¿Empezamos mal?

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Sabado
8:25 AM
Regaderas

El relajante y hermoso sonido de las regaderas, suave y tranquilizante. Toda una sensación calmante y dulce. Bueno eso era para nuestro lobo pues todos en las regaderas estaban perplejos. Al ver el físico de aquel lobo. ¿Que acaso se ejército desde que salió del vientre de su madre o que? Pues Jack fue el primero en enamorarse de la espalda del lobo y eso que no vio la parte delantera, unos músculos tallados por los mismos ángeles, unos biceps que se notaban a kilómetros, eso sin recalcar sus tornidas piernas, era simplemente músculo y divino. Y bueno, nuestro querido también fue dotado en su parte "frontal" pues que digamos en las regaderas todos se duchaban al descubierto. Y pudieron ver qué ni siquiera el oso más grande de allí, era competencia para lo que el lobo tenía en sus piernas, muchos miraron con envidia, otros solo admiraron, unos cuantos se sentían incómodos. Pero específicamente dos de los presentes en las regaderas, estaban no solo embobados, si no también exitados. Para ser más específicos era un ciervo y un perro. Jack y Louis. Ambos no podían apartar la mirada de el, era simplemente hermoso delante de sus ojos. La baba de ambos se escapaban de sus hocicos pero las personas estaban tan metida en sus propias vidas que no prestaron atención a que un perro y un ciervo, babeaba por el gran miembro de un lobo gris.
"Si tanto lo desean, solo tienen que pedirlo~"
Un tono muy coqueto se escuchó presente entre ellos, pues literalmente el ciervo y el perro se encontraban al lado de la regadera del lobo, el no los miro solo seguía lavando su cabeza con sus ojos cerrados.
"¡¿D-De que diablos hablas?!"
Un muy sonrojado ciervo aparto la mirada de lo que más deseaba obviamente el perro hizo lo mismo, una dulce risa vino por parte del lobo.
"No tienen que ser tan tímidos ¿Saben?"
Diría el lobo para luego cerrar la regadera, toma su toalla y se la coloca alrededor de su cintura, se dió media vuelta y se dispuso a salir del lugar. Pero oh no, un gran oso pardo se colocó en medio de la salida, nuestro lobo alzo la mirada y el oso bajo la suya para verlo, había una tensión tan alta en el aire que algunos sentía que vendría un derramamiento de sangre brutal. La mirada fría y desconcertante del lobo, sus ojos sin mucho interés en el mas alto ver cómo sus gestos faciales eran mínimos o siquiera existentes además de no poseer expresión alguna, el oso no aguanto más la presión, los nervios lo impulsaron y se movió del medio, maldiciendo por lo bajo.
"Si quieres infundir terror en alguien hazlo con alguien que aún lo sienta"
Esas fueron las últimas palabras del lobo en aquellas regaderas, nuestro querido lobo salió  directo a su habitación para cambiarse. Dando a entender a todos quienes estaban presentes en las regaderas que aquel lobo no sentía miedo a nada, ni a nadie.

Nuestro querido lobo llegó a su habitación coloco su mano en la perrilla dispuesto a entrar, pero sintió que alguien ya estaba allí, con suma delicadeza giro la perilla de la puerta, en un movimiento rápido entro a la habitación como si de una sombra se tratara, pues el era lo suficientemente rápido para moverse a cortas distancias y dar un efecto de que "nada" paso, se colocó en una esquina oscura, dándole a el la visión de un pequeño voss, manejando una pequeña daga como si a tratara de una espada debido a su diminuto tamaño.
"Sabes, si quieres puedes quedartela"
Voss saldría disparado del susto hacia arriba dando un gran salto, acto seguido se voltearia y vería a un legosi agachado, con una gran y relajante sonrisa en el rostro, ese aspecto de hombre rudo se había ido.
"¿C-como te llamas?"
Pregunto el pequeño canino, algo asustado pero mucho más calmado.
"Soy legosi, un placer voss"

En ese momento, en ese mismito momento voss, se dió cuenta. Esa sonrisa, esa confianza, esa manera de ser tan gentil, su tono de voz, su nombre, que él supiera su nombre. Voss era medio estupido, pero llegaba a destacar por sus grandes habilidades de vez en cuando.
"N-no...¡N-No puede ser!..."
Una dulce sonrisa se formaba en le rostro del pequeño cachorro, le lobo sonrió de una manera que solo el lo haría, el contrario salto a abrazarlo, mientras un lago de lágrimas recorrían por las mejillas del pequeño, a vuelto, aquel que tanto querían había vuelto Alfin. Toda la espalda del gran lobo fue cubierta por las lágrimas del pequeño, una escena conmovedora, una escena que marcaría a voss.

El Harem del lobo gris.Where stories live. Discover now