❛ ˢᵘᵖᵉʳʸᵒ ❜

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— Deja de hacer eso, bastardo

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— Deja de hacer eso, bastardo.

— ¿Hacer qué? — en realidad yo sabía a qué se refería.

— Lo sabes perfectamente, maldito Deku. Deja de ir desperdigando por ahí tus feromonas.

— No es adrede.

— Y una mierda.

En algún momento esa conversación se había convertido en una rutina. Debo reconocer que aprovechaba el hecho de que siempre había gente alrededor, porque a Kacchan le tocaba contenerse de gritar. Siempre me lo decía al oído en el menor descuido, y cuando alguien se acercaba simplemente nos tocaba cortar la conversación.

Los entrenamientos siempre fueron difíciles para ambos, especialmente para Kacchan. La energía, la motivación y el sudor hacía que mis feromonas acabaran volando por doquier, según él mi esencia quedaba pegada incluso en el pavimento, pero debido a la marca mis compañeros no se veían afectados.

De hecho, ellos siempre nos llamaron la atención por eso, y era él quien siempre lograba manejar la situación con su usual tosquedad porque yo sencillamente entraba en pánico. Decían que parecíamos betas, y solían puntualizar la baja intensidad de nuestro aroma. Nos preguntaban qué marca de supresores tomábamos porque eran muy buenos para ocultar el olor, y hasta algunos sacaron teorías de que en el barrio donde nos criamos él y yo, seguramente todos nacieron así por un efecto extraordinario del lugar.

En todo caso, lo de si lo hacía adrede o no, era una media verdad. Era cierto que yo no podía controlar la cantidad de feromonas que expulsaba durante mis actividades físicas. Pero ese problema podía arreglarse tomando supresores, y ahí quedaba mi parte de responsabilidad fallida porque había dejado de tomarlos.

¿El por qué? Supongo que en ese entonces no podía pensar en una razón concreta. Quizá era una pequeña venganza porque a pesar de que las feromonas de Kacchan también me afectaban, él no se tomaba la molestia de tomar pastillas pues, aunque existen, está mal visto y para los alfas es considerado una pérdida de orgullo. O quizá era porque desde que mi black whip surgió, mis calores perdieron aquel efecto de cansancio y dolor, casi de verdad me sentía últimamente un beta como mis compañeros me decían que parecía. Pero, más que todo eso, por alguna razón tenía la urgente e indescifrable necesidad de que Kacchan me notara. Me auto-convencí de que era mi ello contra mi yo, ¿sin embargo porque esta vez era tan difícil escuchar a mi yo?

No imaginé las consecuencias de mis actos hasta la noche en que Kacchan entró a la sala común cuando yo estaba allí charlando con Yaoyorozu y Kaminari. Habíamos coincidido en la cocina pues los tres necesitábamos algo de la nevera. Acabamos comentando cosas sobre lo duro que había sido el entrenamiento de aquella tarde, hasta que debido al tema de la conversación, Yaoyorozu se percató de una herida en mi mano.

Le expliqué que me la había rasgado un poco al saltar sobre las rocas de la USJ y que no le diera importancia, pero ella se molestó en tomar mi muñeca con gentileza mientras con su brazo libre creaba una fila de vendas. Yo poco acostumbrado al contacto femenino y menos por parte de una persona atractiva y dotada como lo era ella, no pude hacer más que sonrojarme intensamente. Al mismo tiempo que Yaoyorozu vendaba mi mano, Kaminari se distrajo al fijarse en mis otras cicatrices. Las recorrió con las puntas de sus dedos preguntándome cómo me las había hecho, y yo le resolvía sus dudas evidentemente sin mencionar el OFA.

El ❛ello❜ y el yo【Bakudeku/Katsudeku】Where stories live. Discover now