₡apitulo 7

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Dos cuadras antes de llegar a la casa, el teléfono sonó. Contestó sin dejar de manejar, aún le temblaban un poquito las piernas por el momento que había pasado con el policía.

—¿Sí?

—¡Oh, por Dios! ¡de la que te libraste, muñeco! ¡eres un puto dios angelical!

Giovanni rio al escuchar la emoción de Juan Cruz.

—Nuestro policía estaba atendiendo otro auto cuando su compañero te detuvo. Creyó que te atraparían, pero quedó muy sorprendido al ver a su compañero dejar irte con sus pantalones como una carpa —dijo Abraham con diversión.

—Yo… Yo solo... ¿Podemos no hablar de eso?

—Solo si prometes hacerme la demostración cuando vuelvas… ¡Auch!

—Déjalo en paz —lo rezongó Abraham—. Buen trabajo, Rossi, esperamos noticias más tarde. Recuerda que Daniela está esperándote, hazte el tonto.

Y cortó. Giovanni suspiró y siguió hasta la casa que le habían mostrado en las fotos. Aparcó en frente y, muy nervioso, caminó hasta la puerta donde tocó el timbre.

No sabía cómo iba a reaccionar Daniela, ni siquiera cómo iba a reaccionar él frente a la mujer que lo metió en todo ese lío.

La puerta se abrió con cautela, una mujer de grandes ojos azules, cabello largo y castaño abrió la puerta. Giovanni la reconoció al instante.

—¡Gio! —Daniela lo abrazó con fuerza apenas abrió la puerta—. ¡Qué gusto me da ver que estás bien! Pasa, pasa.

Giovanni entró con una sonrisa falsa a la enorme casa. Daniela lo tomó de la mano y lo sentó en el sofá.

—Dios, no sabes cómo siento haberte metido en esto, no era mi intención, solo que... esos tipos me estaban buscando y necesitaba escapar, tú eres un chico muy bueno, así que sabría que te descartarían al instante y...

—Ya, Dani, tranquila, todo está bien, entiendo tus razones —mintió—, pero como ya sabes, ahora ambos estamos en peligro, tú, principalmente.

—Sí, el inspector Arias ya me habló y me puso al tanto de todo, pero ¿cómo nos vamos a ir de aquí? ¿es seguro?

—Sí, el inspector Arias está trabajando con todo su equipo para encontrar a esos hombres, tú y yo estaremos a salvo, pero en la residencia que prepararon para nosotros, aquí estamos muy expuestos a ellos, Dani.

—Lo sé, lo sé. —Daniela se agarró de la cabeza y tomó su mano—. Tengo todo listo, si está bien, mañana nos vamos.

—Sí, me parece bien. —Giovanni sonrió cuando Daniela le alcanzó una taza de té—. Dani ¿te puedo preguntar algo?

—Claro que sí. —Sonrió ella, si Giovanni no supiera que era una víbora, hasta creería que lo quería. Arpía.

—¿Cómo te metiste a esto? ¿hace mucho que empezaste con esto de traficar dinero?

Daniela bajó la mirada.

—Hace ya seis años que trabajo para esos hombres, los he visto muy poco, pero sé que son muy peligrosos, siempre traté con un mediador de ambos. Todo empezó como una manera fácil de hacer dinero y luego se convirtió en una pesadilla —contó ella, estresada.

—¿Y por qué ahora? ¿por qué te alejaste así del negocio?

—Porque si no, nunca más me iba a alejar. Amenazaron a toda mi familia la primera vez que dije que quería retirarme, no tuve otra salida y me escapé. —Daniela lo miró con los ojos llenos de lágrimas—. Lo siento mucho.

Narcos (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora