Capítulo IX: Aceite, paz e interrupción

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Después de haber salido de la infección, Kanroji tenía mucho dolor en la espalda, en los muslos y en los hombros, sin mencionar que la cabeza le daba vueltas.

La joven tenía a su compañero, su fiel colega, Obanai a su costado, él por alguna razón se sentía nervioso y abochornado, sin mencionar que estaba con el pantalón y el Haori, sin su chaqueta. << ¿Algo pudo haber ocurrido en la noche anterior?>> Se preguntaba mientras lo veía algo somnolienta.

— ¿Qué sucede? — Preguntó la joven levantándose, pero en el momento de hacerlo, aquellas delgadas sabanas se resbalaron exhibiendo su desnudes.

Mitsuri sintió la suave caricia de una atrevida brisa, aun somnolienta, no se había percatado aun que estaba desnuda, hasta que miro hacia abajo, rápidamente se cubrió con las sabana por completo.

Iguro oculto su rubor detrás de la manga de su Haori, aparto la mirada y pregunto de forma nerviosa.

— ¿No recuerdas que sucedió ayer?

— ¡No! — Respondió con un chillido, exaltada—. Yo no recuerdo...— La joven quedo muda, cortando la oración.

Kanroji, a diferencia de su colega, recordó todo lo sucedido la noche anterior, pese haber estado bajo los efectos de aquella sustancia, podía recordar las cosas, en ella el efecto de la flor había sido diferente, todo debido a su estado de salud, el cual, por cierto, se había mejorado con creces.

— Sí. Lo recuerdo, ahora recuerdo todo. — Respondió con firmeza—. Me duele un poco el vientre, no me deja mover.

Kanroji se sonrojo de sobremanera, ruborizada y completamente nerviosa se tapó hasta los hombros, ocultando sus vergüenzas.

Iguro se postro de rodillas al costado de la joven, apartando la manga del rostro, se encontraba expectante ante las siguientes palabras de la joven.

— ¿Iguro? — Preguntó la muchacha con una nerviosa sonrisa en los labios, le era imposible ocultar su intranquilidad ante las acciones del joven—. ¿Sucede algo?

— No sé qué pensar... No sé qué me paso ayer, creo que tiene que ver con la medicina que nos dio Kocho. — Aquel nombre lo pronunció con un cierto recelo—. ¿Cómo te sientes? —. Colocó el dorso de su mano sobre la frente de la joven, y en un intento por cambiar la conversación—. ¿Te bajó la fiebre?

— Sí, ya no tengo malestar. — Respondió ella tomando la mano del pilar—. Creo que funciono la medicina, de cierta manera.

Iguro se mantenía en silencio, desviando la mirada cada tanto que podía.

— ¿Estas bien? — Preguntó ella, casi insistiendo.

— Sí, todo bien. — Mentira, era la primera mentira que él le decía a ella en toda su vida, y como tal, se sentía asqueado al hacerlo, no más que con el acto prematrimonial de la noche anterior. << Ahora se casará vistiendo de negro. >> Pensó él amargamente, puesto que ahora estaba "manchada" ante la sociedad.

Mitsuri veía al joven con intriga y preocupación, podía ver como temblaba levemente y como sus músculos estaban tensos. << Iguro está muy estresado, tal vez un masaje le anime. >> Pensó la joven con ternura.

— Iguro ¿Quieres que te haga un masaje? — Preguntó la joven. Iguro por su parte miro sorprendido a la joven—. Hay un embace con aceite tras de ti, podría usarlo.

Iguro en primera instancia negó con la cabeza y luego comento.

— No, no te preocupes, estoy bien.

Mitsuri le dio una cálida sonrisa, enternecida por la modestia del joven. No obstante, la joven si se sentía adolorida, y sobre todo fatigada. Por lo que dijo.

Un ligero empujónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora