Capítulo IV: Efectos secundarios.

917 95 28
                                    


El sol se estaba ocultando, en el horizonte se pintaba un cielo anaranjado a alumbraba las escasas nubes en el firmamento, y las habitantes de la finca mariposa estaban alrededor de Shinobu Kocho, la cual estaba recostada en su cama.

Sumi, Kiyo y Naho estaban al lado derecho de la cama, preocupadas y con los ojos llorosos, mientras que Aoi con la mirada afligida tanteaba cada tanto la temperatura de la joven Pilar, por su parte Kanao se encontraba detrás Aoi, con su mirada fija en Kocho, preocupada pese a que su rostro no lo demostraba.

― Ya lleva mucho tiempo dormida. ― Preguntó Kiyo con la voz quebrada.

― Se recuperará. ― Exclamó Aoi―. Solo... Solo está descansando―. Dirigió su mirada hacia Kanao y le susurró ―. Su temperatura no ha bajado, necesito más toallas.

Kanao asintió en silencio y de manera discreta salió de la habitación.

― ¿Está con fiebre? ― Preguntó Sumi.

Aoí guardó silencio y agachó la mirada.

En ese momento la puerta de la habitación se abrió soltando un rechinido, todas las miradas se fijaron en el umbral de la puerta, Kanao entraba a la habitación con las toallas humedecidas y tras de ella lo seguía el pilar del viento, Sanemi Shinazugawa.

― ¿Sigue durmiendo? ― Preguntó Sanemi con aquel ceño fruncido que lo caracterizaba―. ¿En verdad no tienen alguna idea de cómo pasó esto? ―. Agregó con tono prepotente mientras se acercaba a la cama.

Aoi se pusa detrás de Kanao sintiendo algo de temor, la fuerte voz de mando del pilar hacía estremecer a todas en la habitación.

― No, no sabemos que pudo haberle pasado, tampoco parece bajarle la fiebre. ― Comentó Aoi.

Sanemi dejó su espada al pie de la cama, se remango la chaqueta, y sin el menor cuidado sujetó las mejillas de Shinobu apretándolas.

― Oye despierta, maldición, despierta ya pasó un mes...― El pilar enfurecido reclamaba a la joven dormida, apretando sus mejillas en un intento por hacerla reaccionar.

Las tres niñas empezaron a llorar, preocupadas, viendo como estaban maltratando a su maestra.

― ¡Dejen de llorar! ― Exclamó el pilar―. No le estoy haciendo daño.

― ¡Si, si se lo estás haciendo! ― Gritó Aoi detrás de Kanao.

La joven Tsuguko apretó con firmeza el hombro del pilar, este se giró con el ceño fruncido y los ojos inyectados en sangre sin dejar de sujetar las mejillas de Kocho.

― ¿Cómo te atreves? ― Preguntó Sanemi, entre dientes―. Suéltame.

Kanao había recordado las palabras del joven Kamado por ese motivo conservaba su mirada fija en el Pilar con su semblante indiferente, aunque en el fondo sentía algo de nervios.

― ¡¿Me estas retando mocosa?! ― Preguntó alzando la voz, enfurecido.

En ese momento, las manos de Sanemi fueron tomadas con fuerza haciendo que diera un pequeño sobresalto.

― Shinazugawa. ― Exclamó Kocho con semblante serio―. ¿Qué se te ofrece? ―. Preguntó mientras le apartaba las manos de sus mejillas.

Sanemi se cruzó de brazos y se abstuvo de hablar.

― Niñas...― Comentó Kocho mientras se sentaba―. Ya me siento mejor, gracias por cuidarme―. Acaricio el cabello de las pequeñas y les dio una cálida sonrisa a las mayores―. Me pueden dejar sola con el joven Shinazugawa. Estaré bien.

Un ligero empujónWhere stories live. Discover now