Dime lo que yo no sepa.

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Seguí pedaleando la bici unos metros más hasta que pude ver la casa de Grisgelda en la esquina. Bajé mis pies de allí y comencé a caminar con la bici a un lado mío. Estuve pensando por donde sería mejor lugar para meterme. Eran las cinco de la tarde por lo que no habría nadie en la cocina. Stephen probablemente habría salido a comprar ya que era Lunes, y Charles estaría descansando o haciendo alguna cosa dentro de la casa, aún así, eso me daría oportunidad de entrar sin problema alguno. Me dirigí hacia el desván para dejar la bici, la coloqué con cuidado y empecé a revisar las ventanas de la casa con mucha precaución, no había nadie en la cocina, en la puerta principal estaba la misma situación. Entonces me asomé a la sala de estar y pude ver que estaba Stephen con alguien más sentado allí. "Eso servirá de distracción" pensé. Caminé nuevamente hacia la puerta de la cocina y estaba dispuesta a entrar cuando alguien me jaló por el brazo y me derribó al suelo inmediatamente. Trataba de soltarme pero me había sometido bien. Busque con mis piernas dónde estaba parado él para intentar derribarlo pero sus pies estaban justo a un lado de mis costillas. Entonces, en un movimiento rápido, le di una patada. Él perdió un poco el equilibrio y se dió contra la puerta de la cocina, lo que hizo que me liberará, entonces me levanté para hacerle frente pero él ya estaba de pie y me dió una patada en el estómago, lo que hizo que me cayera de espaldas al suelo, entonces volvió a acercarse a mi para someterme.
- Ya te tengo pequeño ladrón - dijo él aplicando fuerza. Entonces reconocí la voz.
- ¡Suéltame Jack! - le grité
Jack no me soltó pero dejó de aplicar fuerza sobre mis muñecas.
- ¿Karenina? - preguntó extrañado
- ¡Sí! - volví a decir. Entonces me soltó de una mano y me quitó la mascara de trabajo.
- Pero ¿Qué estás haciendo? - volvió a preguntarme sin quitarse de sobre de mí.
- Iba a darme un baño - expliqué bastante obvia.
- ¿Trabajas con el señor Robinson? - fue que me preguntó.
- Si, pero Stephen no lo sabe - expliqué
Jack sonrió, se levantó y me dió la mano para ayudarme, cuando me puse de pie le di un pequeño golpe en el hombro.
- Y ahora resulta que la chica del Titanic trabaja de carpintero - mencionó viéndome de arriba para abajo con cierta satisfacción.
- Pero por favor no le vayas a decir a Stephen - supliqué.
- ¿Por qué no? Es una buena noticia que estés trabajando ya
- Sí, pero aún no me dan el puesto oficialmente. No quisiera decirle a Stephen y después perder el empleo. No me lo perdonaría yo misma - expliqué.
- Estás bien. Mantendré tu secreto - me dijo.
- ¿Tú qué estás haciendo aquí? - le pregunté dudosa poniéndome de nuevo el sombrero de Charles.
- Vine con Rose para que Stephen nos ayude para hacer legal nuestro matrimonio, la semana que viene, hemos puesto fecha ya pero es la primera vez que me voy a casar así que no tengo mucha idea de que se necesita - se sincero metiendo sus manos en los bolsillos.
- Ya veo - Bajé un poco mi sombrero - ¿Y por qué saliste?
- Te vi por la ventana - me señaló - parecías sospechoso, perdón, sospechosa - reiteró la palabra, yo sonreí - le dije a Stephen que me disculpara un momento y salí a ver.
- Me alegra de que fueras tú - alcé ambas cejas, Jack no los vio - No sabría qué decirle a Stephen si me lo hubiera topado de frente.
- Pues entra entonces - dijo señalando dentro - Stephen lleva un rato buscándote, vas a tener que inventar una buena excusa - señaló. Jack me sonrió de nuevo, pasó su mano sobre el sombrero como para despeinarme y se metió por la puerta de la cocina. Respiré hondo, acomodé nuevamente el sombrero y abrí la puerta de la cocina con mucho cuidado para no hacer ruido, asomé la cabeza hacia ambos lados y me metí muy despacio. Caminé atravesando está y después salí al pasillo principal. Al fondo podía escuchar la voz de Stephen en la sala de estar y la de Jack  hablando. Agradecí por mis adentros y empecé a subir la escalera con cuidado.
