Ya estábamos afuera con nuestras maletas. Llevábamos suficiente como para unas 3 semanas. Todo se veía completamente diferente. Al final de la calle, había un Oxxo, pero ahora se veía que era un lugar muy sucio y no había nadie dentro. Había basura por todas partes. Fuimos caminando a la fábrica de cohetes. No tengo ni la menor idea de cómo construir un cohete, y parecía que papá tampoco. Llegamos y se veía igual de sucio que el Oxxo. Papá empujo la puerta, pero ésta no se abrió. Comenzamos a buscar aberturas todo alrededor.
“¡Miren!” gritó Gervasio, “¡Encontré un agujero!”
Corrimos hacia donde estaba Gervasio. El agujero estaba bastante pequeño, pero papá y Félix lo fueron abriendo poco a poco. Al fin, logramos entrar. Entonces, ante nosotros vimos un cohete completo. Parecía que los que trabajaban allí, construyeron un cohete y al final nadie lo usó. Llamamos a mamá que se había quedado fuera.
“¡Mamá!” gritamos todos a la vez.
“Ya voy, ya voy” dijo mamá
Cuando llegó, papá le mostró el cohete a mamá. Ella sonrió,
“Muy bien, ya tenemos el cohete. Ahora solo falta aprender a manejarlo.”
Las sonrisas desaparecieron. Es decir, casi todas. Una sonrisa traviesa se asomó de entre nuestros tristes semblantes.
“Mamá, ¡yo sé cómo manejar un cohete!” dijo Félix.
¡¿?!
“¿Cómo aprendiste?” preguntaron mamá y papá mirándolo sospechosamente.
“Encontré una aplicación en mi teléfono que te enseña a controlar el cohete. También tiene muchos videos para que veas bien como es un cohete y cómo manejarlo.” dijo el sonriendo.
Entonces papá nos subió a todos al cohete y metió nuestras maletas para nuestra nueva aventura.
