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Travis no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Emma. Todo parecía tan irreal. Claramente, él jamás podría llegar a imaginar aquel sentimiento de ser discriminado por tu color de piel o por el lugar en el que vives. Él jamás había experimentado nada parecido en su vida. Provenía de una familia adinerada, su padre era empresario y siempre lo apoyó, moral y económicamente. Se preguntaba tantas cosas. Tenía pena, angustia, rabia. No podía creer que vivía en aquel mundo tan asqueroso, tan cruel. El mundo era un lugar llena de personas crueles.
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-¿Por qué no nos pediste ayuda, Emma? -Preguntó él. Le dolía el pecho y tenía tantas ganas de llorar.
-Travis, tu papá y tú me han salvado el trasero toda la vida. Era momento de ponerme los pantalones de niña grande. Debía ser yo quien sacara a mi familia adelante.
El doctor llevó ambas manos a su cara e intentó calmarse. Quería gritar, llorar, romper todo a su alrededor. No podía creer que todo este tiempo, mientras él se sentía la persona más exitosa y feliz del mundo, Emma, su Emma, sufría más que nadie. Se sentía mal al pensar todo lo que ella había vivido.
No quería retarla, reprocharle aquello que había hecho mal, porque conocía a la chica, sabía que lo que hizo, lo hizo porque era la última opción, lo hizo por el bienestar de sus hermanos. Al contrario, él sólo quería apoyarla sobre su pasado y lo que sería su futuro. Porque aún le tenía un gran aprecio y cariño.
Emma sintió que sus palabras habían impactado a Travis, ¿cómo no? Es obvio que ninguno de sus amigos del pasado, o en el caso de Travis, su ex prometido, se imaginó en qué terminaría su vida.
-Tampoco fue tan malo -Dijo ella, en un intento de hacer sentir mejor al chico-. No al principio, al menos. Había logrado encontrar, descubrir y explotar una parte de mí que no conocía. Me solía sentir fuerte, empoderada. Como si fuese la reina del mundo... -Ella suspiró, cansada y abrumada.
-¿No es así ahora?
Ella no dijo nada.
-Yo quería saber... Uhm... Sobre...
-Los moretones -Adivinó Emma.
Travis la miró directamente a la cara, con miedo e incertidumbre. Los ojos de Emma mostraban tantas cosas y nada al mismo tiempo. No podía creer lo mucho que ella había cambiado. Antes solía ser una mujer introvertida, tranquila, incluso insegura. Ahora parecía ser mucho más fuerte, valiente, pero en el fondo, podía ver dolor en aquellos ojos, podía ver que ella había vivido cosas horribles, inimaginables y aquello le estaba doliendo a él.
-No quisiera que... tú supieras esas cosas -Dijo simplemente ella. Su tono de voz cambió por completo. Ahora parecía nuevamente como aquella mujer insegura, frágil y miedosa.
