algunas lunas.
Desterrado a una casona arrumbada a las afueras de su imperio.
Una casona perteneciente al padre de Wei.
— Emperador, mi señor, habrá alguien que se encargue de usted y cuando los ánimos estén silenciosos usted será feliz y nosotros vendremos por usted.
— La gente le amará... Wei Tzu también.
— ¿Tzu? — Cuestionó el emperador haciendo caso omiso a las indicaciones de sus ministros.
— El hijo del filósofo Chuang Tzu. ¿Desconocía usted? — El emperador asintió con la cabeza, ahora se explicaba por qué Wei hablaba tan hermoso, ignoró el falso nombre dado porque había otras cosas por qué preocuparse.
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Placeres del melocotón mordido • FINALIZADO |BL|
RomanceUna leyenda de la dinastía Zhou, hacia el año 500, habla de: Un emperador, un súbdito y un melocotón.