- ¡Con que tú te llevaste mi sombrero!- escuché una voz venir de arriba de la escalera. Charles estaba recargado en el barandal viéndome con total calma. Baje los dos escalones que llevaba e intenté huir a la cocina - ¡Hac! ¡Hac! ¡Hac! - llamó mi atención nuevamente - jovencita ven aquí
Escuché como caminaba hasta el pasillo y me esperaba al final de la escalera, subí la mirada muy apenada y me apresuré a subir las escaleras a toda velocidad. Me pare frente a Charles sin saber que decir. Charles me veía con los brazos cruzados viéndome de arriba hacia abajo más de una vez, yo no alzaba la mirada. Inhaló hondo y entonces tomó su sombrero de mi cabeza, lo revisó viendo que estuviera bien, soplo en la parte superior, quitó con sus dedos unas migas de polvo, le dió vuelta con ambas manos y entonces se lo puso en su cabeza esperando a que le dijera algo, volvió a verme y cruzó sus brazos a la altura del pecho - ¿Y bien? - me miró atento. Bajé la cabeza apenada ¿Que se supone que le diría? Charles entonces subió mi cara suavemente con dos de sus dedos, chasqueaba con la lengua en señal de desaprobación. Me miró fijamente.
- ¿A dónde fuiste? - preguntó.  Tragué saliva.
- Salí - respondí tímidamente después de unos largos segundos de pausa.
- Se que saliste pero esa no fue mi pregunta, sino ¿A dónde fuiste? - reiteró. Me puse nerviosa y no sabía que contestar así que me quedé callada - Déjame decirte algo - me tomó de la muñeca y me guío por el pasillo hasta el final de este, dónde estaba la ventana. Debajo de esta había un baúl cuadrado grande de madera que servía de sillón. Él se sentó y me puso para que me sentará junto con él, podía verme perfectamente de frente, soltó mi muñeca y yo volví a bajar la mirada - Karenina - empezó con tono tranquilo - no quiero inmiscuirme en tus asuntos pero me preocupo por ti - Bajó su mirada para verme cara a cara - todos nos preocupamos por ti. Por eso te pregunto.
Tome aire para tratar de explicar.
- Salí a trabajar - respondí roja de la cara.
- ¿Y  eso te  avergüenza? - preguntó, yo negué con la cabeza - ¿Entonces por qué no nos dijiste nada? - continuó.
- Tenía miedo de que no me dieran permiso - dije levantando un poco mi cabeza - de que Stephen y tú se opusieran.
- Ya veo - asintió Charles - ¿Y no pensaste en que tal vez estaríamos preocupados por saber de ti? - asentí bajando la cabeza - Karenina - volvió a levantar mi barbilla con dos dedos suavemente - Tendrás nuestro apoyo para lo que quieras - afirmó - pero necesito saber que es. ¿De acuerdo? - volví a asentir - ¿Qué tal te fue en tu primer día? - volvió a preguntar
- Bien - respondí brevemente
- ¿No le vas a contar al tío Charles en que estás trabajando ni que hiciste hoy?
- Estamos haciendo un salón de baile - respondí con la cara roja de vergüenza.
- ¿Enserio? ¡Que bien! Así que supongo que estás trabajando con el señor Robinson - asentí - Me parece muy bien Karenina, te felicito por tu intrepidez. Para la próxima me gustaría que me dijeras para acompañarte hasta allí - me sonrió de forma  paternal - Ya me imagino como te las estás apañando para pasar desapercibida - me miró de arriba a abajo con una sonrisa. Yo se la devolví - Bueno - se levantó de uno solo golpeando sus piernas con sus manos - Ya que supe que estabas viva y que estás bien - se volteó a verme, metió sus manos en los bolsillos del pantalón, levantó ambas  puntas de sus pies  recargando el peso sobre los talones y luego las dejo caer nuevamente - ¿Por qué no te vas a cambiar y bajas a cenar? Debes estar muerta de hambre por qué no desayunaste nada
Me levanté sonriéndole. Caminé hacia mi cuarto, Charles dió la vuelta conforme yo avanzaba.
