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"Novios."

Los días pasaban con tranquilidad luego de aquella última noche de sinceridad y cariño, la relación de ambos chicos avanzo un pocos más luego de aquella noche. Ya no mantenían una relación de superior-alumno sino que ahora hasta podrían considerarse amigos, y Horacio estaba muy contento con aquello.
Así como aquel día habían convivido otros más; compartieron cena en distintas oportunidades, a veces en su apartamento y otras en el de Volkov

En algunas otras ocasiones se los había visto llegar juntos al trabajo, cantando y bailando bobamente las canciones que sonaban en la radio. Ambos se notaban más felices y el resto de los agentes no sabían del porqué, más no indagaban porque un Volkov feliz no era algo que se viera todos los dias. ¿Y Horacio? la situación con él no había cambiado mucho. Era normal verle alegre, haciendo estupideces o cantando canciones de la radio, en especial la safaera.

Su compañeros se habían acostumbrado a escucharlo cantar esa canción, ya sea en un código 3 o en sus 10-8, en ocasiones Yuu o Leonidas solían seguirle la canción, ocasionando así que todos los agentes se pusieran a cantar la safaera por radio, incluso Greco se unía a ello. Hasta que llegaba Conway a poner orden.

"— ¡Dejad de hacer el gilipollas! solia gritar por radio.

— Abuelo, ¡no seas amargado! —era lo que Gustabo siempre respondía, ocasionando que Conway se enojara aún más."

Esa mañana transcurrían lenta como de costumbre, Horacio se sentía nervioso por todo lo que iba a ocurrir en la tarde, y Viktor le comprendía; vería a su madre luego de varios años. Era normal que estuviera nervioso.

Ambos habían acabado su servicio al mismo tiempo y se dirigieron a su hogar para prepararse, almorzaron en el departamento de Volkov y luego se trasladaron hacía el de Horacio, para que pudiera arreglar su vestimenta, por cuarta vez.

Te ves bien con eso Horacio, no hace falta que vuelvas a cambiar. —comentó el mayor mientras observaba a Horacio revolver su guardarropas nuevamente.

Es que... —un pequeño puchero se había formado en sus labios, realmente era como un niño pequeño.— quiero estar presentable para mi madre, no quiero que se decepcione de mi.

Viktor se levanto de la cama ajena y se acercó hacia donde se encontraba él, se arrodilló a un lado suyo mientras le quitaba las prendas que tenía en sus manos para que lo observará.

A ver, Horacio. —su índice señaló al muchacho.— Tú eres una persona increíble y muy precioso, ¿de acuerdo? es verdad que a lo mejor tus gustos en la moda son un poco extravagantes para los demas pero igualmente son lo que te hacen ser tú, eres único. —le dijo mientras le miraba a los ojos, aquellas palabras provocaron risas en de la cresta. — ¡Eres el maldito Horacio!

El mencionado se mantuvo en silencio, sonriendo gracias a las palabras que le había dicho; además que le había dicho precioso y tal, le había dado la suficiente confianza para reconocer que era una persona increíble y que si su madre no lo aceptaba ya era problema de ella.

Luego de que Horacio hubiera terminado de darse unos últimos retoques ambos salieron de su apartamento, en el camino cantaron las canciones que sonaban en la radio y rieron también por la pronunciación de ciertas palabras que a Horacio le costaban, conversaron del plan que tenían; consistía en que Horacio iba a entrar primero al lugar, contactaria con su madre y su nueva familia, y luego de unos minutos entraría Viktor disculpandose por haber llegado tarde.

Nada tenía que salir mal, ¿verdad?

Horacio se moría de los nervios por la situación, es decir, no todos los días vas a encontrarte con tu madre que te abandonó de pequeño y que ahora busca que vuelvas a su vida, además su crush iba a actuar de su pareja y aquello le ponía aún más nervioso. Respiro contando hasta 10, intentando mantener la calma cuando la silueta de la mujer aparecio frente sus ojos.

Recordaba su rostro de otra forma, su cabello lo había cortado, estaba más delgada pero seguía manteniendo la belleza de siempre. Junto a ella iba un señor, que tenía un aspecto parecido al de Conway pero se le veía más amigable y una niña, que creía debía tener unos 6 o 7 años, la cual tenía un aspecto muy similar al Horacio de 9 años.

Hola, mi nombre es Aixa, ¿tú como te llamas? —la niña fue la primera en hablar, se presentó con una sonrisa brillante en su rostro y Horacio se relajó al escucharla.

Mi nombre es Horacio pequeña, ¿qué tal estás? le devolvió la sonrisa.

Ambos se mantuvieron una pequeña platica donde se hicieron preguntas, cómo cuantos años tenían, la niña le comento que estaba emocionada por conocerlo y Horacio se sorprendió por aquello, incluso se preguntaba que era lo que le habría comentado su madre a ella sobre él.

Su conversación se vio interrumpida por un ruso que respiraba de forma agitada, a la par que se disculpaba por su tardanza y al ver a Horacio sonrió, se acercó hasta él y se tomó el atrevimiento de besarle frente a todos.

Horacio estaba sorprendido ¿qué acaba de suceder? ¿Volkov le había besado?

Aquel día estaba siendo demasiado extraño. Comenzando porque Volkov se había comportado extrañamente dulce aquella mañana y ahora le besaba, también su madre le comentaba que iba a casarse nuevamente y le invitaba a la boda, la niña le comentaba también las aventuras que habían tenido desde que llegaron a Los Santos y muchas cosas más.

Su cabeza iba a estallar si continuaba recibiendo información.

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¡Oni-chan!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora