Invitación retrasada (1/2)

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Jack me acompañó a casa, debido a que solo teníamos una bici, caminé a su lado junto con la bici.
Desde el inicio lo podía percibir, algo le preocupaba a Jack pero no entendía por qué no se lo había contado a Rose, ambos habian tenido confianza para decirse lo que fuera, pero Jack estaba callando eso y causaba tensión. Lo sentí desde el momento en que se despidió de Rose y cerró la puerta tras de sí. En una situación normal estaría tranquilo y bromista conmigo, pero no era así, me sonrió rápidamente y emprendió marcha a casa, iba mirando el piso, evitando contacto visual conmigo, sus pasos eran juguetones pero indecisos y lentos. Traía las manos en los bolsillos, no me dijo nada durante media cuadra.
Pare en seco pero él ni cuenta se dió, siguió caminando viendo al suelo, conté sus pasos; 10 pasos y al 11 giró la cabeza hacia los lados preocupado. Corrió a mi lado cuando se dió cuenta de que me había quedado.
- ¿Estás bien? - me preguntó preocupado. Algo lo tenía de nervios.
- Eso quiero saber Jack - le dije sincerándome - ¿Qué te pasa?
Jack dió media vuelta y puso sus manos en el manubrio, se subió a la bici y empezó a jugar con los pedales. Respiró hondo y me volteo a ver.
- Es raro ¿Sabes? Siento como sí mi padre estuviera nuevamente aquí conmigo - jugueteó - antes de que muriera me enseñó a andar en bici. Tenía 5 o 6 años, y el se puso al lado derecho así como tú ahora - me miró fijamente, sus ojos escondían algo. Mi corazón empezó a latir fuerte, por un momento sentí que el corazón de Jack estaba también latiendo fuerte. Volvió a romper contacto visual conmigo.
- Jack - dije después de un momento de silencio - escuché la pelea que tuviste con Rose. Sé que no tenía derecho pero fue justo antes de que tocara - confesé, estaba viendo al suelo, levantó su mirada sorprendido
- Tenía que suponerlo - fue lo único que dijo, apretó los labios y empezó a pedalear ligeramente en la bici. Lo seguí a mi paso.
- No quiero inmiscuirme pero sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
- Me llegó esto - sacó el sobre que había visto antes, lo extendió un poco dudoso - Quiero a Rose - me dijo antes de que tomara el sobre - ¡Por Dios! La amo más que a mi propia vida y no soportaría que algo malo le pase por una mala decisión.
Tomé el sobre y seguí caminando por la calle, Jack iba al lado mío pedaleando lentamente, veía mi cara constantemente para ver mi reacción.
No había muchas letras pero las pocas escritas eran más que suficientes para estremecer a alguien.

Invitación para el baile del señor Caledon Hockley

Para Jack Dawson y Rose Dawson

Aquellas no eran las palabras que estremecían sino una nota adicional al reverso de la invitación

Quiero arreglar las cosas como caballero. Más te vale asistir esta vez.