- Karenina - volvió a llamar mi atención, volteé nuevamente, él camino hacia mi, acomodó un mechón de pelo que se había salido detrás de mi oreja y me puso nuevamente el sombrero. Me sonrió - Igual a tu madre - dijo y entonces señaló mi cuarto, yo sonreí y me metí dentro. Cerré la puerta viendo a Charles bajar con una sonrisa en la cara. Aquello no me lo esperaba, me recargue en la puerta y me fui resbalando poco a poco, mi corazón latía fuerte de alegría. A pesar de haber perdido un padre, Charles había actuado como uno, uno cariñoso y comprensivo.
Después de recuperarme, me quité el traje y la demás ropa y me metí a bañar. Poco después salí y me cambié de vestido, cepille mi cabello y salí del cuarto cerrando la puerta tras de si.
- Así que ya llegaste - escuché la voz de Stephen a un lado mío, salté del susto. Él estaba recargado en la pared del pasillo que daba a la ventana. La luz del sol empezaba a bajar - ¿Se puede saber en dónde estabas ? - me preguntó acercándose más a mi.
- Salí a trabajar - me sinceré. Charles me había dado la confianza necesaria.
- ¿Trabajar? ¿En dónde? - se extrañó.
- En la ciudad - el miedo volvió a apoderarse de mí. Las malas experiencias que había tenido en el pasado con Stephen hicieron que me acobardara nuevamente.
- Ajá - añadió tratando de saber más, yo no dije nada - ¿En qué?
"Soy carpintero" pensé. "Lo mismo que hice aquí Stephen, no sé ganarme la vida de otra manera. Tal vez no será la forma que más te guste pero es  una manera modesta y honrada de ganarme la vida"
- "No podía quedarme en casa sin hacer nada" - añadí esto último en voz alta, fue entonces que lamente haberlo dicho.
- No estoy diciendo que no hagas nada- Stephen me vio sin saber que decir más. Se rascó la nuca y se relajó un poco, miró hacia las escaleras, la luz del comedor estaba bañando la subida de esta. Entonces se escuchó la risa de Jack en la cocina. Relajó un poco sus hombros y respiró profundo - Debes tener hambre - añadió sin hacer referencia a lo antes conversado - Vamos, baja a cenar - añadió esperando que yo bajara primero. No dije nada más y comencé a bajar llendo hasta el comedor, nadie estaba aún sentado a la mesa cuando entré, Julie estaba acomodando los últimos platos en ella.
- Karenina - sonrió muy feliz de verme - la cena te va a gustar mucho.
Entonces entró Stephen detrás mío, Julie examinó su rostro y Stephen caminó hasta donde ella y le besó la frente, Julie sonrió complacida y vivo a la cocina. Stephen se quedó en el comedor conmigo, parecía que tenía algo que decirme, estaba un poco nervioso y jugueteaba con algunas cosas de allí. Puso los codos en la mesa y después se incorporó nuevamente.
- Voy a ayudar a Julie a traer lo demás - anuncié.
- No - soltó de momento - no - repitió con un tono más suave - Vendrá en un momento - explicó. Yo asentí extrañada.
- Llamaré a tía Grisgelda, no le gusta llegar tarde a la cena - trate de salir pero Stephen volvió a detenerme.
- No vendrá Karenina - escuché su voz  detrás mío. Di la vuelta y Charles estaba ya en el comedor, Stephen aún se veía nervioso - Tuvo un ataque otra vez.
- ¿Y por qué nadie me lo había dicho? - me asusté - ¿Está bien? - pregunté - ¡Debo ir a verla!
- Siéntate querida - me tranquilizó Charles - no fue tan fuerte pero estaba demasiado cansada. En cuanto supo que habías llegado se metió a su cuarto a descansar - me explicó Charles calmando mis nervios.
