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| Dedicación: FromSegovia |

Capítulo cuarenta y dos: Desastre.

Cuando uno esta rodeado de tinieblas, la única alternativa es permanecer inmóvil hasta que sus ojos se acostumbren a la oscuridad.

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Sentía una pesadez en el estómago que no me molestaba por completo, era suave y cálida, muy cómoda y reconfortante.

Mis ojos se apretaron, pestañeando para acostumbrarse a los molestos rayos del sol que daban de lleno contra mi rostro, las ventanas de Kerman no estaban cubiertas en su totalidad. Me gustaba la sensación aliviadora del calor en mi rostro que contrastaba con el frío del aire acondicionado que se concentraba en mis huesos, el pequeño detalle de que mi cuerpo estuviera desnudo no ayudaba en lo absoluto.

El rubio aún dormía plácidamente con su cabeza recostada sobre mi vientre, su cabello me provocaba leve cosquillas que lejos de molestarme me hicieron esbozar una pequeña sonrisa. Su cabello despeinado me llamaba a  gritos, no aguanté mis impulsos y deslicé mis dedos por su cabellera suave, Kerman ronroneó y se apegó más a mi vientre, abrazándome por completo. Sus labios se fruncieron hacia adelante y soltó una respiración pausada que destensó un poco sus brazos a mi alrededor.

En ese instante, las alarmas de mi cabeza resonaron.

¡Teníamos que ir al college!

Sin embargo, Kerman apretó mi cintura cuando sintió que me removía debajo de él.—MountBatten, no. No tenemos clases, el college cerró por la muerte del Hudsonne perdido. Tranquila...

—¿Cómo sabias que...hmm...?

—Te conozco, Phoenix.—Susurró, sus labios provocaron pequeñas cosquillas en mi piel cuando habló.

—Puede que sea la segunda o tercera vez que dices mi nombre en el tiempo que llevamos conociéndonos.—Mordí mi labio inferior mientras me relajaba nuevamente. No sabía cómo Kerman se había dado cuenta sobre lo que estaba a punto de ponerme como loca.

—Duerme, ¿si?

—No podría. Ya estoy completamente despierta.—Solté una suave risa y negué con lentitud.—De igual manera, tenemos cosas que hacer. Levanta tu rubio culo.

Se levantó, me observó de reojo y se desperezó sin importarle un pepino que estuviera desnudo y con un amiguito bien despierto y venoso.

La imagen era arrebatadoramente sensual.

—¿Necesitas ayuda con eso?—Gateé provocativamente hasta la orilla de la cama, dejé mis labios entreabiertos y bajé la mirada desde sus ojos hasta la punta de su polla para luego subirla con lentitud por sus abdominales marcados, su pecho fuerte que se descontrolaba con su respiración pesada, y nuevamente a sus ojos.

Riox. © ✔️ [DL #1]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora