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A la mañana siguiente, Adrien se levantó más temprano que de costumbre, aún cuando ese día era domingo. 

No había dormido del todo bien. Sin embargo, ni el mismo comprendía que era lo que le impedía mantenerse en calma. Una parte suya lo atribuía a su reciente mudanza y al no sentirse aún en confianza con su nuevo hogar.

Aunque ciertamente, prefería no carcomerse la cabeza con eso, optando comenzar bien el día y dedicarlo a terminar de hacer las cosas que tenía pendientes.

Después de ducharse y de arreglarse con ropa cómoda y casual, salió de su departamento con la intención de salir a comprar su desayuno. Sin embargo, apenas dio un par de pasos, no pudo evitar detenerse frente a la puerta de su vecina, mirándola en silencio mientras se preguntaba cómo seguiría aquella molesta joven de su tobillo. 

« ¿Y a mí qué carajos me importa? Ya le he ayudado suficiente » 

Soltó un suspiro de resignación, finalmente plantándose frente a la puerta para después llamar a esta con tres toques secos. 

« Es normal que me preocupe por ella, después de todo, es mi culpa que se lesionara al distraerla tanto con mi presencia ¿O no? »

Entretanto, Marinette había conseguido pasar una buena noche y darse una ducha al despertar. Apenas terminaba de vestirse con un modesto vestido azul de estar por casa que escuchó los golpes provenientes del recibidor.

—¿Quién llama a la puerta a estas horas en un domingo?

Se miró en el espejo del cuarto de baño, viendo su cabello mojado caer en cascada sobre sus hombros con una mueca de engorro.

Al cabo de un rato volvieron a llamar, esta vez al timbre, y la joven resopló resignada al no quedarle otra que andar con cuidado en dirección a la entrada.

«Como sea un testigo de Jehová lo mando al carajo...»

Se detuvo justo frente la puerta, tomando aire y abriendo con la sorpresa asomando por su rostro al reconocer a su vecino en el descansillo.

—Esto... ¿Buenos días? —Titubeó con las cejas enarcadas—. ¿Ocurre algo?

Adrien la recorrió con la mirada hasta centrar su atención en el tobillo de la joven, inspeccionándolo con curiosidad. 

—Solo vine a cerciorarme de que sigues con vida —Regresó la mirada a ella, clavando sus gemas en las suyas —Ya sabes, si no para llamar a las autoridades y deslindarme de cualquier responsabilidad.

Ella se ojeó a sí misma, pestañeando dos veces antes de volver a adherir sus focos a los del rubio.

—Oh-eh... Va bien. —Confirmó con voz suave—. Tengo que vigilar al apoyar el pie porque aún se me resiente un poco el tobillo, pero... Estoy mejor. —Sonrió amable—. Y... Bueno... ¿Cómo es que estás despierto tan temprano?

—Tengo hambre. 

—¿Y eso que tiene que ver con...?

—Iré a comprar mi desayuno y como te dije, sólo quería cerciorarme de que tu pie estuviera mejor que anoche —Se encogió de hombros, retrocediendo un par de pasos —Y en vista de que todo está en orden, seguiré atendiendo mis propios asuntos.

—Oh... Pues... Bien. —Se colocó un mechón detrás de la oreja, viendo al chico retroceder con los nervios ocupando la boca de su estómago—. ¿T-te gustan los croissants? —Preguntó de repente, no entiendo ni por qué demonios lo había hecho—. L-lo digo porque hice ayer, y... Ya que tienes que desayunar, pensé que... ¿Querrías hacerlo conmigo? ¡Desayunar! 

ODIO AMARTE |+18 collab. ft Marichat8989Donde viven las historias. Descúbrelo ahora