CAPÍTULO I

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"Por esto, queda unánime la desicion de este jurado de condenar a la señora Mara Soler a veinte años de prisión por delitos de corrupción contra el estado, venta de información clasificada y manipulación de documentos"

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"Por esto, queda unánime la desicion de este jurado de condenar a la señora Mara Soler a veinte años de prisión por delitos de corrupción contra el estado, venta de información clasificada y manipulación de documentos"

El juez siguió hablando mientras le informaba de sus derechos aunque ella ya había desconectado. Sabía perfectamente que no iba a ser tan fácil librarse de un delito como el que se le imputaba y mucho menos siendo miembro del CNI. Había cometido el error de ir contra esa cosa invencible que era el Estado, pero tampoco se arrepentía de lo que había podido llegar a hacer. Le jodía el hecho de que no le había salido bien pero si se le presentara la ocasión de volver a hacerlo, lo haría.

Los policías caminaban hacia la mesa donde ella se encontraba. No les miraba, ni miraba en ninguna dirección. Tenía la vista puesta en la nada mientras su cerebro iba a mil por hora. Los guardias le pusieron las esposas y la obligaron a levantarse y caminar.

En los pasillos del juzgado muchas miradas se dirigían a la chica condenada. La gran mayoría, miradas de odio por parte de sus compañeros de profesión. Aunque había unas pocas que la miraban con lágrimas en los ojos. Sus padres todavía no aceptaban lo que había sido capaz de hacer su niña.

Les venían recuerdos de cuando Mara había decidido formar parte de los cuerpos de seguridad del estado. Esa ilusión cuando supo que la habían aceptado en las oposiciones, los entrenamientos, la lucha a la que tuvo que hacer frente para conseguir aprobarlas y al final, después de tres intentos, la emoción de cuando lo consiguió.

Mara entendía su postura, pero aún así los miró a los ojos a los dos y les transmitió una sonrisa tranquilizadora.

• ────── ✾ ────── •

Después de unas dos horas, el camión policial donde la estaban trasladando a prisión, paró.

La puerta trasera se abrió, dejando entrar un rayo de sol que la hizo regañar los ojos.

—Vamos, ponte en pie y camina—. El guardia que la acompañaba, la empujó hacia la puerta. Ella como pudo logró no tropezar y caer del camión al suelo.

Lanzó una mirada hacia el centro donde estaban a punto de entrar. Una edificación construida de hormigón gris y muchas cámaras de seguridad. El único color diferente era el de las letras, que informaban donde se encontraban: MIP CRUZ DEL SUR.

—Mi nombre es Paloma Garrido, soy la jefa de módulo, aunque para todas las internas aquí soy simplemente la gobernanta. Desnudaos, por favor, y poned toda vuestra ropas y efectos personales en las bandejas según vuestros nombres. En cuanto a los móviles, os recomiendo que escribáis el pin en un papel ya de aquí a que salgáis, se os olvidará. Poneos de cara a la pared, con la piernas abiertas y detrás de la línea amarilla. El día en Cruz del Sur empieza a las 7:00h, así que mañana cuando oigáis la sirena, tendréis quince minutos para vestiros, hacer la cama y formar para el recuento en celda— La gobernanta les explicaba a todo el grupo de nuevas internas, el funcionamiento de la cárcel mientras les metía la mano por sus partes íntimas y su trasero para comprobar que no escondían nada. Mara respiraba con tranquilidad mientras miraba a la pared— Que os quede claro una cosa, cuando entréis por esa puerta seréis novatas. Os pedirán dinero y favores a cambio de protección. No cedais. Os aconsejo que os mantengáis firmes. Aquí dentro, los delitos conllevan una pena aumentada y anulan por completo la posibilidad de reducir la condena. ¿Os queda todo claro?

Nadie dijo nada. Todo el grupo de nuevas presas se vistió con el uniforme amarillo de la cárcel y se les dio un kit de aseo básico.

—Soler, acompañarnos. Antes de ingresar tienes una visita—. Ordenó un funcionario que apareció por la misma sala de los cacheos.

—¿A dónde vamos?

El funcionario no dijo nada. Siguieron caminando hasta llegar a una pequeña sala que parecía de interrogatorios. Una mesa en el medio de la sala y dos sillas, una a cada lado. En una de las sillas estaba un señor que ella no reconocía; medio calvo y regordete. Mara lo miró con indiferencia. Dudaba si sentarse en frente de él o no.

—Por favor— dijo el señor mientras señalaba la silla vacía. Lanzó una mirada al funcionario ordenando que los dejara a solas.

Mara, al fin, se sentó en la silla.

—Soy el inspector de policía Castillo y queremos hacer un trato contigo.

—¿El estado quiere hacer tratos conmigo? —la cara de la chica no podía esconder su diversión.

Castillo la miró incrédulo. No la conocía personalmente pero sabía perfectamente quién era Mara Soler. Era una eminencia en su trabajo. Todo el mundo conocía su nombre. Se preguntaba qué la había llevado a hacer lo que hizo.

—¿De qué se trata? —inquirió saber la chica.

Castillo abrió el informe que reposaba en la mesa. En ella, habían varios documentos incriminatorios y una foto de una mujer pelinegra de unos casi cuarenta años. Su aspecto era bastante atrayente, aunque su mirada reflejaba una oscuridad interna que no estaba segura si quería conocer.

—Ella es Zulema Zahir, condenada a nueve años por robo, tenencia de armas y extorsión. Cruel, fría y calculadora. No le tiembla el pulso cuando trata de conseguir algo. —comenzó a decir el inspector. Mara mostraba atención a lo que le estaba comentando Castillo, mientras leía documentos de la nombrada— Necesitamos que la investigues, que captes toda la información posible. Que vayas a comer y cagar con ella si hace falta.

—¿Qué interés tiene el estado en esta mujer?—dijo la chica con cara extrañada.

—Creo que a este lo conoces un poco mejor— Castillo le mostraba otra foto a la chica.

—El egipcio.

—Exacto, Hanbal Hamid, buscado por la interpol en toda Europa. Asesinato, robo, extorsión, tráfico de drogas, tráfico de personas. Vamos una joyita.

—¿Qué relación tienen?

—Zulema Zahir es la novia del egipcio. Tiene a medio penal amenazado, porque su querido novio está ahí fuera esperando sus órdenes, para hacer el trabajo sucio. Hay que pillarlo ya. Ese hijo de puta no puede seguir en libertad y si lo pillamos a él, Zulema deja de ser quien es. Mataremos dos pájaros de un tiro.

—¿En qué parte de esa ecuación entro yo?

—He hablado con mis superiores y están de acuerdo con reducir tu condena hasta la mitad si colaboras. Necesitamos información de donde se esconde ese capullo o al menos algo que nos pueda esclarecer la investigación. Tú eres espía, de las mejores, sabrás conseguir información.

Mara se dejó caer hacia atrás hasta apoyar su cuerpo en el espaldar de la silla, mientras miraba a Castillo. No iba a ser buena idea eso de entrar a prisión con un pacto con la policía. Lo sabía.

Si alguna presa lo descubría, su vida habría acabado. Pero si lo conseguía, en diez años estaría fuera, en vez de veinte como le marcaron.

Tomó una bocanada de aire y dirigió su mirada a la del inspector. Extendió su mano en señal de trato. Castillo se la estrechó sin pensar.

—Serás su compañera de celda. Te aviso, aunque no te lo parezca, esa tía es una hija de la gran puta. Los funcionarios nos comentan que ella es quien manda ahí dentro, por lo que probablemente, no estará sola. No te fíes de nadie. Probablemente estarán informándole si ven algo raro en ti y en ese preciso momento, estarás muerta.

—He descubierto escondites de terroristas. Creo que podré con una simple presa- Inquirió Mara mientras miraba a Castillo con recelo.

—No subestimes a Zahir. Trabaja con sigilo e intenta sacar información. Si cumples con lo pactado, el estado cumplirá lo prometido.

En parte la chica no entendía qué tanta preocupación había con esa mujer. Le extrañaba el comportamiento de ese inspector cuando hablaba de ella, como si le tuviera respeto o incluso miedo.

Iría con pies de plomo por si acaso. Debía conocerla primero y ver que era capaz de hacer para poder luego espiarla.

No le hacía ninguna gracia volver a trabajar para el estado. Al final, ella se había revelado contra sus métodos pocos ortodoxos, y ahora volvía a trabajar para ayudarlos. Pero sabía que era un buen trato. Diez años solo...

𝐅𝐔𝐄𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐎𝐋 ~𝘻𝘶𝘭𝘦𝘮𝘢 𝘻𝘢𝘩𝘪𝘳Where stories live. Discover now