Lágrimas.

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- Hola campeón! Cómo has estado? - pregunté al llegar.

- Te hemos echado de menos! - dijo Gretchen al llegar.

- También los extrañé. - les dije.

- Ya terminé el libro que me diste! Necesitamos ir pronto por más. - me dijo Gunther.

- Claro, siempre y cuando tu madre lo permita. - respondí al mirar a Gretchen.

- Claro que sí! Se ha portado muy bien. - me dijo.

- Y dónde está Hans? - pregunté mirando a todos lados.

- Está dentro, se ha comportado muy mal y no quiere ir con su abuelo. - me dijo.

- Crees que pueda hablar con él? - le pregunté.

- Oh, no, no... no le caes muy bien. - ella dijo.

- Sólo serán diez minutos, si lo veo tomar un arma, salgo corriendo. - dije con una sonrisa.

- Está bien, pero te lo advertí. - ella dijo sonriendo.

Entré a la casa y busqué a Hans. Subí unas escaleras y después de entrar a dos habitaciones encontré la de él.

- Hola muchacho. - dije al entrar.

- No lo enseñaron a tocar la puerta? - preguntó.

- Estaba abierta. - expliqué

- Eso no le da derecho a entrar. - me gritó.

- Oye! Tranquilo amigo... vengo en son de paz, déjame presentarme. - le dije mientras caminaba.

- No tiene que presentarse, sé que es el idiota que le ha estado diciendo a mi mamá que me enviara a casa de mi abuelo. - él respondió con mala cara.

- Sí... soy ese idiota. - respondí haciendo gestos.

- Quiere acostarse con ella? Para eso no tiene que hacer el papel de papá, puede comprar a Gunther con libros, pero yo no soy un niño. - me gritó furioso.

- Cálmate Hans, quieres? Yo no tengo esas intenciones con tu mamá, sólo intento ayudar. - expliqué alzando las manos.

- Mi madre no necesita alguien que la ayude con sus hijos, ella se ha encargado bien de nosotros durante tres años sin que usted apareciera. - gritó.

- Está claro que no está pudiendo contigo. - respondí.

- Y por eso puede tomar la libertad de entrometerse? Diablos, quién se creé que es? - preguntó alterado.

- Tienes razón Hans... no debí entrometerme. - le dije.

- Claro que no! Si yo me voy de aquí, dígame, quién cuidará a mi mamá y a mi hermano? - preguntó enojado.

- Vaya... entiendo, yo... no lo había visto así. - expliqué.

- No voy a permitir que usted siga metiéndole esas cosas a la cabeza a mi mamá! - él volvió a gritar.

- Hans, por favor, tranquilízate un poco. Si tu madre te ve así, sólo pensará que yo tuve razón, y no importa cuanto la quieras cuidar, te enviará lejos de aquí. - le expliqué. Esto hizo que se calmara un poco.

- No me puedo ir. - él dijo.

- Entiendo, yo- usted no entiende. - me interrumpió.

- Entonces no le des razones para que te lleve a otro lugar. - le expliqué mientras lo calmaba.

- No le he dado razones. - dijo mientras arrastraba sus brazos sobre sus ojos tratando de limpiar lágrimas que no terminaban de salir.

- Lo hiciste hace un momento... y con ese comportamiento, aunque trates de protegerla, ella sólo se asustará, va a temerte y créeme... no es el tipo de protección que necesita. - me dijo.

Los libros de Helmut Pfeiffer.Where stories live. Discover now