❝ 𝐂omo el destino de mi estrella guardiana me lo impuso, jamás dejaré de estar a tu lado, aún cuando mi vida esté en peligro, aún cuando tú te opongas ❠
❨人形❩ ⸻ Él falló en su promesa de protegerla, y fue testigo de cómo la mujer que más amaba caía...
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꒱❛ CAPÍTULO SEIS ꒱❞.°୭̥
«Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección».
━━ Antoine de Saint-Exupéry.
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SU cuerpo no dejaba este estado tembloroso con cada paso que daba, experimentando aquellas punzadas que la obligaban a doblegarse del dolor. Se recargó en el pilar más cercano mientras intentaba recuperar el aire. Aún sentía en carne propia los efectos secundarios que obtuvo luego de haber encarado semejante poder. El Cosmos del dios de los muertos no era algo para tomarse a la ligera, de eso ya no le cabía duda, y no creyó que fuera a tener que utilizar tanto de su energía para sellar por un breve momento aquel majestuoso e imponente poder en un intento de salvar la vida de ese chico cuya muerte estaba frente a sus ojos.
Su cabello (claro/oscuro) cayó como cascada en su rostro cuando bajó la cabeza, exhausta, herida. Lo conocía bien, Seiya no cambió en estos años en lo que a su carácter concierne; él iría a por ella las veces que sean necesarias, y debía evitar que eso ocurra ahora que él estaba en él Santuario.
—Deberías estar descansando.
El poder del susodicho dios pronto inundó la sala acompañado de su imponente porte firme y sin escrúpulos. Acompañó su repentino aparecer junto con una explosión de luz magenta que cubrió por breves segundos la zona. Sostuvo entre sus brazos el cuerpo de la mujer que no soportó estar más tiempo de pie y terminó por desplomarse.
El azabache apartó con suavidad y cariño el cabello que cubría el rostro de la mujer.
—No debiste haber hecho eso. Sufriste mucho daño al intentar frenar mi Cosmos.
—No me habrías escuchado —habló la fémina, abrazando el cuello del varón quien de forma nupcial la levantó—. Seiya es importante para mí. Estuvo conmigo desde que tengo memoria, es quien mejor me conoce y por eso quiero conservarlo conmigo por sobre todas las cosas.
El varón de largos cabellos azabache redireccionó hacia la recámara de la diosa, llevándola entre sus brazos, donde depositó el cuerpo de la misma en la cama matrimonial blanca en medio de la habitación iluminada por el claro lunar que se filtraba por los ventanales abiertos, pues las antorchas se encontraban apagadas. Por su parte, él tomó asiento con delicadeza en un extremo del colchón, no sin antes cubrir el cuerpo de su amada con una fina sábana de seda.
(Reader) se rindió ante la debilidad de su cuerpo, tratando de que sus párpados no se cierren otra vez, e intentó mantener fija su concentración en aquel hombre.
—Sabes que él no puede estar aquí —pronunció la deidad mayor, estirando su brazo para trazar un suave camino con la yema de sus dedos en la piel de la mano de la fémina. Siguió su camino hasta detenerse entre sus dedos, los cuales entrelaza con los propios.
