Capítulo 14

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‒¿Qué estás haciendo aquí, Emma?‒preguntó Elsa, claramente a la defensiva.

‒Necesito hablar contigo‒dijo ella

‒Eso es obvio.

‒Entonces, ¿por qué preguntas?

Elsa frunció el ceño, una sonrisa afectada brotando en el canto de sus labios.

‒Muy bien, vamos a conversar‒dijo ella, señalando el sofá

‒Necesito la dirección de Regina en la capital

‒¿Para qué?

‒¿De verdad necesito responder a eso?‒se esforzó para que su voz no fallase

‒La has herido mucho, Emma. Besar a aquel hombre delante de ella, después de todo lo que él hizo...

‒Yo no lo besé‒la interrumpió‒Amo a Regina y tengo que arreglar las cosas

‒¿La amas? ¿Por qué será que ya no consigo creerlo?

Una pesada tensión cayó sobre ella, y las palabras de Elsa causaron el mismo daño que una bofetada en pleno rostro. Incapaz ya de controlar las emociones, Emma parpadeó con lágrimas en sus ojos, intentando recomponerse.

‒No tienes idea de cuánto la amo‒dijo Emma, levantándose del sofá ‒No sé si va a querer que vuelva con ella. En realidad, ni sé si ella me va a querer mirar a la cara, ya que ni yo misma consigo mirarme. Pero necesito verla, necesito hablar con ella, necesito decirle que siento mucho todo lo que ha sucedido‒inspiró hondo, secándose una lágrima ‒Pero no te atrevas a decirme que no la amo, porque estás equivocada.

La expresión implacable de Elsa dio lugar a la compresión y compasión. Se levantó, fue al despacho, escribió algo en un trozo de papel y regresó.

‒Aquí tienes la dirección‒dijo entregándosela a Emma ‒Le pediré a Robin que te lleve, pero por favor, deja al bebé aquí. El viaje es muy largo para un niño que no alcanza ni el año.

‒No puedo dejarlo. Tengo que amamantarlo y...

‒No se preocupe, señora‒dijo Ruby, apareciendo como de la nada ‒Cuidaré de su hijo como si fuera mío.

Emma asintió, y tras darles las gracias, se despidió del hijo y enseguida partió.


Regina sintió una puntada de envidia cuando una de sus amigas atrajo hacia ella a su compañera y le dio un beso tras anunciar que en breve harían un viaje fuera del país. Inevitablemente ella se imaginó besando a Emma y haciendo un viaje con ella. Se bebió de un tirón la copa de whisky con hielo que su acompañante le había servido y alzó la vista cuando el timbre sonó.

‒No te preocupes, yo abro‒dijo una rubia muy bonita, caminando hacia la puerta.

Cuando la puerta se abrió, los ojos de Emma se pasearon por la mujer que tenía delante, y que llevaba un vestido escandalosamente escotado.

‒¿Puedo ayudarla?‒cuestionó la desconocida, mirándola de arriba abajo

‒Quiero hablar con Regina‒dijo ella, corta y seca

‒Regina está muy ocupada‒rió, dando un sorbo a la bebida que tenía en la mano.

Sin decir nada más, Emma la empujó y entro sin ceremonias. Confusa ante lo que sus ojos veían, sintió un escalofrío al ver a Regina sonreír, divertida en compañía de otras dos mujeres. Cuando sus miradas se cruzaron, la sonrisa de Regina desapareció inmediatamente y Emma pudo leer la pregunta en sus ojos cuando ella se levantó sobresaltada.

DesasosiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora