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Chan Yeol había llegado al taller de arte en cuestión de minutos, un salón amplio en el primer piso que contenía relación a todo lo que se fuera a usar para las clases de pintura; paletas, pinceles, espátulas, tubos de pintura (en cantidad), papel o cartulinas y aparadores de manera que se usaban para apoyar la cartulina y comenzar a hacer algún dibujo que se tuviera en mente o que el tutor indicará en clase.

Esa área de la escuela era de su gran interés por escogerlo como la distracción perfecta para liberar algún sentimiento que cruzaba por su persona a través de algún paisaje que dibujaba. Por eso, solía pedirle las llaves al conserje para entrar al salón cuando quisiera. Y como había creado una amistad con aquel adulto mayor, no había problema en conseguirlas.

Aunque, en esta ocasión, él solo se mantenía leyendo las instrucciones de un envase de pintura como distracción en lo que esperaba a Baek Hyun que tardó varios minutos en aparecer.

Creyó que no vendría por el tiempo que estuvo tardando, pero, ahí estaba, en el marco de la puerta y atrayendo su atención cuando pronunció su nombre y no pudo contener una sonrisa por haber conseguido su objetivo.

Tuvo que ser rápido, evitar una conversación extensa e ir directo al grano, donde reveló una frase que solía alborotar siempre a sus "víctimas" porque eso es lo que buscaban de él: hacerlo admitir que se sentía atraído, aunque eso solo era una farsa, un simple truco que esta vez no consiguió una reacción rápida de "sí, yo también siento lo mismo", sino un gesto de sorpresa y cierta confusión en la cabeza de Baek Hyun por responder con un: "¿Qué estás diciendo?".

Desde esa confesión desastrosa, Chan Yeol supo que tenía un gran trabajo por hacer. Debía ser más entregado con su labor de conocer a Baek Hyun hasta en el más mínimo detalle. Por esa razón, comenzó a invitarlo a salir a lugares "decentes" que por supuesto él no solía frecuentar. Estar en una cafetería, en algún restaurante, en un cinema, en el zoológico, en un acuario, en un parque de atracciones y menos en la iglesia serían lugares que llamarán su atención. Él era de otros sitios más cómodos por la noche. Ese horario solía ser perfecto para despertar su adrenalina, no como ahora que andaba aburrido en la biblioteca escolar teniendo que fingir estar estudiando para un examen de su siguiente curso.

—¿Estás seguro que no quieres que te traiga algo de la máquina expendedora del pasillo? —le preguntó a Baek Hyun por usarlo como una excusa para tomar aire de ese lugar.

—Estoy bien, gracias —volvió a repetir, para darle libertad de que se levantará de su asiento y comenzará a caminar hacia la salida.

Había estado todas estas semanas que empezó a salir con Chan Yeol sumamente confundido, extraño y cohibido con ciertos tratos que no comprendía por qué de un momento a otro lo veía de manera distinta. Como el hecho de no quererlo a veces tener tanto tiempo cerca por percatar que su pulso se aceleraba y no podía verlo a la cara porque la de él se solía sonrojar cuando recibía un halago de su parte ya sea por su aspecto en aquel momento o la manera en cómo veía todo a su alrededor.

Lo que pudiera estar ocurriendo en su persona no sabía si aceptarlo o no, debido a que tenía aún presente ese dilema de la biblia, pero también veía por otro lado como su primo llevaba con cierta libertad su interés con ese muchacho de su salón llamado Lu Han con el cual se besó hace tiempo en esa fiesta. Desconocía sí sus tíos estaban al tanto del tema, pero, tampoco es como si fuera a ir de chismoso, era un asunto que quería hablar personalmente con él en algún momento que le diera tiempo, pues, todavía no conseguía una estrecha relación con su persona, a pesar de que, habían pasado varias semanas desde su llegada a esa casa.

Habló sobre el tema de la confesión con Jong Dae que para nada lo vio con buenos ojos y por más que parecía querer hablar sobre el otro asunto pendiente, no decía nada al respecto, solo le avisó que lo tuviera al tanto de todo lo que fuera a hacer con Chan Yeol.

DON'T ASKWhere stories live. Discover now