Capítulo 3

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Esa tarde en la enfermería Albus dejó de lado el tema en el momento que sus hermanos y primos entraron corriendo para preguntar por su lesión.

Los días siguientes no volvió a encontrarse con Scorpius, solo una vez a la hora de la cena coincidieron, pero aparte de eso al parecer sus horarios estaban destinados a nunca encontrarse.

La realidad que Potter desconocía es que mientras él yacía leyendo en la biblioteca en cada descanso, el banco a unos metros de él por primera vez se había quedado vacío durante mucho tiempo.

Scorpius comenzó a faltar a sus reuniones en la biblioteca para adentrarse en los peores lugares y reunir información en nombre de su padre. Sus varias visitas al bosque prohibido, así como el traslador en forma de anillo que recientemente había adquirido, eran claros testigos de su ausencia.

Recientes noticias de Azkaban habían comenzado a inquietar a más de uno en el ministerio y quizá también en Hogwarts.

Una de esas tantas noches donde el insomnio se hacía presente en el joven Gryffindor, y las cuales se habían vuelto tan recurrentes desde el accidente en el juego de quidditch, Albus leía sentado al borde de la ventana de uno de los tantos pasillos del castillo.

Podría ser un estudiante de excelencia y sumamente tranquilo, pero al igual que su padre el escaparse de repente era uno de sus hobbies preferidos; Especialmente a partir de esta noche.

Repasando el libro de herbología los ojos de Albus brillaban al leer sobre el geranio colmilludo, una de las plantas más peligrosas en los invernaderos de Hogwarts.

Repentinamente un fuerte destello a lo lejos del castillo hizo que apartara la mirada del libro, notando que al parecer provenía del bosque prohibido. La súbita luz fue tan intensa que logró despertar su curiosidad como un tifón en pleno apogeo.

Dudó durante unos segundos en ir a buscar a alguien o continuar solo, mas al pensar que sus hermanos o primos no estarían dispuestos a estas horas, así como al parecer nadie en el castillo, cerró decididamente el libro y se colocó los zapatos que había dejado a pie del ventanal; Por supuesto, de la repisa del mismo tomó la capa de invisibilidad por la cual Ginny, Harry y James habían tenido un buen debate cuando este último propuso dársela como obsequio de cambio de año.

Envolviéndose cuidadosamente de pies a cabeza rápidamente emprendió su andar hacia los pasillos principales. En el trayecto contempló la forma de salir sin ser visto, bien podría apostar por la puerta principal, pero lamentablemente no poseía una botella de felix felicis y no creía poder salir sin ser descubierto.

Las demás salidas también yacían bloqueadas, en parte culpaba a su padre que delató todos los puntos débiles de Hogwarts, pero... siempre que invocase a su escoba en uno de los tantos patios estaba seguro de poder salir, más aún con la ayuda de la capa.

Así lo hizo, a pasos rápidos llegó hasta el patio donde una imponente fuente yacía en total silencio, semi oculta por las sombras de la noche.

Sacó su varita y estaba a punto de conjurar el hechizo cuando una mano se posó en su hombro haciéndolo brincar del susto.

- ¿Qué crees que haces? - al escuchar esa inconfundible voz pudo respirar aliviado, lo cual poco duró pues al voltear y encontrarse con la mejilla manchada de sangre del mayor su pecho se llenó de una inexplicable molestia que lo hizo contener el aliento.

- Tu cara- mencionó intentando sonar tranquilo ante el sentimiento de incomodidad mezclado con angustia que se apoderó de su sentir.

Scorpius inmediatamente lo soltó, cubriéndose la mejilla con un claro gesto de disgusto.

AmortentiaWhere stories live. Discover now