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| Dedicación: onewisty | 

Capitulo quince: Interrogatorio.

El amor es un maldito fastidio, especialmente cuando también está unido a la lujuria.

Abel y yo compartimos una mirada confundida y luego, él miró a sus hermanos, quienes tenían el ceño fruncido de igual manera

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Abel y yo compartimos una mirada confundida y luego, él miró a sus hermanos, quienes tenían el ceño fruncido de igual manera. Grace había salido de su trance para unirse también al club de los ceños fruncidos.

—¿Por qué los llaman juntos?—Susurró entonces Grace.

Me encojo de hombros al mismo tiempo que Abel desliza su mano por mi espalda baja para instarme a caminar, lo hago sin reparos. Las miradas no se despegan de nosotros, siguiendo nuestros pasos como si fuéramos la jodida cosa más interesante que han visto en todas sus vidas. Miro de reojo a Abel, quien tiene su vista hacia adelante, su cabello castaño cae en ondas por su frente y sus labios se fruncen despreocupados, sus parpados tranquilos. Él siente mi mirada y me observa de reojo, tensando ligeramente sus dedos en mi jersey, pero, en realidad sentía que sus dedos estaban traspasando toda la calidez de mi piel.

Di una mirada hacia atrás y pude ver como Aleph murmuraba "cuidado" solo con los labios, sin usar su voz.

«Si, sé leer los labios.»

El oficial nos miró de arriba a abajo y nos acompañó hasta dentro de la oficina improvisada, donde solamente había una mesa con dos sillas de frente en el centro.

—Tomen asiento.—Señala una mujer que no había visto hasta ese momento en que hablaba, estaba recostada de la pared y ahora se dirigía hacia una de las sillas. Sus tacones resonando cuando chocaban cortamente con el suelo.

Sentí el vacío que dejó Abel cuando quitó de su mano de mi espalda, pero no di indicio alguno de aquello y solo me senté en la silla, mientras Abel se recostaba de ella. Me sentí mucho más segura cuando pocos segundos después, sentí su muslo rozando mi brazo... a propósito.

—¿Qué relación hay entre ustedes?—La mujer ni siquiera se presentó. Bebió del café que tenía en su mano y nos observó de hito en hito esperando una respuesta. Yo alcé una ceja y dejé que Abel respondiera.

—Es la becada.—Me señaló.—Mis padres costean la beca y ofrecieron nuestra casa como alojo.—Su voz era tranquila, natural. Algo me decía que no era la primera vez que Abel era interrogado. 

«Tampoco era la mía.»

—¿En que tiene que ver nuestra relación con el jodido homicidio?—Susurré, acojonada.

«No joder, no otra vez...»

La mujer asintió, apuntando no sé qué en su cuaderno.—¿Tienen relación con el....—La interrumpí.

—¿Enserio creen que uno de estos adolescentes de 17 años asustados por entrar a la universidad mataría a una turista por diversión?—Chasquee la lengua. Estaba enojada de la manera tan descuidada e indirecta en la que culpaban a un simple menor.—Escuché por ahí que creen que es un asesino...serial. Claro, siendo yo una asesina dividiría mi tiempo en ir a la escuela y matar turistas a diestra y siniestra, ¿no?—El oficial de la puerta dirigió sus manos a su cintura, donde descansaba su arma, alerta y dispuesto a balacearme en ese instante. Putamente ilegal. Abel se removió intranquilo, y lo siguiente que vi fue su espalda cubriéndome.—Es solo un ejemplo.—Finalicé con ironía. Abel no se movió hasta que el hombre soltó el arma.

Riox. © ✔️ [DL #1]Место, где живут истории. Откройте их для себя