Capítulo 13

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‒Aún no me creo que la patrona esté muerta‒decía Ruby, mientras limpiaba los muebles del salón

‒Sinceramente...Ni yo‒dijo Elsa ‒Vivíamos también en la capital. Regina era feliz, llena de vida, de planes, de sueños...Pero todo cambió cuando puso sus ojos en Emma.

‒Disculpe, doña Elsa, pero la señora no tiene culpa de...

‒¡Claro que la tiene!‒interrumpiéndola abruptamente, Elsa se levantó y se puso a caminar de un lado a otro ‒Ese amor la cegó...Tanto que la familia de Emma se aprovechó de los sentimientos de Regina para salir de la mierda en que se habían metido. Ellos están bien, las deudas han sido pagadas y toda la fortuna de Regina pasará a Emma.

‒La señora no es como la madre y el hermano...

‒Quizás no. Pero hoy, Regina estaría viva si no se hubiese cruzado con ella...

Desde lo alto de las escaleras, Emma escuchaba con mucho pesar todo que Elsa pensaba y decía sobre ella. La maldad de esas palabras se hundió hondo en su dolor y volvió a su cuarto con un peso insoportable en su pecho. Al llegar a la conclusión de que Elsa tenía razón, Emma empezó a hacer las maletas.

‒Señora, ¿qué está haciendo?‒preguntó Ruby

‒Me marcho, Ruby‒dijo llorando‒No tiene sentido que siga aquí sin Regina.

‒¿Y a dónde va?

‒No sé. Quizás le pida ayuda a una amiga de la ciudad o...

‒Pero señora, esta hacienda y todo lo que le pertenecía a la patrona ahora es suyo. No tiene que pedir ayuda a nadie.

‒Nada de esto me pertenece, Ruby

‒Entonces, al menos vaya a casa de su madre, en la ciudad. Allí estará segura, señora

‒Si mi madre no me dejó quedarme cuando estaba embarazada, imagina ahora con un hijo bajo el brazo‒rió tristemente, sentándose desolada en la cama

‒Pero la casa está vacía. Su hermano y su madre no están allí. Además, la patrona dejó claro que aquella casa le pertenecía a usted.

Los ojos verdes de Emma se iluminaron, y ella parpadeó varias veces, confusa.

‒¿No están? ¿Y adónde se han ido?

‒Bueno, doña Elsa comentó que la patrona los sacó de allí cuando se enteró de que ellos la habían expulsado. Parece que están viviendo en la hacienda, pero la casa de la ciudad está vacía. Las llaves están en el despacho de la patrona.

‒Regina no me contó nada...

‒Quizás lo olvidó, o quizás no quiso preocuparla. La señora estaba muy nerviosa...

Emma suspiró, no quería tener que volver a aquella casa. No solo por los recuerdos que la perseguirían allí dentro, sino también porque aunque dijera lo contrario, aquella casa pertenecía a Regina. Su deseo era mostrarle a Elsa y a cualquiera que pensara igual sobre ella que su interés por Regina nunca había tenido que ver con bienes materiales. Sin embargo, no podía correr el riesgo de pasar sus noches en la calle con su hijo en brazos. Así que, se tragó su orgullo y recibió las llaves que Ruby le daba.


En los días que vinieron, Emma empezó a restaurar los finos vestidos de las señoras importantes de la ciudad, a fin de cuentas, tenía que alimentar a su hijo y mantenerse ella. Se enteró de que Killian había conseguido recuperar su puesto de teniente después de identificar a los agresores que lo habían mantenido en cautiverio durante un largo tiempo, y se sorprendió de que ninguno de ellos señalara a su hermano David como el cerebro. Aunque no dudaba de que David podía haber sido capaz de hacer eso, se sintió feliz de que no fuera mencionado, y también se sintió feliz de que Killian pudiera recomenzar su vida.

DesasosiegoOnde histórias criam vida. Descubra agora