- Fue mi culpa - me dejé caer en la silla - ¡Fue mi culpa! La preocupé sin razón alguna
- No. No es así - Charles se sentó junto a mi - en realidad - miró a Stephen esperando que el prosiguiera. Miré a Stephen pero el tenía la cabeza agachada, parecía perdido, cómo si su mente divagara en otra cosa- Stephen - lo llamó Charles - ¡Stephen! - alzó un poco la voz.
- Perdón - se disculpó alzando la cabeza pero no decía nada más. Charles me señaló con su cabeza y luego volvió a señalar a Stephen. Stephen lo vio nervioso caminó un par de pasos, vio al suelo otra vez, mojo sus labios con la lengua y se quedó viéndome fijamente sin decir nada más. Yo lo veía esperando que me dijera algo, que hiciera algo... ¡Nada!
Charles se pasó la mano por la frente un poco tenso y cansando, se levantó y camino hacia Stephen.
- Dícelo ahora, es el mejor momento - le dio una palmada en el hombro, me regaló una sonrisa y se metió a la cocina. Entonces, allí nos quedamos viendo ambos, yo no entendía que pasaba y Stephen parecía congelado, me miraba, eso era seguro pero su mente parecía recordar algo a lo cual yo no tenía acceso. 
- ¿Tía Grisgelda está bien? - fue lo primero que se me ocurrió decir después de unos momentos. Él asintió, seguía mirándome - ¿Entonces? - quise averiguar. Stephen parpadeó un segundo, respiró hondo, recargó sus codos en el borde de una silla bajó nuevamente la mirada, sacó algo del bolsillo de su pantalón y volvió a mirarme, entonces se perdió entre sus recuerdos - Stephen - dije.  Alzó un dedo en señal de guardar silencio, bajó la mirada a su mano ( a lo que había sacado del bolsillo) tragó saliva y caminó hacia mi.
- La última vez - empecé a oír su voz, estaba con un pequeño nudo en la garganta, aclaró su voz y prosiguió - la última vez que estuviste aquí, en esta casa, dejaron algo para ti. No sabía que era para ti hasta este día - se acercó caminando lentamente hacia mi, entonces extendió su mano - Lo encontré esta mañana mientras limpiaba la casa. Estaba en una caja de madera junto con esta carta - puso en la mesa el objeto que había sacado de su bolsillo y sacó un sobre que guardaba en el bolsillo trasero - La - aclaró otra vez la voz mientras me la extendía - La leí sin saber que era para ti. Tenía la dirección correctamente escrita pero no sé por qué no te llegó - extendió el sobre hacia mí, lo tome suavemente de su mano. Él se sentó frente mío, agachó la cabeza y no me dijo nada más. Saqué la carta del sobre, tenía el sello de la ciudad de New York, con fecha de  15 años atrás. Iba con destino a París, a la familia Zambort's. Desdoble la hoja con cuidado y un olor familiar me invadió.

Respetable señora:

Le escribo con el deseo sincero de que hayan llegado bien y sin ningún contratiempo en el viaje. Sé que es demasiado pronto para tener cualquier tipo de noticas sobre mi pequeña pero es que ¡La extraño tanto! Su hermanito no deja de preguntar por su princesa y si tengo o no noticias de ella. Debo de confesarle que mi instinto materno no deja de alarmarme y despertarme a cada momento a mitad de la noche, siento que ella me llama, que me llama a mitad de la noche pero cuando despierto la realidad es que ella no está aquí. Tengo muy en claro que ha sido por su bien y no dudo de que usted la cuidara con mucho amor y cariño, pero quisiera que cada día le pudiera hablar de mí, de su padre, de su familia, de cuánto la amamos. No se si algún día ella podrá perdonarnos esto e incluso me mortifica pensar que tomamos una decisión precipitada... No quiero reprocharle a usted nada, mis señora, solo deseaba expresarle el sentimiento de madre que me embarga en estos momentos y que quisiera que mi pequeña supiera.
Sé que usted, cómo mujer y ejemplar persona que es, comprenderá mis más recónditos sentimientos. ¿Sería mucho pedir que le recuerde cuánto la queremos?
Hemos estado ahorrando para comprar un pequeño presente para Karenina, ahora mismo es demasiado pequeña para usarlo, pero sé que, cuando tenga 12 o 13 años le quedará perfecto. Para ese momento, podremos irla a ver y estoy segura de que nos sentiremos orgullosos de lo que haya logrado.
Mi señora, me despido con la más sincera gratitud hacia usted y su esposo.
A su servicio siempre, Mary D.

En la mesa Stephen había dejado un brazalete plateado, no era nada ostentoso, era más bien sencillo pero elegante. Aún así no entendía nada de lo que decía la carta.
- ¿Qué significa esto? - pregunté con la carta en una mano y el brazalete en la otra.
- Ya te lo dije - levantó la vista apenado - lo encontré hoy, mientras limpiaba algo - se rascó la nuca - Grisgelda tuvo un recuerdo... cuando los vio - añadió esperando a que le dijera algo - Parece que, bueno Grisgelda me confesó que no fueron contigo - aclaró su voz - tus padres.
- ¿Qué? - pregunté tratando de atar cabos - ¿Que quieres decir?
- Karenina, escucha. Grisgelda me vio cuando saqué la caja y el brazalete, entonces menciono algo sobre una baratija, luego dijo "Mary y Jonathan no podrían criarla bien" siguió hablando reprochando de algo. Recuerdo las palabras "Viaje, educación y lejos" No entendí mucho, me había quitado el brazalete pero Charles hizo que me lo devolviera. Entonces, entre los dos me contaron lo que sabían; parece que tus padres pensaban viajar a Francia contigo para iniciar una nueva vida, algo los detuvo (no me quisieron decir que era) entonces dejaron que te fueras con la familia Zambort's para que pudieras educarte allí. Planeaban un viaje para el año siguiente a la fecha de tu partida para  traerte de vuelta pero no sé pudo hacer. Poco después la señora Zambort's mandó una carta en donde mencionaba que estaba muy preocupada por tu estado de salud, tu madre iba a embarcarse para ir a verte pero de camino de Wisconsin contrajo pulmonía y, bueno no llegó a realizar el viaje.
- ¿Y mi padre? - pregunté.
- Él se había quedado en Wisconsin. Vino a New York para arreglar los documentos concierne a su muerte pero regresó a Wisconsin. Falleció 9 años después - se levantó, giró sobre sus talones y entonces caminó un poco. No dije nada, esperaba atenta a qué Stephen hablara sobre algo más - No sabía lo de Mary, lo siento - dijo esforzándose por no llorar, la voz se le cortaba.
- ¿Conociste a mi padre? - pregunté de momento sin pensarlo. Stephen me miró extrañado.
- ¿Disculpa?
- Lo que oíste ¿Conociste a mi padre? - volví a preguntar.
- ¿A qué viene la pregunta? - me miró fijamente.
- Quiero entender quién soy en realidad. Llegó a otro país donde no conozco ni recuerdo absolutamente a nadie, da la casualidad de que cuento con una tía aquí, una tía que por cierto no recuerda muchas cosas. Después te encuentro a ti, un joven jardinero mil usos que sabe más de mi vida de lo que yo misma sé, que está casado con una buena chica a quien mis tíos ayudaron. Y luego aparece Charles, un buen hombre que parece tener más relación con mi tía de la que yo misma tengo. No quiero reprochar nada Stephen, solo quiero entender lo que pasa. Quiero entender por qué estoy aquí, por qué el propósito de cuando llegue ya no es el mismo - me levanté y caminé lentamente hacia él - empiezo a pensar que la verdadera herencia que me esperaba es simbólica. Tal vez me dijeron de una herencia para venir a encontrar a mis hermanos, tíos y amigos; para descubrir quién soy y de dónde vengo y así puedan saber a dónde quiero ir - hice una pausa - Stephen. Te lo he pedido una y mil veces: dime lo que yo no sepa. Es lo único que quiero.
Lo que sé hasta este momento es que tengo dos hermanos, pero a la fecha ni uno se ha aparecido, que con quienes me crié no eran mis padres y no era tampoco la familia con la que me habían enviado. ¡Stephen! ¡Dime lo que yo no sepa! ¡Por favor!

Titanic: La vida sigue (secuela Titanic: Si Jack hubiera sobrevivido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora