El alfa y el omega de Rivia

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Ciri seguía siendo buscada por todos los reinos y pueblos existentes habidos y por haber, pero parecía ser que en ese pueblo en medio de la nada y todo, donde habían decidido quedarse por un tiempo Jaskier, Ciri y el mismo Geralt , nadie parecía saber de su existencia. Para Geralt eso estaba más que bien a decir verdad después de toda la ¨aventura¨ que tuvo para encontrar a Ciri y luego encontrar a Jaskier necesitaba un momento de paz, por más mínimo que fuera, aparte que probablemente el bardo haría mil y un berrinches si decidía alejarlo de sus nuevos amigos. Jaskier se había adaptado demasiado bien a ese pueblo, a los Winchester y a la taberna donde este trabajaba. Un punto más a favor de ese pueblo es que, el bardo tenía un trabajo dentro de la taberna de Helen y que de hecho él también tenía buenas cacerías en ese bar, nunca faltaba el pobre desgraciado que tuviera problema con alguna criatura sobrenatural. Pero había un solo inconveniente...

-          No creo que este sea mi peso en oro -Se quejo por decima vez el brujo señalando la bolsita de monedas que traía en manos mientras trataba de llamar la atención de Helen, que se encontraba lavando y acomodando unos vasos sin siquiera voltear a verlo. Si no fuera que apreciaba de mínima forma a la omega y que había cuidado de Jaskier en el tiempo en que no estuvo, ya hubiera hecho un escandalo en el bar- Helen...

-          Claro que es tu peso en oro -Dijo la castaña muy segura sin dejar de guardar los vasos y escuchando de fondo el resoplido del alfa- Seguramente es tu peso en algún momento en que estuviste en el vientre de tu madre, pero tu peso al fin y al cabo.

A la mierda todo lo que dijo, ese pueblo lo iba a volver loco.

-          Helen...-Gruñó, empezando a perder la poca paciencia que tenía.

-          Oye, yo nunca especifiqué lo que pesabas ahora -Aclaro la omega llevándose ambas manos a la cadera- Aparte, ¿no estas viendo el lugar de mierda que manejo? Ten sentido común, Geralt -Dijo dando por zanjado el tema.

-          Eres despreciable -Bufo el alfa sobándose la frente, resignado, ya había aprendido por las malas que nunca le ganaría una pelea a esa mujer. Alzó la vista cuando vio un tarro de cerveza frente él y un plato de comida- Pero tienes tus encantos -Añadió dando un sorbo a su tarro.

Geralt dio una mirada rápida al bar y lo silencioso que estaba, lo cual era normal si tomaba en cuenta que ninguno de los Winchester estaba presente y que incluso Ciri estaba en la cocina junto a Jo, la cual estaba enseñando a la omega a hacer pequeños pastelillos. Todo estaba silencioso, demasiado silencioso...

-          ¿Dónde está Jaskier? -Pregunto dejando su tarro bruscamente sobre la barra al ver el escenario vacio. Claro, eso explicaba tanto silencioso.

-          Fue al pueblo a arreglar algo de su laúd -Dijo la omega viendo al escenario también frunciendo los labios al recordar algo- Pero ya se tardó...

Eso era suficiente señal para Geralt.

-          Iré por él -Gruño el alfa de no sonar tan preocupado como estaba. Había aprendido a las malas a odiar ese silencioso que se generaba cuando su bardo no estaba cerca- Ponlo en mi cuenta -Dijo acabándose el tarro.

-          Por eso es que nunca te pagué tu peso en oro, De Rivia -Dijo en un bufido la alfa guardando los platos que había usado el brujo y sonriendo de medio lado al ver la imperceptible sonrisa del peli blanco.

Geralt emprendió su búsqueda dirigiéndose al pueblo y sabiendo que había dejado a su cachorra en buenas manos. Según las palabras de Helen, Jaskier había ido al pueblo a arreglar su laúd, lo que significaba que había ido al único taller decente en ese lugar, aunque este no arreglara precisamente instrumentos musicales. Tomó rumbo hacía dicho taller, el cual era demasiado grande para un pueblo como eso, pero conociendo al excéntrico al que le pertenecía dicho taller, todo tomaba sentido. Entro sin preguntar y recorrió su vista por todo el establecimiento, encontrándose con armaduras a medio hacer, espadas tiradas por doquier, algunas cosas en el fuego y en medio de todo ese caótico entorno, estaba un omega castaño con un martillo en la mano y con la otra la estaba ocupando para cargar a su cachorrito también omega.

El alfa y el omega de Rivia.Where stories live. Discover now