Capítulo 34.

20.1K 1.3K 136
                                        


Sigo corriendo con ella en brazos, doy todo de mí para correr rápido pero sin lograr lastimarla más debido a mi brusquedad. Lo que pasa es que para mí cada maldito segundo es prioridad en la vida de mi futura familia. Siento que por cada segundo que pasa, mi luna y mis bebés están cada vez más en peligro. Eso, si no llego a tiempo al hospital.

Pero para mi suerte, las puertas del lugar se alzan a mi vista, lo que me hace acelerar más el paso y entrar sin tocar o sin cuidado. ¡Me importa una mierda la educación al entrar a un hospital en estos momentos!

—¡Rápido, ayúdenme!— grita un enfermero al verme con ella en brazos casi inconsciente.

La montan a una camilla y veo como empiezan a hacerle preguntas que ella, con debilidad y esfuerzo responde. Cuando veo que cruzan un doble-puertas, intento también meterme pero me frenan.

—Disculpe, no puede seguirnos, tiene que esperar aquí. —habla el sujeto que atendió a mi mujer.

Gruño en advertencia de que se aleje y me deje entrar.

—Estás hablando con tu alfa, no me puedes prohibir nada.

—Lo se alfa y lo siento, pero no puede pasar, tememos que se altere y destroce todo allí dentro.

—Destrozaré tu cara y todo el maldito lugar si no te quitas e igual voy a terminar entrando. —amenazo.

El chico me mira y me mira, para terminar suspirando pesado y decirle a una chica que me prepare para entrar.

Se preguntarán; ¿Por qué hay tanto procedimiento médico si los hombres lobo no enferman y se curan solos? Pues la respuesta es que solo lo hacen para aparentar normalidad, y también porque hay un 2% de humanos en la manada y vienen aquí creyendo que es un hospital normal, además de que ahora tengo a mi luna que también es humana y para los cachorros que aún no han obtenido su transformación, lo que significa que su curación tarda más y hay que proceder en caso de que la herida sea por plata o algún otro tema de gravedad. ¿Ven? Si estoy pendiente de mi manada.

-Todo eso es por Rose, ella fue quién te propuso todo lo que acabas de decir- se burla Kobu.

Con un lobo interior así, ¿para qué enemigos?

-Solo quiero darle el crédito a mi luna.- ¡Ya, por favor!

Ya vestido extrañamente de azul, como los doctores de aquí, me conducen hacia una habitación donde desde afuera puedo escuchar los quejidos y el acelerado corazón de mi mujer, haciendo que me mueva nervioso y conmigo, mi lobo.

—Por aquí, alfa. —me señala el mismo chico.

Asiento hacia él y finalmente llego a la sala donde está mi mujer gritando de manera dolorosa, no solo para ella sino también para mi lobo y para mí.

—Ya estoy aquí, amor.— me acerco rápidamente y tomo con delicadeza su mano.

Ella al parecer quiere todo, menos delicadeza, ya que inmediatamente aprieta mi mano de una manera, que si no fuera alfa Y hombrelobo, me dolería demasiado.

—Me duele, Kyle.— me mira con lágrimas en sus ojitos.

Estoy que caigo rendido para implorar que su dolor sea conferido a mí, no aguanto verla así.

—Ya pasará amor, tranquila.

—T-tengo miedo...— tartamudea.— ¿Y si algo l-les pasa?

Oh, diosa no. Que no se ponga en esas.

—No digas eso, todo estará bien. Tú estarás bien, ellos estarán bien, ¡Todos estaremos bien!

Ya me estoy alterando demasiado, ¡Jamás me imaginé ésto!

La Luna y la Bestia. ©Where stories live. Discover now