Capítulo 15. Defender al líder

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𝖳𝗁𝖾 𝖶𝖺𝗅𝗄𝗂𝗇𝗀 𝖣𝖾𝖺𝖽
𝖫𝖺 𝖭𝗂𝗇̃𝖺 𝖰𝗎𝖾 𝖤𝗇𝖿𝗋𝖾𝗇𝗍𝗈́ 𝖠𝗅 𝖠𝗉𝗈𝖼𝖺𝗅𝗂𝗉𝗌𝗂𝗌
𝖯𝗋𝗂𝗆𝖾𝗋 𝖯𝖺𝗋𝗍𝖾.
𝖳𝖾𝗆𝗉𝗈𝗋𝖺𝖽𝖺 3.
𝖢𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 15.D𝖾𝖿𝖾𝗇𝖽𝖾𝗋 𝖺𝗅 𝗅𝗂́𝖽𝖾𝗋.

D𝖾𝖿𝖾𝗇𝖽𝖾𝗋 𝖺𝗅 𝗅𝗂́𝖽𝖾𝗋

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Defender al líder

Rick iba en el primer lugar de la fila iluminando el camino con su linterna. El oscuro pasillo parecía ser un laberinto del terror.
De vez en cuando se cruzaban con algún que otro cadáver. Su olor repugnante ya no era tan insoportable como en el principio del apocalipsis. El mundo los había obligado a adaptarse a eso y a cosas peores.
Glenn dibujaba en las paredes con un aerosol. Lo hacía para marcar el camino de regreso al pabellón en donde estaba el resto del grupo, ya que tantos pasillos comenzaban a marearlos. La imagen pasaba de un corredor a otro con el mismo panorama. Celdas, oscuridad y silencio.
Hasta que avanzaron lo suficiente como para encontrarse con algo diferente.
En el siguiente pasillo aparecieron varios caminantes escondidos en el interior de las celdas abiertas.
—¡Por aquí! —indicaba Daryl, quien iba al final de la fila.
Se escondieron dentro de un pequeño cuarto el cual contenía artículos de limpieza vacíos. Pero faltaban dos personas del grupo.
—¿Dónde están Glenn y Maggie? —preguntó T-Dog.
—Debemos regresar —afirmó Hershel.
Un conjunto de gruñidos pasó a un ritmo lento por aquel sector del pasillo. Simultáneamente las personas dentro del cuartito guardaron silencio y apagaron sus linternas.
—Esperemos un poco —susurró Rick mientras los muertos se iban alejando.
Minutos después, el líder ordenó que salieran del escondite, siguiendo su trayecto en dirección contraria a la de los muertos vivientes.
—¿Hija? ¿Glenn? ¿Están por aquí? —Hershel iba más atrás que el resto. Estaba pendiente por si hallaba alguna señal de los chicos.
En un abrir y cerrar de ojos un caminante tirado en el piso lo tomó de su pierna. Hershel lo daba por muerto.
—¡Ayúdenme!
Rick disparó de inmediato en la cabeza del muerto. Su acción fue victoriosa. Pero no lo suficiente, porque al corroborar el estado del anciano se percató de que el muerto logró morderlo en la parte de su antepierna izquierda y, por ende, se convertiría pronto. Aunque había una solución más.
Glenn y Maggie se reencontraron con ellos tras escuchar el fuerte estruendo del disparo.
Rápidamente llevaron al anciano hasta la cafetería de la prisión. Estaba a pocos metros de distancia. No alcanzarían a llegar a tiempo hasta el pabellón en donde se instalaron. Y cada segundo era de suma importancia para salvar a Hershel. Además, el disparo de Rick atrajo al montón de caminantes de los que se escondieron.
Daryl, T-Dog y Jane les impedían el paso a la cafetería poniendo todo tipo de trabas en la puerta de entrada.
Maggie, Glenn y Rick analizaban la presunta mordida en la pierna de Hershel.
—Dios mío, papá... —sollozaba la chica.
—Hay un solo modo... —declaró Rick dando un profundo suspiro.
Sin previo aviso alzó su hacha y cortó a la mitad la pierna del anciano.
Bailey se enfureció con él tras escuchar los gritos ensordecedores por parte de Hershel.
—¡No, Bailey! —Jane lo tomó de sus muslos antes de que mordiera a Rick—. No lo quiere dañar. Quiere ayudarlo —intentaba explicarle.
—¡Se está desangrando! —lloraba Maggie.
Rick rompió su camisa para detener con esta la hemorragia. Aun así, la sangre seguía saliendo descontroladamente. Glenn también le había dado su campera, ya que con una sola prenda no bastaba.
Entonces, Hershel cayó desmayado sobre los brazos de su hija.
—¡PAPÁ!
Era un momento desesperante. Y para aumentar los nervios del grupo, Bailey no dejaba de ladrar hacia un punto en específico.
—Cállate —lo retó Jane.
El can no se detuvo. Parecía que les intentaba decir algo.
