Capítulo 4: Compromiso

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En la ciudad de arena, Shalín, el Rey Escarabajo, contempla la tarde del medio día a través de su trono con una expresión nefasta y aburrida. Sus pensamientos son interrumpidos por Nalhia, la reina, cuando ésta llega a la gran sala con una cara de molestia.

-¿Qué quieres ahora, Nalhia? –Pregunta el rey con desgano, sin siquiera molestarse en verla.

-Quería ver si estabas listo, aunque es obvio que no.

-¿Listo para qué? –Pregunta extrañado al voltearla a ver, pero sin mucho ánimo.

-Se nota que no has puesto ni el más mínimo esfuerzo en ponerte al corriente con tus responsabilidades como Rey Escarabajo.

-¿De qué hablas? Estoy trabajando.

-¡Solo estás sentado en tu trono sin hacer nada! –Expresó Nalhia, molesta.

-¿No es lo que hacen los reyes? –Preguntó Shalín sarcásticamente, viendo a Nalhia fijamente, con su cabeza apoyada en su muñeca derecha. -¿No se supone que tengo todo un consejo de nobles, con distintos trabajos cada uno, para que yo no tenga que molestarme en tan siquiera mover un dedo? Juro que nunca vi a nuestro padre hacer otra cosa más que sentarse aquí y enojarse conmigo.

-Ser rey implica más cosas, Shalín.

-¡¿Cómo qué?! ¿Mmm? ¿Qué más quieres que haga? ¿Azotar a un par de personas para completar la cuota? ¿Es eso?

Tras esta sobrerreacción, Shalín agarró un látigo dorado que se encontraba en una bandeja al lado del trono. El rey se levantó y vio al guardia que tenía a su izquierda.

-Tú, eres mi guardia personal ¡Protégeme! –Dijo antes de azotar al hombre en la espalda. -¡Sigan protegiéndome! –Les ordenó a sus guardias mientras azotaba al hombre de la derecha. -¡Protéjanme más fuerte! –Shalín azotaba una y otra vez a los guardias, quienes, obviamente, trataban de disimular, manteniendo sus posiciones sin inmutarse.

-¡No seas tan infantil, Shalín! –Gritó Nalhia.

-¡¿Entonces qué más tengo que hacer como rey?! ¡¿Eh?!

-¡Estaba hablando del Convite de los Cinco Reinos!

Shalín se quedó estático tras escuchar esto. Después dejó caer el látigo y se sentó dramáticamente en el trono.

-Agh, maldita sea. ¿Cuándo es? –Preguntó el rey con desgano.

-Hoy... Y ya vamos tarde. –La expresión del rey era de una molestia considerable. –Este es un compromiso que ni tú puedes cancelar, Shalín. –Le recalcó la reina.

-¿Por qué mi padre tenía que morirse ahora? Hubiera esperado un poco más. –Suspiró Shalín. –...Bien, como sea.

El rey se levantó de su trono, bajó los escalones de éste y se disponía a dirigirse hacia otra cámara cuando fue interrumpido por Nalhia.

-¿No deberías hablarle a alguien de confianza?

-¿Para qué? –Preguntó molesto.

-Para que administre el reino en el tiempo en el que tú no estés aquí.

-¿Administrar qué? ¿Que el sol se ponga?

La reina veía molesta al rey.

-Agh... No he tenido tiempo de conocer a la corte real como para elegir a alguien.

-El general Khalin parecía haberse ganado la confianza de mi padre. Supongo que él podría hacer el trabajo.

Shalín no parecía muy emocionado con la idea, pero no le interesaba seguir discutiendo. -...Sí, está bien. Pero tú serás quien lo busque. –Dijo mientras comenzaba a retirarse. –Ral, lleva al portal de agua al personal que enviaremos a la reunión. Tengo que buscar a mi hijo. –Dijo dirigiéndose a un señor anciano y descuidado, de barba larga, piel morena y pelo canoso.

Historias de un mundo olvidadoWhere stories live. Discover now