04- AU Inverso

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Genderbend!
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—¿Sigues enfadada? — Denki asomó la cabeza por la puerta entornada, entrando al dormitorio de su amiga.

—¿Quién mierda te ha dado el permiso de asomar tu cabezota por mi cuarto?

—Vale, sigues enfadada. — Ingresó en el dormitorio, y se sentó en la cama de Hanta, mientras esta estaba sentada en su escritorio, dándole la espalda.

—Tú lo has dicho, estoy muy cabreada contigo, así que no te quiero ver ahora mismo. Vete, por favor.

—Sero, yo no quería hacerte daño.

Hanta miró a la rubia por primera vez.
—Mira tú qué bien, yo tampoco me quería enamorar de una idiota y aquí estoy, con una venda en la cabeza que me duele como un demonio. Ahora SÍ que puedo decir que dejaste huella en mi cabeza, Kaminari, sin duda alguna.

—¡Te juro que no era mi intención! ¡Fue el susto, ya te lo he dicho!

—¿¡El susto?! ¡¿Así es como llamas a mis sentimientos por ti?! ¿¡Un susto?!

Después de meses enamorada de la chica eléctrica, Sero se había decidido a decirle a esta lo que sentía.

Mala decisión, al parecer.

En el descanso para el almuerzo, llevó a Denki fuera de la academia, donde no había nadie puesto que todos estaban en la cafetería o repartidos por el edificio.

Se lo dijo de forma directa. Y entonces le vino el golpe.

Literalmente.

Kaminari había bajado su cabeza cuando escuchó atentamente la confesión, y como Hanta se inclinó hacia ella para ver si le pasaba algo —era más alta que la rubia—, no vio venir que ella levantara su coco de repente y le golpeara en toda la barbilla.

Y tampoco pudo evitar el pico del alféizar de una de las ventanas que tenía detrás.

Denki, asustadísima porque el golpe había sonado muy, muy fuerte, trató de acompañar a Sero a la enfermería.

Y aunque estuviera a punto de desmayarse, Hanta rechazó la ayuda y se fue de allí sin Kaminari, dejando a la otra atrás.

—¡Que no es eso! —exclamó Denki, con su vista en la cabeza de Sero, cubierta por una venda que rodeaba la zona de la frente y la parte de atrás. —¿Cómo llevas la herida? —preguntó preocupada, acercando su mano a la cabeza de Hanta.

Pero antes de poder siquiera rozarla con las yemas de sus dedos, Sero sujetó su muñeca y se dio la vuelta para encararla, seria. —Ni se te ocurra tocarme la cabeza. —dijo alejando la mano de la rubia y volteando otra vez, a lo que esta se sintió mal.

—Jo, Sero. En serio lo siento, de verdad que no quería hacerte daño. —se puso en cuclillas al lado de la silla, mirando a Sero arrepentida. —¿Qué tengo que hacer para que me perdones?

—Nada, Kaminari, nada. —contestó cortante.

—¡Pero mírame al menos!

—Si te miro, te acabaré perdonando, y no debería.

—¿Y eso por qué?

Serokami Week 2020 Where stories live. Discover now