Capítulo 3

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Cinco horas de viaje que valieron la pena. Cuando llegamos siento ese característico olor de brisa fresca que tanto se sobre-valora, el viento fuerte que vuela mis cabellos junto al aroma. Realmente es una sensación única. 

Nos tocó una hermosa casa, se encuentra en una asociación junto a otras. La que alquilamos está al frente y arriba, tiene un balcón inmenso, una vista hacia la avenida costanera y la playa de la cual nadie quisiera despegarse. Por dentro tiene un pequeño comedor, a su lado le sigue la cocina, hacia la izquierda una habitación con cuatro camas individuales y un toilette, por ultimo sobre el lado derecho habitación con cama matrimonial y respectivo baño. 

Es lindo hogar ¡Y juro que me encanta el balcón! 

Una vez acomodada la ropa, mi familia se entusiasma en ir a la playa así como estamos, sin cambios ni producción. 

Cuando logramos cruzar la avenida y llegar a la arena, me cuesta subir sus montañas, siento la fuerza en mis piernas, pero por dios ¡Qué linda es la playa! 

Se encuentran muchas personas presentes, pero igualmente es hermosa la sensación de caminar en esta zona. Una suave brisa fantástica invade mi cuerpo de pies a cabeza. 

El mar es asombroso, siento mis pies húmedos como acompañan la orilla, las olas desde lejos arrasan con su mayor fuerza, el aroma es genial, todo parece ser perfecto. En este preciso momento siento paz con alegría. Lo aprecio como si fuera la primera vez en la playa y lo fabuloso que es, por esa razón nadie puede quitarme lo especial de este momento. 

Un solo pensamiento cruza sobre mi mente ahora mismo, y se trata de disfrutar estos diez días que empezaron a correr al máximo. 

Pequeño amor de veranoWhere stories live. Discover now