Capítulo 6

99 23 6
                                    

Ya es el día numero cinco en San Clemente, pasa rapidísimo pero procuro disfrutarlo mucho.

Es una horrible mañana, con el cielo nublado y a la noche dan lluvia ¡Que bajón! 

-Buen día dormilona – entra en el dormitorio mi tía – ya tienes el té con leche listo- le sonrío.

Mientras acomodo mi cama para ir a desayunar, escucho como mis primos y mi tía hablan de que hoy si van a la playa, pero a la noche dudan ir al centro por el clima.

Ahora mismo estoy pensando y rezando que la noche esté fantástica.

Me voy a sacar las ganas con ese morocho, no sé, nunca hice esto con un chico, pero no me quiero arrepentir, algo le voy a decir, tengo que animarme. Las ganas nunca jamás.

Siete de la tarde. Fue una linda tarde en la playa. 

Estoy con un short tiro alto acompañado con un top negro strapple corto, nuevamente mis queridas plataformas, los rulos alborotados y el maquillaje de costumbre.

Pienso y pienso en la noche, que salga la luna e invadan las estrellas. ¡Porfa! que esté linda.

Pero lamentablemente estoy en el balcón y  observo que feo está el cielo ¡Uf! Ya estoy triste. 

A mi tía se le fueron las ganas de ir a pasear

 ¿Y Gus? se durmió en el quinto sueño.

Mi cara de malhumor y tristeza se nota de acá a la china... ¡Gracias a dios que existen las primas copadas! ¡Viva!

Angie se está maquillando, me ofreció que vayamos igual nosotras dos a pasear y a tomar algo. Juro que la amo.

Mi cara se transforma. 

Once de la noche. Salimos y mientras caminamos por la avenida costanera le cuento todo sobre el morocho del lugar de los juegos, a lo que responde que ya sospechaba algo, que mis ojos se volaban cuando lo miraba. 

¡Ay! ¿Por qué soy tan obvia? No es lo mío disimular.

Estamos tomando un helado en una zona que queda un poquito lejos del lugar de los juegos. Por cierto es delicioso, tenia hambre. 

-¿Vamos?- pregunta. Observa como tengo la cara media pensativa y tarada diría yo, porque este pibe de verdad me está poniendo cada vez más tonta ¡Dios!

Le sonreí.

-Sí, vamos, y te cuento, algo le voy a decir, no me quiero quedar con las ganas. Aparte no lo voy a ver más cuando nos vayamos y... me derritió. El se lo buscó ¡Eh!

Se ríe ante mi confesión. 

-¡Que tremenda eres! A ver, ¿Qué le vas a decir?- prosigue sonrojada. 

-Mmm, no sé, no sé. Le podría decir eres un bombón, o no no, estas tremendo pibe. Para- me detengo un instante para refregarme las manos en la cara con una sonrisa estúpida- tengo algo mejor ¿Cuántos puntos vales? – mi cara otra vez es un tomate. 

Angie estalla en una carcajada y claramente yo también. 

Doce y media. Ahora mismo estamos yendo a los juegos. Me encuentro nerviosa pero a la vez re confiada. El plan es el siguiente, primero Angie me va a juntar algunos tickets con su tarjeta, y después me los va a dar a mí para retirar los premios aprovechando que esta el morocho atendiendo esa parte.

La espero afuera y el morocho no me puede ver ¡Todo estupendo! 

-Listo- llega Angie con los tickets para colocarlos en mi mano– todo tuyo- sonrío ante sus palabras. 

Decido entrar y espero en la fila porque hay dos señoras retirando premios. Aunque estoy media inquieta, debo relajarme. Respiro, exhalo, respiro y dejo de respirar porque ya se van. ¡Voy a morir! 

-Hola- le digo sonriendo de punta a punta. Me mira demasiado- ¿Qué puedo retirar con estos tickets?- finalizo. Mientras se fija mis nervios no dejan de recorrerme de pies a cabeza. 

-Caramelos, golosinas- prosigue a la vez que cuenta los tickets. Pienso sinceramente que esto es y será siempre un robo.

-Ah listo gracias. Voy a seguir juntando- me río.

-Pero los puedo pasar a la tarjeta si quieres, guardarlos.

Me quedo tildada ya que no entiendo. Logro reaccionar tarde. 

- No, no. Deja no pasa nada aparte no la tengo acá.

Sus ojos no se despegan de los míos. Soy muy obvia creo.

¿Qué hago? ¿Le digo o no? Fue. ¡Me tengo que animar! ¡Si! 

-¿Y vos cuantos puntos vales?- exclamo sonriendo mientras guardo los tickets y por dentro me estoy riendo a más no poder por decirle eso. Espíritu adolescente muchachos, a do les cen te.

-¿Eh? – acota algo confundido. Lo miro a los ojos fijamente y sigo sonriendo como una estúpida. 

-¿Y vos cuantos puntos vales?- repito sin que me importe nada. Se ríe sonrojado ¡Se ríe sonrojado! ¡Alerta! 

-Y no se...- continúa hablando pero ya no puedo escuchar bien lo que dice.

Mis ojos están pegados a los suyos ahora mismo. Siento mi sonrisa intacta, sin modificarse, y mi mirada que se vuela en su cara, sus ojos, su coqueteo que me hace sonrojar todavía más, me siento feliz, siento mariposas en la panza. Es un momento hermoso. Minuto de oro, pero en mi corazón es eterno ahora mismo.

Los dos sonriendo, poco a poco me alejo para irme. Con sonrisas pintadas acabamos de terminar esa escena.

-¡Ay! ¿Qué paso?- pregunta Angie entusiasmada de escucharme- pude ver como sonreía eh, tremendo.

-¡Ay dios! Que lindo momento. ¡Me muero! Solo me importaron las sonrisas y las miradas, le dije eso de ¿Cuántos puntos vales? Y contestó algo de y no sé sonrojado. Después continuo diciendo algo mas pero no pude escucharlo, hablo muy bajo y no daba para preguntarle de vuelta que me diga.

-¡¿Cómo no lo escuchaste nena?!

Ay es verdad, bueno, no quería preguntarle devuelta, capaz que quedaba mal. 

-Bueno, no sé, ay me concentre en sus ojos nada mas y en la sonrisa ¡Perdón! Igual no me arrepiento, por lo menos le dije eso es importante y que no me ignoró, al contrario, se sonrojó. Veamos el lado positivo porfis. 

-Ay bue, está bien. Qué chica...

Igual si, lo tendría que haber escuchado. Pero bueno, mientras me hablaba sonreía, eso es bueno ¿Verdad?

Pequeño amor de veranoWhere stories live. Discover now