𝔠𝔞𝔭 15 La pareja ducal ₚₜ. 3

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Bien entrada la mañana, Hannie observó los rayos del sol colándose por la ventana hasta su dormitorio. Parpadeó varias veces para despertarse y se levantó con ayuda de las manos.

La fatiga atacaba cada centímetro de su cuerpo. Se había acostumbrado a levantarse cansado. Seungcheol había estado visitando sus aposentos cada noche desde hacía un mes y lo penetraba como un animal salvaje.

Los placeres explosivos que compartía con él drenaban toda su estamina. Nunca terminaba rápidamente, sólo paraba cuando Hannie se desmayaba del agotamiento.

Se había quedado toda la noche despierto con él. Pasaba sus días cabeceando por el sueño y, cuando se las apañaba para conseguir algo de fuerza, ya llegaba la noche. Entonces, él lo llevaba a la cama para su acontecimiento nocturno. Había pasado un mes en un abrir y cerrar de ojos malgastando su tiempo.

Su cuerpo ya se había acostumbrado a esas noches y era capaz de despertarse antes sin estar tan cansado. La primera semana se había estado despertando por la tarde.

Por supuesto, Hannie jamás admitiría que su propia estamina había mejorado. De hacerlo, su marido lo penetraría con una fuerza todavía más terrorífica. Quería dejar de pasar sus días en cama. Enfrentarse a todas las criadas que le servían era mortificante.

El día anterior había sido más persistente de lo normal, por eso, tenía la sensación de poder sentirle dentro de el. Si Hannie realmente aborreciese esas actividades, todo lo que necesitaría hacer era negarse. No lo iba a violar. Sinceramente, era agotador pero muy bueno.

El sexo gratificante y los orgasmos causan fatiga, pero también acarrean un sentimiento de realización. Él le hacía rodar de izquierda a derecha, complaciendo cada rincón de su cuerpo con la lengua. El joven no podía compararle con otro hombre y nunca tendría la oportunidad de hacerlo, pero comprendía que se le daba bastante bien.

Él lo complacía en la cama, fuera de la cama, en mesas y en sofás. Cada día le complacía de una forma nueva sujetándolo en posiciones diversas. Aunque sus noches eran largas, las actividades que hacían no le repugnaban.

Al principio le sorprendió y le tomó por una bestia. Sin embargo, se acabó descubriendo a sí mismo aferrándose a él y moviendo las caderas. En un mes le había enseñado las alegrías del placer sexual.

Tiró de la cuerda para llamar al servicio, se lavó y se cambió de ropa. Hannie observó su reflejo extrañado y las sirvientas le contemplaban con timidez.

Hannie se vistió con unos pantalones cómodos y una camisa de seda holgada que dejaba a la luz muchas marcas rosadas. Era como una especie de enfermedad. El tiempo se estaba volviendo más caluroso día a día, pero tenía que cubrirse.

–...No puedo salir así. – Hannie suspiró. – Traedme otra cosa. Una camisa que me cubra el cuello.

–Sí, señor.

Las criadas se movieron atareadas. El muchacho ya no se avergonzaba llegados a este punto. Cualquiera se acostumbraría después de tener que enfrentarse a la misma situación cada mañana.

Era de esperarse porque eran recién casados, pero los demás parecían sorprendidos de que el duque lo visitase cada noche. Todos los sirvientes habían sido amigables desde un principio, pero ahora le servían con sudores fríos. Se dio cuenta que nada era más poderoso que poseer el amor de tu marido.

Hannie disfrutó del té en una mesita bajo la sombra en el jardín. Era una de sus costumbres diarias.

Qué jardín tan desolado...

Hannie  ✦ JeongCheolWhere stories live. Discover now