Fue entonces cuando Jane vio a un grupo de prisioneros observándolos desde la cocina.
—¡Ey! —apuntó con su pistola.
Daryl hizo lo mismo con su ballesta—. ¿Quién mierda son ustedes?
Rick, Maggie y Glenn seguían encargándose de Hershel, sin darle atención a nada más. Entre tanto, T-Dog buscaba más artefactos para bloquearle la entrada a los caminantes.
—¿Qué le pasó? —preguntó uno de los sujetos sin quitarle la vista a Hershel. Daryl, aún apuntándoles, le respondió con sequedad—. Acaban de morderlo. Tras oír su declaración, uno de los presos alzó una pistola.
Jane seguía apuntándoles con la M1911 y Bailey les gruñía en posición de ataque.
—¡Ustedes! ¡A un lado! —Glenn empujó a los prisioneros para buscar algún soporte dentro de la cocina.
Se escucharon varios utensilios y platos cayendo a la vez. Luego el joven volvió a salir con un carrito de comida para poder cargar a Herhsel.
Él se encargaría de trasladar al desmayado mientras Rick, Maggie y T-Dog eliminaban a los caminantes que seguían esperándolos afuera.
Los prisioneros eran cinco hombres. Ni el arquero ni la niña les permitieron dar un paso al frente.
—¡Daryl! ¡Jane! ¡Vengan ya! —los llamó Rick desde el pasillo.
Atravesaron a gran velocidad los corredores anteriormente investigados, libres de caminantes.
Gracias a las flechas que Glenn marcó, llegaron al pabellón rápidamente.
Dentro de la celda en donde dormiría Hershel se produjo un escándalo en conjunto. Carol y Lori trataban de detener el sangrado que podría causarle la muerte. Y justamente quien más sabía sobre medicina era la persona que se encontraba en peligro.
Jane se quedó haciendo guardia junto a Daryl y a T-Dog en la entrada del pabellón. Tiempo después, los cinco prisioneros aparecieron de entre la oscuridad de los pasillos. Tuvieron el descaro de seguirlos hasta allí.
—Váyanse de aquí. Esta prisión es nuestra —se quejó uno de ellos.
—Este sector nos pertenece a nosotros, puto idiota —respondió Daryl.
—¿Y quién lo dice?
—Cierra la boca o esto terminará mal para ti —amenazó el arquero.
Jane esbozó una sonrisa. Sabía que nadie iba a poder meterse en el pabellón si estaba el Lobo Solitario cerca. Mucho menos ese tipo bueno para nada.
—¿Podemos hablar de buena forma y sin amenazas? —propuso otro de los presos. Sonó mucho más calmado que su compañero.
—Tu amigo empezó, nosotros respondimos —repuso T-Dog.
—Yo no hablaré una mierda con ustedes —siguió Daryl—. Es mejor que se vayan de nuestra zona.
El prisionero catalogado como "bueno para nada" no iba a desistir—. Esta es mi casa. Mando yo.
Se desató una discusión entre los hombres hasta que Rick apareció en la entrada del pabellón junto con Carl. El rostro del niño transmitía confusión. A diferencia de los demás, no sabía de la presencia de los prisioneros.
—¿Ustedes qué hacen aquí? —farfulló Rick con fastidio.
—Eso nos lo preguntamos nosotros —habló un preso que hasta ese entonces se mantuvo callado—. No entendemos cómo ustedes llegaron hasta aquí.
—¿Por lo menos saben lo que pasa afuera? —inquirió Rick.
—Hubo un motín. Nunca había visto algo así —comentó uno.
—Luego supimos que la gente se volvía caníbal. Moría y revivía.
—Un guardia nos protegió y dijo que lo esperaramos aquí. Me dio un arma y prometió volver —habló el reconocido como "bueno para nada".
—Pasó hace doscientos noventa y ocho días...
—Pensamos que aparecería el Ejército para ayudar en algo...
—No hay —lo interrumpió Rick.
—¿Qué dices?
—Ya no existe ni el gobierno, ni los hospitales, ni nada. Según parece, exterminaron a la mitad de la población.
Los prisioneros compartieron miradas de asombro entre ellos. Estaban igual de atónitos.
—Amigo, quiero un teléfono. Debo llamar a mi esposa.
—¡¿No lo entienden?! ¡Ya no hay nada! —exclamó T-Dog.
—Vengan un momento con nosotros —ordenó el líder.
Rick los condujo hacía el segundo patio. El sol estaba radiante aquel día.
Los presos no habían pisado el exterior desde el inicio del apocalipsis, por lo que tardaron bastante en acostumbrarse a la luz.
Mantuvieron una charla en la que Jane no participó. Estaba ocupada en algo más.
Ella prefirió quedarse a un costado, guardando silencio y analizando cada movimiento de los presos.
El que tenía una pistola (el bueno para nada) seguía insistiendo en que el pabellón donde se instalaron Rick y los demás era posesión suya. Ese se llamaba Thomas.
A su lado estaba su mano derecha. Asentía con seguridad a cada palabra que él decía como si fuese su fan número uno.
Los tres restantes se mostraban más amables ante el grupo. A ellos no les molestó que se instalaran allí.
En medio de sus quejas, Thomas apuntó con la pistola hacia Rick.
Quienes estaban en el bando del sheriff apuntaron con sus armas de fuego en dirección a Thomas antes de que pudiera siquiera pestañear. Rick tenía muy bien entrenada a su gente.
Uno de los prisioneros se interpuso en medio del problema—. ¡Tranquilos! ¡No hay por qué pelear!
—Ya te lo dije. Tu amigo empezó —repitió T-Dog.
—Thomas, busquemos otro lugar y ya. ¿Para qué molestar a esta gente?
—Esta prisión es enorme.
—Axel tiene razón. Que tú quieras la parte de esta gente es solo un capricho.
Los prisioneros convencían a Thomas para buscar otro pabellón de la cárcel.
El bueno para nada terminó aceptando—. Si tres tontos, una niñita y un perro de porquería pudieron tomar un pabellón, entonces nosotros también podemos.
—Esta niñita y su perro pueden arrancarte los dientes —amenazó Jane.
Seguía apuntándole, esta vez con mucha más rabia. El tipo acababa de hacer lo necesario como para ganarse su enemistad: meterse con Bailey.
Thomas apenas la miró de reojo y luego siguió hablando con Rick, sin darle gran importancia a las amenazas de la niña—. Nos darán armas. Las mejores —asintió con convicción —. Claro que lo harán.
—Mejor escucha mi trato —empezó el líder, asesinando a Thomas con la mirada—. Nosotros los ayudaremos a ganar un pabellón. A cambio queremos la mitad de su comida. Y si alguno de ustedes se acerca a mi gente, yo mismo los mato. A todos.
Llegando a un trato razonable, los presos condujeron al grupo hacia la despensa.
Lo que ellos consideraban "poco" era un verdadero lujo para Rick y los suyos. Se notaba que esos tipos nunca salieron al exterior. Tenían la vida organizada desde el inicio del apocalipsis.
A Jane se le hizo agua el estómago.
—Esperen... ¿y esto? —señaló Rick hacia una puerta—. ¿Qué hay aquí? ¿Eh? ¿Tratan de esconder algo? —la abrió ferozmente—. Ohh. ¡Diablos! ¡Qué asco! —cubrió su nariz con la camisa.
Los demás también lo hicieron. Incluso Bailey se alejó de la puerta.
Thomas rio al igual que los demás presos—. Te presento a nuestro dulce baño. ¿Huele bien?
Los prisioneros cumplieron con su parte del trato. Ahora les tocaba a ellos.
Rick y el resto de los hombres comenzaron a idear el plan. Debían ayudar a los tipos a despejar un pabellón minado de caminantes. Era la única forma de que ellos, en especial Thomas, los dejaran vivir en paz.
—Daryl tomará la delantera con T-Dog —explicaba el líder—. Yo iré a la retaguardia contigo —señaló al sujeto más corpulento.
—¿Qué hay de mí? —saltó Jane formando un puchero en su rostro.
—Tu madre me dijo que ya fue suficiente por hoy. Y tiene toda la razón.
—Bien... Vamos, Bailey.
Cuando Bailey pasó delante de Thomas, el prisionero estiró su pierna para que el can se resbale con ella. Tanto él como su mano derecha rieron a carcajadas.
Jane miró directo a los ojos de Thomas formando una leve sonrisa. Fue retrocediendo hasta que finalmente su figura desapareció en la oscuridad.

The Walking Dead: L𝖺 N𝗂ñ𝖺 Q𝗎𝖾 E𝗇𝖿𝗋𝖾𝗇𝗍ó A𝗅 A𝗉𝗈𝖼𝖺𝗅𝗂𝗉𝗌𝗂𝗌Where stories live. Discover now