4

5.7K 582 45
                                    

Keith en multimedia

   En fin... jamás dije por qué acabé vomitando.

   ¿Dónde me quedé?... Ah, sí, Keith empujaba sus dedos dentro de mí, me abría de piernas para darle más acceso.

   Me temblaba el cuerpo completo mientras sentía cómo su velocidad se intensificaba conforme su lengua abarcaba más espacio en mi boca, sus labios chupaban con necesidad los míos y los mordisqueaba con suavidad. Cerré los ojos y gemí alto contra su boca mientras mi abdomen bajo se apretaba cada vez más, terminé enredando mis dedos con su cabello mientras lo tiraba levemente al venirme en su mano.

   Sacó los dedos de mi interior y acarició la humedad que empapaba el resto de mi sexo, al sacar sus dedos mojados los lamió.

   Eso fue suficiente para sentir que me mojaba aún más.

   Luego recordé que era uno de mis mejores amigos, y que era el novio de mi melliza.

   Terminé corriendo fuera para vomitar.

   Me sentía muy mal emocionalmente mientras vaciaba en la calle todo el alcohol que bebí durante esa noche. No solo porque me masturbó en un lugar público, sino que... bueno... ¿cómo podría decirlo para que no me vean como una puta? No hay manera así que simplemente lo diré directamente.

   Había tenido sexo intenso con Keith las últimas doce semanas, normalmente me controlaba un poco, pero era imposible no montarme encima de él cuando se colaba en mi habitación siempre que se peleaba con Sylvana. Lo peor de todo era que él me buscaba y me era casi imposible decirle que no.

   Me resistí por dos años y medio, cuando nos conocimos coqueteábamos, nos acostamos por primera vez una semana antes que él comenzara a salir con Sylvana. Tal fue mi culpa, le dije que yo no tenía novios y terminé alejándolo de mí, reprimí todo lo que sentía por él hasta que una noche llegó borracho al apartamento luego de pelearse con mi hermana, ella se había ido a casa de nuestros padres por el fin de semana así que jamás se enteró.

   Nunca supo que Keith llegó como un loco buscándome a mí, llegó pidiéndome besarlo, pidiéndome que recordara lo mucho que me quería y lo loco que se volvía siempre que me veía con otro pues él me quería a mí y solo a mí. Le dije que si me quisiera no estaría con Sylvana, él se rio.

—¿Estarías conmigo si fuera un hombre soltero? —Mi silencio fue su respuesta.

   No quería comprometerme en una relación, no teniendo veintiún años, no cuando estaba en la universidad intentando no fracasar para hacer feliz de una vez a mis malditos padres.

   Keith me besó al darse cuenta que jamás le diría que sí, y nos acostamos sin pensar en nadie más que nosotros. Como el tonto que era olvidó los condones así que no tuvimos de otra y me dio como caja por el chiquito, se imaginarán lo mucho que dolió porque el hombre era un bruto como si fuera la primera vez que tenía sexo. Se comportó como un chico virginal al principio, luego se le quitó y terminé gritando para que jamás se detuviera mientras me empotraba contra la cama estando en cuatro y realizaba movimientos circulares en mi clítoris.

   Esa fue la primera vez.

   Las demás veces eran en las que me despertaba con él en mi cama, siempre estaba allí buscando una cosa y me preguntaba si yo le estaba dando algo que mi hermana no, me preguntaba si el sexo conmigo era diferente al que tenía con ella.

   Pensaba en eso mientras lo veía dormir, y cuando se despertaba procuraba tenderme en la cama con las piernas abiertas o en cuatro, él era feliz y besaba mi cuerpo con devoción antes de ponerme alguna prenda de ropa en la boca para acallar mis gritos —soy una amante ruidosa—.

Un cuñado para llevarWhere stories live. Discover now