💭 𝖱𝖾𝗇𝖽𝗂𝖽𝗈 | 17

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Pocas cosas eran contradictorias en la vida de Dazai Osamu

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Pocas cosas eran contradictorias en la vida de Dazai Osamu. Nada solía escapar de su control, y si lo hacía, normalmente era él quien ponía el límite de hasta dónde podía llegar ese descontrol. Sin embargo, Nakahara Chuuya era una contradicción en sí mismo. Podía incluso dar su vida por aquellos que le traicionaron, aunque es quien más valora la lealtad. Clamaba que lo odiaba, pero confiaba en él hasta con su propia vida.

Si eso no era una contradicción, no sabía qué lo sería.

Por otra parte, Dazai sentía que jamás podría desenredar a la perfección toda la telaraña de sentimientos que Chuuya guardaba dentro. Llevaban dos años juntos, y aunque Dazai ya podía decir a la perfección las reacciones y los movimientos de Chuuya en relación a sus planes y estas predicciones solían cumplirse a la perfección, Dazai sabía que no estaba ni cerca del verdadero Chuuya. El pelirrojo se encargaba de enmascarar sus verdaderos sentimientos mejor de lo que Dazai lo hacía. Quizá era porque muchas veces se escudaba en su personalidad ya de por sí ruidosa mientras que Dazai tan solo se callaba o hacía alguna broma.

Dazai sentía que lo odiaba, pero no de la manera que odiaba a Mori, o en la manera en la que odiaba los planes mal ejecutados. Era uno diferente, uno que ni siquiera sabría si calificar como odio como tal. Detestaba que sus ojos azules brillasen tanto cuando sonreía y que su pelo le recordase al atardecer, pero no era culpa de Chuuya como tal. Odiaba también que siempre fingiese estar bien frente a sus subordinados y que todos se tragasen su pequeño acto, todos menos Dazai. Dazai podía ver cuándo estaba triste, porque sus ojos no brillaban tanto, pero sabía que Chuuya lo negaría si preguntaba, porque era así de terco. Odiaba su cabezonería y su precipitación a la hora de hacer las cosas, sin escuchar ni un segundo lo que Dazai tuviese que decir.

Pero lo que más odiaba de él definitivamente era su voz.

—¡Dazai, escúchame cuando te hablo!

—Lo siento, solo oigo ladridos. Si pudieras hablar mi... ¡Chuuya, eso duele! —dijo cuando Chuuya le pisó con rabia.

—¿Ahora hablo tu lenguaje? —preguntó irónico, aplastando más su zapato contra el suyo.

Dazai apartó el pie tras un pequeño forcejeo con Chuuya, y este acabó suspirando.

—¿Se puede saber qué te pasa últimamente conmigo? Estás insufrible, más que de costumbre —se cruzó de brazos, levantando la barbilla en un intento de que pareciese que estaba a su altura.

Una pena que, a pesar de tener ambos diecisiete, la diferencia de altura fuera de unos buenos diez centímetros y contando.

—A lo mejor es que tengo cada vez más problemas para verte, cada vez te encoges más.

Chuuya tiró de su corbata y le obligó a bajar hasta su altura.

—¿Ahora me ves mejor?

—Ahora me estás rompiendo la espalda.

 千𝚒𝚛𝚎𝚠𝚘𝚛𝚔𝚜 𝚋𝚎𝚗𝚎𝚊𝚝𝚑 𝚘𝚞𝚛 𝚜𝚑𝚘𝚎𝚜Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang