Capitulo 28: Promesa.

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En un lugar lleno de hierbas un hombre, estaba ordenando su agenda, tenia muchos planes, y quería compartirlos con su esposa, aun le era extraño decirlo pero la realidad es que el la amaba, no sabia en que momento decirlo, ya que no deseaba presionarla, asi que esperaría. Camino a la tienda ya que estaba en su almacen porque escucho la campana, el pocionista cuando vio de frente a esa persona sonrio con sarcasmo, la verdad es que esperaba esa visita.

-     Padrino,- hablo el hombre de cabellos rubios.

-     Draco,- respondió el susdicho.

-     Quiero que hablemos de Hermione,- el pocionista levanto una ceja y respondió.

-     No se que diablos quieres, pero adelante,- respondió sin ganas.

-     Solo quiero saber que sientes por ella,- cuestiono sin mas.

-     Eso no te interesa, y si eso es todo largo,- ordeno enfadado.

-     Soy su hermano tengo el derecho,- afirmo el joven.

-     Según por lo que me dijo Hermione ya no tienes lazos con ella, pues la desterró,- el rubio negó.

-     El solo esta molesto, solo quería que temiera pero ya se dio cuenta que Hermione no le interesan las amenzas, asi que,- fue interrumpido.

-     Es igual de necio que ella, ya que sabes ella no cedera ante las amenzas de Lucius,- el rubio asintió.

-     Mi padre aun no se da cuenta que Hermione es toda una Gryffindor, que a ella no le interesa el dinero de mis padres, que por ella su fortuna es totalmente desechable.

-     Es lógico Draco ella es independiente, una mujer que no quiere depender de nadie ni siquiera de mi, ha aceptado mi dinero,- el rubio sonrio sarcástico.

-     Asi que Hermione se niega a que le des regalos,- el pocionista levanto una ceja.

-     Crees que soy como tu, yo no doy regalos, pero es mi obligación,- el pocionista pareció reacciones,- ademas que demonios hago dándote explicaciones lárgate,- ordeno enojado el hombre de vestimenta negra.

-     Bueno yo vine por una sencilla razón, quiero que me ayudes a que Hermione hable con mi Padre,- el pocionista estaba a punto de soltar un comentario sarcástico, cuando recordó la cara de tristesa de la rubia al saber que estaba peleada con su Padre, a pesar de todo lo quería. Y seria un gran alivio para ella, arreglar la situación con el.

-     Que se te ocurre Draco,- hablo el pocionista ante la incredulidad de su ahijado.

-     De verdad asi de fácil no te opondrás,- dijo con burla el joven Malfoy.

-     No tienes tu suerte,- el rubio levanto sus manos en son de paz, mientras que el pocionista escuchab con antencion el plan de Draco.

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Una rubia caminaba por los blancos pasillos de San Mungo, habia recibido una nota de su hermano que la deseaba ver en su despacho, estaba a punto de rechazar la propuesta cuando su esposo le mando otra nota diciéndole que no podría comer ese dia juntos como le habia prometido, la rubia no muy feliz con la noticia decidio responder afirmativamente a su hermano. Cuando llego al despacho observo una figura alta de cabello rubia idéntico al de ella, la rubia endureció sus facciones al percatarse que frente a ella, estaba su Padre, la puerta se cerro con un golpe sonoro, provocando que el patriarca de la familia Malfoy hablara.

-     Draco que bueno que llegas no tengo todo el tiempo,- hablo mientras giraba su cuerpo para ver a su hija frente a el. Lucius Malfoy un hombre siempre imponente nunca se habia sentido tan feliz, en su vida al ver a su hija, ella a pesar d esu rebeldía era su orgullo, ya que fue lo que siempre quiso de su heredero, que tuviera un puesto en el ministerio, ya que a pesar de que el sabia que ella, era por el momento un simple auror, mas adelante con su cerebro llegaría lejos, con ayuda de el. Solo que en ese momento ambos estaban enfadados ya que al padre se le ocurrió amenazar a la única persona que se habia atrevido a desafiarlo, eso en lugar de llanarlo de odio, lo hacia de orgullo al ver que su hija, era toda una Malfoy.

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