Reconocí enseguida la letra, era la de Cal, era la misma letra que me había anotado su dirección, hace dos meses atrás.  Ese último "Más te vale asistir" no era de lo más amistoso.
- ¿Cuando te la dieron? - fue lo primero que pregunté doblando la invitación.
- La habían dejado en la puerta de nuestra antigua casa, la mujer que nos la rentaba la guardo y me la hizo llegar la semana pasada, en la ciudad - explicó.
- Y Rose no lo sabe - afirme.
- No quiero ponerla en peligro. No le confío a él nada.
- ¿Pero que pasó con aquella fiesta hace dos meses? Esa fiesta de "paz" - hice las comillas con mis dedos.
- Se celebró, como tenía que ser. Pero decidí no ir, tampoco le dije nada a Rose. Y suponía que te había llegado a ti también la invitación pero con lo del incendio y eso tal vez no la perdiste.
- Creí que ese hombre solo estaría un par de semanas aquí - refunfuñé. Si la fiesta de compromiso era el miércoles de la semana que el barco llegara, ese hombre ya tenía que haber estado en Pittsburgh hace mucho tiempo atrás, pero había vuelto por algo... O alguien.
- Yo también - me sacó Jack de mis pensamientos - Iré a esa fiesta, solo - me dijo Jack con determinación - no puedo arriesgarme a qué le haga daño a Rose.
- Ella no es una muñeca de porcelana que debas cuidar por miedo de que se rompa - cité las palabras de Rose.
- Lo sé, pero no soy un imbécil para exponer nuevamente a Rose. Estando en su casa, solo Dios sabe lo que será capaz de hacer. Pero quiero zanjar esto de una vez por todas, no voy a estar huyendo como un fugitivo ni como un ladrón. Tendrá que aceptar la decision de Rose quiera o no.
- Piensa antes las cosas Jack. ¿Qué le vas a decir a Rose? Tu sabes mejor que nadie que una buena relación se basa en la confianza, el amor y el respeto. Si una de las tres falla, todo se tambalea
- Sí, si lo sé. Pero no quiero exponer a Rose - me respondió.
- ¿Siquiera le has preguntado lo que piensa? - paré en seco la bici - No puedes llevar esto solo, y ahora no estás solo, la tienes a ella. Habla con ella Jack, ambos podrán llegar a un acuerdo razonable. Rose lo conoce bien y estoy segura de que no haría algo tonto.
Jack me escuchaba sin decir nada. Quité las manos del manubrio y el siguió pedaleando. Yo me quedé parada dónde estaba.
- Sino hablas con ella terminarás destruyendo lo que quieres salvar. El éxito de un matrimonio no depende de cuántas veces estén dispuestos a dar la vida el uno por el otro, sino de las pequeñas muestras de amor y confianza. Si eso se acaba no importa si estabas dispuesto a morir por ella un millón de veces más.
Jack frenó en seco la bici. Respiró hondo y volteo a verme.
- No sé cómo ni en qué momento te volviste tan madura - me sonrió.
- Tuve excelentes maestros que me enseñaron muy bien - contesté refiriéndome a mis padres. Ambos habían sido un ejemplo para mí toda mi vida. De no rendirme, de luchar por lo que amo, de no dejar que las cosas se hundan... Pero de lo que más me enseñaron era del amor, la confianza y el respeto.
- Gracias - me dijo Jack al final. Aunque no me lo dijo, aquel silencio y cambio de actitud me hizo estar segura de que lo hablaría con Rose.
- No hay de que - susurré en voz baja y seguí caminando a su lado.
Jack siguió en la bici, empezó a hablarme de aquella escuela que aparecía detrás de los niños. Me dijo que recordaba como pasaban por aquel camino cuando iba con su padre a pescar. También que recordaba a su padre con cierta nostalgia. Jack y yo habíamos perdido a nuestros padres casi al mismo tiempo y tal vez por eso lo entendía tan bien. La vida había hecho de Jack todo un hombre, pero tenía sentimientos muy arraigados y especiales que lo hacían único.
Después de unas cuadras andando en bici llegamos a casa. Tal vez eran como las 4 o casi las 5 de la tarde, los trabajadores se habían llevado ya todas sus cosas y despejado el jardín y el patio de atrás, por lo que la casa ahora tomaba nuevamente su vista de casa.
Sonreí feliz al pensar que aquel era mi hogar, le hice una seña con la cabeza a Jack para que entrara por la puerta principal.
- Dame la bici - le dije en lo que caminaba a la puerta de atrás para dejarla en el desván - Está abierto, pasa, en un segundo estaré dentro. Espero que tía Grisgelda este allí, me encantaría que te conociera - le sonreí.
Jack asintió, metió sus manos en los bolsillos, las sacó, dió una palmada y frotó sus manos entre sí. Aunque el pensaban que yo no lo veía se arregló el cabello con sus dedos y dió un respiro antes de entrar a la casa.
Sacudí mi cabeza con una sonrisa en la cara, caminé hasta el desván y dejé allí la bici. Estaba por volver a casa cuando encontré una pequeña nota escondida entre algunas herramientas

Estimada señorita:
Mi más sincera felicitación por su logro.
Suyo siempre, H.

Volteé a los lados y viendo con desconfianza la casa de enfrente, el señor Calvert no podía haber sido, Adam's no había estado aquí hace mucho... Quien hubiera dejado eso sabía que yo lo vería. Aunque podía estar malinterpretado las cosas, tal vez no era para mí, no tenía nombre y aquella letra no la conocía. Doble el papel y lo metí en la bolsita de mi vestido. Peiné un poco mi cabello y me tranquilice antes de entrar.
Sonreí tratando de mostrarme como siempre, empuje la puerta de la cocina que daba al patio. Julieta no estaba en ella, pero estaban las ollas listas y la comida caliente, me di cuenta de que eran las 5: hora de la comida.
Entre al nuevo comedor, aquel espejo se había ido y el candelabro ya no parecía de terror, aquel salón había sido redecorado y ahora entraba muchísima más luz haciendo cálido y hogareño el lugar. Cómo era de suponerlo, las sillas anteriores se habían quemado por lo que se tuvieron que reemplazar con otras nuevas. Las nuevas eran de color madera suave con cojines de colores verde y beige. La mesa estaba servida, pero tampoco había nadie allí.
Caminé hacia el pasillo del salón principal cuando empecé a escuchar voces, era mi tía, Charles y Jack. Primero no era claro lo que decían pero poco a poco fue más claro.
- Es hermoso - decía Charles - se parece tanto al original. Tienes mucho talento hijo - Charles extendió su mano al hombro de Jack para darle una palmada.
- Gracias señor - asintió Jack con una leve sonrisa, Jack volteó a verme satisfecho, yo me sentía como él. Aquel cuadro se veía precioso allí, en esa nueva pared.
- ¡Oh querida! El señor Dawson nos ha mostrado el cuadro - dijo mi tía creyendo que no lo conocía - Discúlpeme señor Dawson le voy a presentar a mi querida sobrina, Karenina - me dijo dirigiéndose a mí - el señor Dawson. Señor Dawson mi sobrina Karenina DeLa Rosa - dijo refiriendo a Jack
- Ya nos conocíamos tía - aclaré, aunque Stephen y Julie ya conocían a Jack, tía Grisgelda no había tenido oportunidad.
- ¿De verdad? - se quedó un segundo pensativa - que distraída soy. Discúlpeme señor Dawson.
- No tiene por qué - dijo Jack con toda la cortesia del mundo.
- Podría jurar que... - se detuvo un segundo, parpadeó y lo vio con los ojos entrecerrados. Poco después quitó la mirada de Jack - Sería un honor que viniera a comer con nosotros señor Dawson.
- Muchas gracias pero no quisiera...
Jack fue interrumpido por Stephen que había llegado.
- Karenina que gusto de verte - me saludó muy amablemente - ¿Ha ido bien tu paseo? ¡Ho! - volteo a ver a Jack - señor Dawson, no lo esperaba ver aquí.
- Disculpe el atrevimiento - se disculpó Jack - vine a dejar un encargo solamente - señaló el cuadro.
- ¡Ah! ¡Claro! - respondió cruzando los brazos sobre su pecho. Stephen parecía seguir sin confiar en Jack.
- ¿No te gusta Stephen? - le preguntó tía Grisgelda. Stephen no veía el cuadro sino a Jack.
- No del todo - respondió con un aire de desconfianza
- Este muchacho no entiende  nada de arte - añadió tía Grisgelda - nunca ha sido buen artista ni aprecia está arte. ¡Charles! ¡Vaya hora! A comer - anunció cerrando aquella discusión - emprendió marcha al comedor, pero Stephen, Jack y yo nos quedamos allí mismo parados.
- Stephen - le llamé la atención discretamente pues no dejaba de ver a Jack.
- No es nada - me respondió secamente sin dejar de verlo.
- Jack - me acerqué a él tomándolo del hombro viendo el cuadro - te lo agradezco - sonreí y le di un abrazo fuerte.
Un segundo, solo fue un segundo que duró ese abrazo pero un mareo muy fuerte me invadió, entonces sin darme cuenta me venció aquella sensación. Fue momentánea y poco después parecía estar bien. Jack en cambio estaba sentado en el suelo agarrando su cabeza fuertemente contra su pecho, como si le doliera muy fuerte.
Stephen entonces se agachó a dónde él, no sé lo que le habrá dicho por qué mis oídos estaban zumbando. Un par de segundos después ambos se levantaron del suelo, Stephen ayudó a Jack a ponerse de pie y le dió una palmada en el hombro.
Yo seguía allí en el suelo, voltee a verlos a ambos y el cuadro de John estaba justo detrás de ellos. Era como si aquellos dos pequeños hubieran salido del cuadro y estuvieran de pie frente a mí. Otro fuerte mareo me dió pero paso casi al instante.
Ambos estiraron un brazo para levantarme e inconscientemente los abracé a ambos. Mis oídos seguían zumbando.
- Gracias por ser mi familia - añadí
Poco a poco recuperé el oído. Ninguno de los tres dijo nada más sobre lo sucedido en aquel momento, era nuestro secreto. Algo extraño había paso allí, algo casi mágico

Titanic: La vida sigue (secuela Titanic: Si Jack hubiera sobrevivido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora