Capitulo 39

260 59 19
                                    

Y al final de ese extraño martes había cuatro corazones heridos. Uno de ellos tomó un taxi para ir dónde sus padres, la otra estaba escondida en su habitación de la universidad, el otro corrió lejos de la mujer que lo había herido y la última en brazos de su padre no dejaba de suspirar.

Porque al final del día por más que Kattia y Jared estuviesen viviendo una vida de adultos a sus diecinueve años, había momentos donde ellos aún necesitaban los brazos de sus padres

¿Por qué la vida era tan injusta con ellos? Ninguno de ellos paraba de preguntarse

¿Por qué Dios?

Un matrimonio que pendía de un hilo, un ministerio prácticamente destruido y una mujer que se sentía tan abandonada como en el principio.

Dios pudo haber evitado todo esto, pero... ¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué permitirlo?

×××××××××××××××××××××××××××××××××××××

Jared se baja del taxi y le paga la carrera al señor, finalmente estaba en casa, necesitaba los brazos de su madre y un chocolate tan rápido como fuese posible. Aún conservaba las llaves de su antiguo hogar así que simplemente entró en ella, había un delicioso aroma a pastel. Se deshizo de sus zapatos en la entrada y camino hasta la sala dónde estaba su madre sentada viendo la televisión mientras su padre se movía en la cocina como si de un experto se tratase.

—¿Jared? — dice este en cuanto lo ve y arruga la cara —¿Estás bien hijo? — le pregunta, pero él ignora a su padre. Su madre se ha levantado del sillón cuando lo vio.

—¿Hijo todo bien? ¿Dónde está Kattia? — le pregunta, pero para el joven es como si todo se escuchase en segundo plano.

Simplemente abraza a su madre y comienza a llorar, está cansado, no sabe qué hacer. Le dijo a Kattia que le enviaría un abogado, pero ¿Realmente va a poder?

La señora Nina sin saber muy bien lo que le acontece a su hijo lo abraza y le acaricia la espalda.

—Está bien amor, está bien — le dice y se sienta con él en el sillón. Enzo Blackwell se acerca a su esposa e hijo sin saber qué hacer, pero sintiendo ganas de llorar. Para él siempre ha sido una debilidad ver a Jared llorar, para él es algo realmente difícil. Se sienta junto a ellos y ambos le acarician la espalda a su hijo esperando que el pequeño Blackwell hable.

Es todo lo que pueden esperar, su pequeño luce cansado y no abre los ojos mientras las lágrimas le brotan como si de cataratas se tratara. ¿Qué pudo romperlo así? Él no llora por cualquier cosa.

—Papá — llama Jared —¿Puedes hacer chocolate por favor? — le dice y su padre asiente con la cabeza. Jared sigue luciendo como el niño de diez años que cuando las cosas no salían como él esperaba corría a sus brazos por una taza de chocolate haciendo fuerza para no llorar. Pero el pequeño siempre ha sido muy sensible, siempre termina llorando.

×××××××××××××××××××××××××××××××××××××××

Allen salió de casa de los jóvenes Blackwell desesperado, pero más que nada asustado. Debió escuchar a su hermana cuando le decía que tuviera cuidado con lo que hacía, debió haber escuchado la voz de Dios cuando comenzaba a alejarse, pero esa mujer se le metió por los ojos directo a la cabeza y el corazón. ¿Quién no iba a enamorarse de esa pelirroja? Fingió ser atenta, estar soltera, fingió quererlo y después de que Marlene lo abandonara necesitaba todas esas atenciones, por eso cayó tan rápido en los encantos de Kattia.

¿Por qué ella le haría algo así? Estaba casada, por poco lo llevaba a pecar el día de ayer, o bueno, quizás él ya había pecado en su corazón hacia largo rato atrás, pero seguía sin entender. ¿Cuál era el objetivo de Kattia?
Aunque al final él había sido un imbécil, el diablo le había puesto la fruta prohibida en bandeja de plata y él a pesar de que Dios le estaba gritando que no la tomara, lo hizo, tomó la fruta y estaba dispuesto a comérsela si no hubiese descubierto que era una fruta venenosa, que era letal.

Give Me Faith © | Novela CristianaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant