Especial cuarentena 2/2 (TsukiYama)

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La cabecera de la cama azotaba con fuerza contra la pared, la temperatura ya densa de la habitación contrastaba perfectamente con el aire y las respiraciones calientes, encerrando así la atmosfera en una calidez tan hipnotizante que solo podía ser descrita por una palabra:

Sexo...

Una cabellera rubia húmeda por el sudor se entrometía desvergonzadamente dentro del cuello pecoso de su pareja, chupando, lamiendo y besando hasta arrancar gemidos agudos de la boca ajena. El de cabellos más claro movía con ímpetu su pelvis contra el trasero del pecoso, sin darle descanso para que tomara aire, y solo las paredes de esa habitación eran testigas del sonido tan estridente que hacían el choque de pieles al estar moviéndose tan violentamente el uno sobre el otro.

-¡T-tsukii! A-ah... mgh... Fóllame más, m-más... ah~ duro. –Las palabras le salieron a duras penas pues los bruscos movimientos de su amante al empotrarle contra el colchón no le dejaban ni hablar coherentemente. Sus manos apretaron con fuerza la sábana y aprovechó al estar en cuatro sobre la cama para morder una almohada cuando su novio acató su petición y agarró sus caderas con fuerza, levantando más su trasero, entrando y saliendo a una velocidad tan rápida que el moreno todavía no sabía cómo sus piernas habían resistido tanto tiempo sosteniéndole.

-Estás tan bueno, bebé. –Dicho esto, el más pálido se acostó sobre la espalda del menor, haciendo más lentas y tortuosas sus estocadas, moviéndose a un ritmo casi que melódico, follándole con suavidad para darle a sus cuerpos la oportunidad de descansar de los bruscos movimientos, pero sintiendo el interior de Tadashi apretarle tortuosamente junto a ese vaivén lento y exquisito.

El pecho de Tsukishima se pegó por completo a la espalda del más bajo, y sus labios quedaron perfectamente a la altura de su oreja y cuello, y sin dudar comenzó a lamer nuevamente y a dejar marcas, aún dentro de él, embistiéndole lenta, pero profundamente, como queriendo llevarse cada parte de él. Las manos del mayor acariciaron el pecho y los pezones ajenos, mientras el pecoso solo se removía y retorcía sobre las sábanas, sus piernas ya habían dejado de servir, y para el rubio era un placer la imagen de Yamaguchi en esos momentos, así que se incorporó aún follándole suavemente y observó como su bebé, con el cuerpo rendido sobre la cama frotaba inconscientemente su miembro contra el colchón. Sus dos manos estaban sosteniendo con fuerza las cobija y Kei no pudo más con la excitación, así que tuvo que obligarse a no venirse y cambio a eso, levantó las caderas del moreno para meter su mano en las telas de la cama y agarrar el miembro del pelicafé con una mano, apretando y moviendo rápidamente de arriba a abajo.

-Vamos, nene... Vente para tu daddy... -La voz del más alto sonó lasciva y Yamaguchi entendió perfectamente a qué quería jugar su novio, sin problema tomó su rol y se volteó sobre las sábanas mirando hacia atrás dulce y eróticamente, con la boca entreabierta y separando aún más las piernas en esa atrevida posición, dejando una vista más despejada de su trasero siendo penetrado por el mayor.

-P-pero Daddy~ Guchi no se puede venir si no le das muy duro. –Abultó su labio inferior y su voz sonó como una súplica envuelta en lujuria y placer. Kei no tardó ni un segundo en retomar las fuertes arremetidas contra el menor, metiéndose hasta lo más hondo y saliendo lo suficiente para hacer que el más bajo inhalara por sentirse vacio de repente. Cansados ambos ya de la monotonía de la posición, se comunicaron casi que por telepatía, no pasó mucho tiempo cuando las piernas de pecoso se situaron al rededor del torso más blanco y sin necesidad de dar una advertencia sostuvo la erección del rubio apretándola un poco y sentándose sobre ella hasta que se hundiera en su trasero.

Los suspiros de ambos crearon casi que una melodía y cuando el moreno comenzó a saltar sin control sobre la extensión ajena, de una forma casi que brusca, Tsukishima tuvo que apretar los dientes para no soltar un fuerte gruñido, pues ya comenzaba a sentir ardor en su miembro y los espasmos en su parte baja se hacían más potentes. No pudo resistir ni un segundo más, así que agarró el trasero ajeno con ambas manos y los estrujo con fuerza, dando nalgadas en el proceso, lamiendo y saboreando toda la piel expuesta del pecoso que se le acercara a la boca mientras que le montaba.

Originalidad Sexual.Where stories live. Discover now