CAPÍTULO IX

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—Mara, ¿qué te pasó? —hablaba Miranda, la directora de Cruz del Sur, mientras Sandoval le ponía un apósito y un esparadrapo en donde tenía el golpe

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—Mara, ¿qué te pasó? —hablaba Miranda, la directora de Cruz del Sur, mientras Sandoval le ponía un apósito y un esparadrapo en donde tenía el golpe. Al final, había quedado todo en un susto y simplemente, en una lucha más entre las dos compañeras de celda. La diferencia, es que esa vez no había ganado la espía. 

—Ya se lo dije. Me resbalé mientras me duchaba, y al caer me di un golpe contra las llaves. Eso es todo. No hay que hacer un drama. —dijo mientras rodaba los ojos en señal de pesadez. Había sido la tercera vez que contestaba a esa pregunta, desde que había llegado a la enfermería. Era una mentira, pero en sus planes no estaba la de ser un sapo. Si decía la verdad, se pondría a media cárcel en su contra y eso no le vendría bien.

Miranda soltó todo el aire en un suspiro, sabiendo que no iba a sacar más información de la boca de la presa. Pero tenía claro, que no le estaba diciendo verdad. Ese golpe no era normal, había tenido mucha suerte de no tener nada interno. Pero lo dejó pasar, aceptando su silencio, y la dejó marchar de la enfermería tranquila. 

La evolución de la relación con Zulema, había dado pasos agigantados pero hacia atrás y eso no le facilitaría nada su trabajo. Empezaba a desesperarse. Había pasado más de una semana, desde que la ingresaron en prisión y había conseguido enterarse de cosas interesantes, pero no al nivel que a ella le gustaría. Zulema era una presa, una simple presa, y le estaba dando el mismo trabajo que un terrorista. 

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A la mañana siguiente, Cruz del Sur, se despertó con la noticia de que Macarena Ferreiro iba a salir al exterior, auspiciada por la policía para hacer un reconocimiento del terreno y explicar dónde estaba escondido el dinero de Yolanda. 

Mara se alegró de que por fin Castillo, le hiciera caso y la investigara. Ahora solo faltaba, que ella encontrase el dinero, quitando, tanto a Hanbal como a Zulema, la posibilidad de ser millonarios. Así, con un poco de suerte, tendría más tiempo para investigar donde se encontraba escondido el romeo árabe.

—Pero mi niña, ¿qué te ha pasado? —Sole, corría apurada a sentarse al lado de Mara en el comedor. Estaba visiblemente preocupada por su pequeño vendaje. 

Inconscientemente, ésta giró levemente su cabeza a la derecha para mirar a Zulema, que para su sorpresa, la estaba observando con cara burlona, mientras comía una manzana. Mara negó con la cabeza y volvió a posar su atención en Sole. 

—Me resbale en la ducha. 

Lo había dicho tantas veces, que hasta ella misma, ya se lo creía. Pero Sole, no era nueva en esto, ni en el cárcel ni en la vida. Sabía que le mentía. Posó la mano en su hombro, como para darle ánimos y fuerzas. 

—Mi niña, no soy nueva aquí. Llevo tres años de vivencias en Cruz del Sur, y se que eso no es de un resbalón. ¿Ha sido Zulema no?

—Que no Sole, que fui yo, que soy muy torpe. Me gustaría que me vieras. Yo me tropiezo hasta caminando en una recta. —le dijo mientras se reía, intentando provocar la misma reacción a la contraria. Pero no fue así. 

𝐅𝐔𝐄𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐎𝐋 ~𝘻𝘶𝘭𝘦𝘮𝘢 𝘻𝘢𝘩𝘪𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora