Capítulo 19:

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—Señor Darcy

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—Señor Darcy...—Lizzy susurra en mis labios cada tanto que permito que respire, yo la beso enloquecido, no puedo dejar de hacerlo—. Mi amor por favor... No respiro...

—Me encanta su boca, Elizabeth... Por favor no me frene, se lo imploro...—ingreso mi lengua en su boca y ella abre los labios entregada a mi pasión, mientras acaricio su cuerpo desnudo a mi antojo bajo las frazadas—. Estoy tan feliz, ¡tan contento! Usted no viajará hacia la insulsa morada del clérigo... Se quedará conmigo, ¿cierto es, amor mío? Necesito escucharlo... 

—No se exprese de esa forma, señor Darcy... Charlotte es la única amiga casada de confianza que conozco, realmente guardaba grandes esperanzas de platicar con ella... Y quería contrariar a mi madre en venganza por su crueldad. ¡Ah...! —Lizzy pronuncia un chillido cuando aprieto sus nalgas entre mis dedos—. ¡Señor Darcy...!

—Y ahí es donde entro yo en esa guerra femenina, su fiel salvador. Su impertinente madre posee a su noble caballero que la secunda, y usted tiene al suyo aquí, preso por sus encantos. Esta es una lucha de poderes en la cual no pienso participar, Elizabeth —me acomodo sutilmente sobre su cuerpo nuevamente, y continúo besándola con fervor.  

—¡¿Por qué no!? ¡Dios mío...! —Lizzy gime cuando aferro mi boca a su seno, succiono uno de ellos con desenfreno y acaricio el otro lentamente, tomándome la licencia de recorrer su pecho muy despacio, dibujando su contorno con la yema de mi dedo—. ¿Usted no puede complacerme así mismo como yo lo complazco a usted?

—Bríndeme otro gozo tan inmenso como el anterior, y le juro que incendiaré Meryton por completo para enfadar a su despreciable madre si usted me lo pide, Elizabeth...—hundo deliciosamente mi hombría dentro de los apretados labios vaginales de mi mujer, los cuales abrazan mi lujuria generosamente, y comienzo a mecerme muy lento—. Estoy aterrado por esta intensa fiebre que sólo usted despierta... Usted me pone muy malo...

—¡Señor Darcy...! ¿Otra vez...? —Protesta mi amada envolviendo mis caderas con sus piernas, y de esa manera sólo aumenta mi deleite—. Mi amado señor Darcy estoy hambrienta... Agotada... Usted me dejó tan... ¡Dios santísimo está enorme de nuevo! ¿Eso tiene vida propia, o sólo despierta cuando lo guarda celosamente ahí...?

—Vida mía compláceme... Sólo una vez más... Y le prometo que la alimentaré con los mejores manjares del mundo...—Lizzy me sonríe con complicidad, me besa y enlaza sus preciosas piernas por sobre mi espalda baja, desesperado vuelvo a sacar y dejar zambullirse a mi problema entre de sus pliegues muy sonriente y fascinado, y comienzo de nuevo la marcha bien dispuesto a conseguir otra descarga alucinante. Pero justo en ese momento el estómago de mi amada ruge, y mi preocupación supera a mi excitación, ella me besa rendida a mi placer—. Elizabeth...

—¿Qué acontece, mi rey...?

—Acontece que sentí su apuro por el alimento. Nada es más importante para mí que su bienestar, Elizabeth.

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