7

3.4K 490 51
                                    

Se detuvo cuando estaba a tres pasos de mí, me quedé sin habla como al parecer era común en mí cada vez que estaba en su presencia, mi cabeza completamente alzada y mi boca levemente abierta en completa intimidación y admiración. 

Reacciona estúpida.

Vamos Diara, di algo...

Pero mi lengua se había desconectado de mi cerebro.

Su sonrisa flaqueó un poco pareciendo notar mi perplejidad y tomó asiento en el suelo justo frente a mí, esta vez no disimulé mi sorpresa y lo observé con detenimiento analizando cada rasgo de su fino rostro, no llevaba sombrero y noté que su cabello oscuro era un poco largo, prácticamente rozaba sus orejas.

Es tan atractivo...

—¿Quién eres? —preguntó.

Me forcé a cerrar la boca sintiendo mi corazón latir con fuerza, aclaré mi garganta y pestañé muchas veces intentando enfocarme.

—Yo debería hacerte esa pregunta a ti —dije—, vives en mi sótano.

Él pareció sorprenderse de que no fuera muda porque alzó ambas cejas y pude ver una ligera sonrisa en sus labios antes de que soltara una leve carcajada, me quedé por un momento como una estúpida observándolo, fascinada por la manera en la que su risa sonaba, era... agradable, cautivadora, me gustaba.

—¿Tú sótano? —repitió con un poco de incredulidad— es mí sótano.

Iba a refutar, pero de seguro al ser un alma en pena no se hacía la idea de estar muerto, no quería que se convirtiera en alguien malvado y buscara vengarse conmigo o algo así, así que simplemente negué con la cabeza restándole importancia.

—Creo que esto es tuyo —dije tomando el diario—, tú debes ser Austin Bell, ¿cierto?

Él observó el diario de portada de cuero y su entrecejo se frunció débilmente observándolo con curiosidad.

—¿Lo tomaste de mis cosas? —preguntó luego de tomarlo alzando la vista hacia mí, sus ojos ámbar pareciendo brillar en toques esmeraldas, ladee mi cabeza sin comprender que él creyera que lo había agarrado de sus cosas, pero realmente sí fue así, de seguro todas las cosas que estaban en el sótano eran de él.

—De alguna forma dice que tú sabías mi nombre —dije, él lo abrió y leyó la primera hoja, hizo una mueca y rascó la parte de atrás de su cabeza.

—Es... es mi diario, pero yo lo tenía ¿en qué momento lo tomaste? Recién escribí que te había visto ayer —dijo pareciendo confuso guardó silencio un momento y agregó:—  ¿Cómo te llamas?

Él no sabía mi nombre, y él no había escrito más nada desde que me vio ayer, ¿acaso el diario era un túnel al futuro entre nuestro mundos? No sabía lo que ocurría, pero sabía que era muy extraño.

—Diara Mayer. —Dije, no vi ninguna expresión de comprensión en su rostro así que agregué:— Pareciera que el diario que yo tengo muestra lo que escribirás esta noche.

Él pasó la hoja del diario pareciendo intrigado con lo que le decía cuando de repente escuchamos pasos venir de arriba.

—Mierda, Carmen —susurré al mismo momento que él susurró también algo que no logré comprender.

Cuando ambos nos miramos, así como apareció, simplemente se esfumó frente a mis ojos, el diario cayó frente a mí, al parecer no pudo llevárselo, ahora me había dejado igual de confusa.

Él está en el sótano [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora